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Música

Felipe Copaja: "Hay que animarse a escuchar músicos chilenos"

mayo 22, 2022

El ingeniero y chelista presenta en el Instituto de Chile el libro de partituras Enrique Soro, composiciones de juventud, 1898-1901, Milán. "El rescate lo podrían llevar muchos otros tal vez mucho mejor preparados que yo, pero eso no está ocurriendo", reconoce.

Felipe Copaja: "Hay que animarse a escuchar músicos chilenos"

Una nueva y relevante acción de rescate del legado de Enrique Soro permitirá acceder a la producción que el compositor chileno realizó mientras estudiaba en el conservatorio Giuseppe Verdi de Milán. Allí se formó entre 1898 y 1904, y lo llamaban l’americano, por su procedencia. En esos año, escribía nuevas piezas y se las enviaba a sus amistades y familia en Chile para que las tocaran en sus tertulias.

Ahora, 26 piezas que Enrique Soro compuso entre 1898 y 1901, en sus primeros años de formación en Milán, tendrán acceso público, porque fueron editadas y serán publicadas en un libro que será lanzado el jueves 26 de mayo, con música en vivo, en el Instituto de Chile.

Este trabajo fue realizado por Felipe Copaja Patiño (1974), quien además de violonchelista es ingeniero civil electricista de la Universidad Católica y director de Extensión de Telefónica del Sur. Un autodidacta en la música que de niño hacía arreglos como hobby, y que tomó todos los cursos del Instituto de Música UC que pudo mientras estudiaba ingeniería. Integró, de hecho, la Orquesta Sinfónica Nacional Juvenil y actualmente es miembro de la Orquesta Filarmónica de Los Ríos.

Felipe Copaja, ingeniero civil electricista UC, violonchelista y editor.

Además, Copaja Patiño es un ávido auditor de Radio Beethoven. Para desarrollar este trabajo de edición contó con el apoyo de la Fundación Enrique Soro, específicamente, de su presidente, Roberto Doniez, y con el financiamiento de un Fondo de la Música. El libro de partituras Enrique Soro, composiciones de juventud, 1898-1901, Milán, será presentado con apoyo de la Academia Chilena de Bellas Artes y contará con la actuación de su miembro correspondiente, el virtuoso pianista letón Armands Abols, quien es profesor de la Universidad Austral y el primer intérprete que grabó una sonata de Soro en 2005, en lo que sería el punto de partida parala actual revalorización de este compositor chileno.

Radio Beethoven conversó con Felipe Copaja sobre Enrique Soro, su trabajo como editor y la forma en la cual ha articulado su profesión y su pasión musical a lo largo de su vida.

¿Cómo nace el interés suyo por la obra y la figura de Enrique Soro?

