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Chile Clásico

Domingo de 22:00 a 23:00 horas

Producción:

José Oplustil

Conducción

José Oplustil

Domingo 19 de enero

Presentamos a Alfredo Perl.

Este destacado pianista, profesor y director chileno, que reside en Alemania, visitó nuestro país el año pasado y nos dejó su última grabación. Se trata del primer volumen del proyecto que está realizando en el sello Audite dedicado a toda la música para piano solo de Ludwig van Beethoven.

Este primer volumen contiene cinco discos e incluye sonatas, variaciones y otras partituras que se remontan al periodo creativo del maestro de Bonn que va desde 1791 hasta 1800. Se trata de una etapa clave que, en el caso de las sonatas para piano, se traduce en asimilar los avances de Haydn o Mozart con una nueva forma de canalizar e impulsar la energía.

Comencemos con una famosa pieza de Beethoven que, si bien fue compuesta entre 1794 y 1795, se publicó tardíamente como su Op.129. Es el “Capricho a la húngara” que su editor Anton Diabelli llamó “Rabia por un penique perdido” porque así aparece en el manuscrito y se cree que la frase tiene que ver con el robo de una moneda al autor.

Continuamos con una de las sonatas tempranas más famosas de Beethoven y que demostró en ese momento creativo del autor su insatisfacción con algunas formalidades de la sonata clásica. Además de explorar todas las posibilidades ofrecidas por los nuevos tipos de piano, experimenta con patrones distintos y enfatiza la unidad de sus estructuras.

Conocida como “Patética”, porque el editor así la llamó impresionado por su carácter, data de 1798 y fue dedicada al Príncipe Karl Lichnowsky. Inspirada por la K.457 de Mozart, con la que comparte tonalidad y cantidad de movimientos, propuso un avance y se diferenció de sus precedentes en el uso de una línea motívica única que recorre toda la partitura.

Un año antes de componer esta sonata, Beethoven completó aquella dedicada a la condesa Babette von Keglevics. El autor la consideró tan relevante, que la publicó sin otras obras y la tituló Gran Sonata. Lo cierto es que tiene mayor escala, rango expresivo, ímpetu, lirismo e introspección que sus anteriores sonatas para piano.

Muchos han examinado esta sonata para ilustrar la complejidad del pensamiento con el que Beethoven operaba en ese momento. De hecho, la variedad y la originalidad de sus ideas ya no son comparables con las de Haydn o Mozart, parecen más cercanas a Clementi, aunque es bastante más variada y rica en textura que las sonatas de Clementi de la misma época.

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