«Soy ingeniero civil de formación y mi primer trabajo fue en la compañía Teleductos, cuyo gerente comercial era en esa época Fernando Soro. Por ser también músico aficionado, yo sabía de Enrique Soro y le pregunté si era pariente de él, y me dijo ‘Claro, yo soy sobrino nieto del compositor’. Esto fue más de 20 años, y siempre rondó en mi mente el poder tener algún contacto para conocer más música de Enrique Soro, porque yo sabía que era muy poco lo que se conocía. Hacia 2018, 2019, vi en YouTube un documental que se llama En busca del piano perdido, en donde Roberto Doniez menciona que Enrique había improvisado un acompañamiento para una sonata de piano de Beethoven. De inmediato me hizo click una situación similar que hay con Grieg y Mozart; Grieg también compuso un segundo piano para la Sonata en Do Mayor, y ese segundo piano yo de joven lo arreglé para un cuarteto de cuerdas, con la idea de tocar la sonata para piano más un acompañamiento en cuarteto de cuerdas, cosa que nunca logré llegar a concretar. Entonces pensé que podía hacer algo similar, ahora con esta sonata, y recurrí a Fernando Soro, mi antiguo jefe, para pedirle el contacto de quién administraba la Fundación Enrique Soro y ahí empecé a conversar con don Roberto. Él me dio la autorización para hacer este arreglo que al final terminó siendo un noneto de cuerdas, porque resulta que Soro también había arreglado la sonata de Beethoven para cuarteto de cuerdas. Entonces dije ‘Ésta es la mía; hago un segundo cuarteto y le agrego un contrabajo para balancear’. Ése fue el inicio de mi trabajo con algo de Soro. Como agradecimiento a don Roberto, tomé el material original que me había enviado del segundo piano e hice una nueva edición completa de la sonata de Beethoven para piano más el acompañamiento compuesto por Enrique Soro. Como a Roberto le encantó ese gesto, y el resultado de la edición, empezamos a trabajar otras piezas, y al cabo de algunos meses me dijo ‘Felipe, tú tienes que postular sí o sí a un fondo’, cosa que nunca yo había hecho. Lo hice y salí rechazado, no me dieron el fondo. Pero un par de meses después se abrieron fondos de emergencia asociados al tema de la pandemia y ahí resultó y empecé a trabajar. Entonces don Roberto me mandó el material completo de lo que está por ser presentado».

La publicación será donada a una serie de instituciones donde se imparten clases de piano, y los interesados en adquirirla deben comunicarse al correo fcopaja@gmail.com.

Hablemos del libro de partituras Enrique Soro, composiciones de juventud, 1898-1901, Milán. ¿Por qué selecciona esas 26 obras en específico, cuál era el material gráfico que existía y de ellas y cuál es exactamente el trabajo que usted desarrolla para esta publicación?

«Con Roberto Doniez estuvimos trabajando algunas otras obras pequeñas de Enrique Soro y me propuso hacer un proyecto con este material que Enrique Soro llamó Libro II y que contiene estas 26 obras empastadas. Es el material que el compositor escribió mientras estudiaba en el Conservatorio de Milán, en el período que se indica. De esas obras hay alrededor de ocho que en algún momento fueron publicadas, que tuvieron una primera edición. Y una de ellas, que es la Romanza para violín y piano, alcanzó a tener una segunda edición inclusive. El resto de las obras son todas manuscritas, nunca han sido publicadas y con Roberto pensamos que durante la vida de Enrique Soro probablemente fueron ejecutadas no más de un par de veces por él mismo, y probablemente puertas adentro. Así es que lo realmente importante de este trabajo es un rescate de un patrimonio que no se conoce. Y que, de no hacerse, inexorablemente se va a perder porque el papel no resiste tanto, entonces van a pasar algunas generaciones y ya no va a haber más música de Soro. Ése fue el leitmotiv de este primer intento de postulación de un proyecto del Fondo de la Música. Yo considero que el trabajo que se realizó fue de muy buena factura, no porque lo haya hecho yo, sino porque fue validado por Armands Abols, que es un pianista letón que vive acá en Valdivia y que hizo una revisión muy exhaustiva del material y no detectó grandes cosas. Más aun, yo soy súper fijón y reviso muy bien a nivel estético el material que edito, por lo mismo no soy muy rápido para producir. Pero si tú ves las partituras, se parecen mucho a una edición europea de Bärenreiter o Henle, trato de acercarme a ese tipo de estándar. No uso el software con lo que me entrega por defecto, sino que hago realmente edición al nivel de llevarla a un arte, porque existen reglas, pero las reglas tienes que romperlas para lograr el mejor resultado visual. Y utilitario también, porque esto es un material que tiene que usarlo un intérprete. Entonces tiene que ser cómodo de usar también».

«El rescate lo podrían llevar muchos otros tal vez mucho mejor preparados que yo, pero eso no está ocurriendo»

Felipe Copaja Patiño

¿Diría usted que ha hecho una edición crítica de estas obras tempranas de Enrique Soro?

«Me da un poquito de pudor decir que es una edición crítica, ya que no soy un musicólogo. Sin embargo, mi apuesta es no adicionar nada que el compositor no haya escrito, y si es que lo hago, lo declaro. O no hacer ninguna modificación no declarada. En ese sentido, es una edición para el ejecutante, sin duda, porque tiene las indicaciones que un pianista esperaría, pero es muy certera y clara en decir ‘esto lo está poniendo Felipe Copaja como editor’, y en preguntarse ¿sería ésta la intención de Soro? Porque en algunos casos tú ves en el manuscrito una mancha. ¿Será una gota de agua que le cayó a una nota y la expandió? ¿Cuál sería la nota final? De repente hay que tomar ciertas decisiones, pero esas decisiones son claramente comentadas. Creo que lo mejor que podría ocurrirme a mí como editor nuevo en el ambiente, sería que me dijeran que esa edición no sirve porque tiene tales errores que deben ser corregidos. Eso me llevaría a pensar que hay alguien que realmente está estudiando esto por detrás y está haciendo una investigación seria sobre Enrique Soro, y ésa es un poco mi motivación para llevarlo a cabo. Porque el rescate lo podrían llevar muchos otros tal vez mucho mejor preparados que yo, pero eso no está ocurriendo. Ése es un poco el meollo del cuento».

Es interesante lo que dice porque evidencia que usted entiende este trabajo de recuperación como una posta. Tiene necesariamente que ser una posta para que la música se mantenga viva.

«Por supuesto, claro que sí. Éste es el inicio de un trabajo que otros podrían llevar a cabo de mejor manera, y ojalá que así sea. O sea, si yo con esto estoy poniendo en la mesa un material que pueda ser de interés para que otros profesionales tomen esa posta y hagan una investigación más detallada, me siento pagado».

Hablemos de la instrumentación de estas piezas. Ya sabemos que la Romanza es para violín y piano, las otras 25, ¿son para un solo instrumento o hay más dúos? Imagino que es toda música de cámara, podría describirla en términos instrumentales?

El cuerpo es principalmente obra para piano, y hay cinco obras para piano y voz, no está definido qué voz, pero es una voz alta, tenor o soprano. Ahora también ocurre, y esto también es muy interesante de analizar, que de estas obras para voz hay tres que están editadas, pero también estaban los tres manuscritos. Entonces así entra la típica pregunta, bueno, qué tanto de esa primera edición fue realmente sancionado por Enrique Soro y qué tanto no lo fue. Entonces yo hago esa pregunta, la dejo abierta, y decido mira nuevamente entren los expertos a dialogar, pero yo edito o reedito la primera edición y hago una nueva edición a partir del manuscrito».

Eso me imaginé, que se había guiado por el manuscrito. De estas obras para piano, ¿algunas son parte del disco que lanzaron este año Alexandros Jusakos e Yvanka Milosevic, Impresiones de Cartagena?

«No, no están incluidas en este compilado, pero sí varias de esas piezas previamente yo también las había editado para la Fundación Enrique Soro. No me consta, pero entiendo que algunas de ellas fueron utilizadas para la grabación del disco».

«Estamos pensando en un Soro que tiene entre 15 y 17 años y sus primeras obras armónicamente ya son complejas»

Felipe Copaja Patiño

¿Podría describir estas 26 obras que usted editó en términos de la riqueza musical que contienen? ¿En qué medida ya está presente el genio de Enrique Soro que va a ir madurando con el tiempo después?

«Desde la ignorancia formal del tema, y sin ser yo pianista, te podría decir que algunas de las obras son bien anti-pianísticas, demandan saltos y cruces que son a priori bastante incómodos, cosa que también me hizo ver Armands Abols. En general son piezas cortas que duran dos o tres minutos, entonces no podemos pensar que son piezas que desarrollen mucho algún tema o que haga modulaciones muy extensas. Son piezas muy como de salón, en el sentido de tocar para la familia. Hay que recordar también que Enrique enviaba el material que componía de vuelta a Concepción para que sus hermanas, que tocaban piano, las presentaran al público local, entonces ninguna de ellas es muy larga. La más extensa del volumen es una que se llama Presidente Riesco y que es una marcha que él compuso para la toma de posesión de Germán Riesco, obra que también tuvo una primera edición, debe durar seis, siete minutos. Respecto del nivel de maduración o complejidad que tengan estas obras no estoy muy competente como para darte una opinión tan formada, lo que sí armónicamente ya son complejas las primeras y estamos pensando en un Soro que tiene entre 15 y 17 años. Hay un lenguaje armónico muy romántico, pero que de repente tiene unos retrueques armónicos bien interesantes».

En la presentación del libro de partituras, en el Instituto de Chile, Armands Abols va a interpretar varias obras, ¿no?

«Sí, creo que son cuatro o cinco piezas, y también va a presentar una de las canciones con Patricio Saxton».

¿Le gustaría hablar de Enrique Soro y de la importancia del rescate que se ha venido desarrollando en estos últimos 20 años?

«Sí. Yo creo que hay que dar una importancia categórica a la labor que está llevando a cabo Roberto Doniez, porque es una labor súper titánica y la está llevando adelante con pocos recursos. Pensemos nomás que la obra de Enrique Soro comprende alrededor de 250 piezas, de las cuales no más de 100, siendo bien generoso, han sido editadas. Entonces hay mucho que rescatar y evitar que se pierda. Enrique Soro es uno de los compositores clave dentro de la escena musical que tuvo Chile en la primera mitad del Siglo XX, y fue opacado, fue desplazado por cuestiones que no vale la pena comentar en este instante, pero yo creo que es muy importante el revalorizarlo como uno de los grandes de la música chilena».

Enrique Soro, en 1914. Archivo Fundación Enrique Soro.

¿Cuál es la invitación que haría usted a descubrir o redescubrir la música y la figura de Soro, a poner atención cuando se programe en algunos conciertos, a adquirir los discos que tantos músicos chilenos y extranjeros se dedican a grabar? ¿Cuál es la invitación que les haría a los auditores de Radio Beethoven, de auditor a auditor?

«Básicamente eso, a pedirlo más. Yo nunca lo hice en la radio, la verdad, como auditor, pero entiendo que ahora hay un programa que tú puedes pedir (Radio Beethoven a la carta). Yo los animaría a pedir, y a formarse una idea de lo que llegó a componer Soro. Ahora hay unos intentos muy importantes por revivir la Sinfonía Romántica, y eso sería súper bueno poder escucharlo en radio, prontamente va a haber también un lanzamiento de obras para violonchelo y piano de Enrique Soro, una de las obras también la arregle yo, la Sonata N° 2 para violín en una versión para violonchelo. Estoy muy impaciente que salga para escuchar el resultado final. Hay que animarse a escuchar músicos chilenos y todos los entes culturales deben animarse a programarlos».

La versión para violonchelo y piano de la Segunda Sonata de Soro que menciona es parte del proyecto Enrique Soro: diálogos para violoncello y piano, que es financiado por el Fondo de la Música y lo lidera el violonchelista chileno Alejandro Mariángel Pradenas, con Armands Abols.

«Este trabajo es un rescate de un patrimonio que no se conoce y que, de no hacerse, inexorablemente se va a perder»

Felipe Copaja Patiño

¿Qué representa para usted escuchar Radio Beethoven? ¿Le alegra que la señal también esté en Valdivia, donde vive?

«Sí, por supuesto. Yo llegué a Santiago a estudiar en la universidad en 1992, vivíamos en Arica. Y mi padre me regaló un pequeño minicomponente y una de las primeras señales que logré captar fue la Beethoven y quedó para siempre ahí. Como tenía pieza solo, nunca más se movió la radio y escuchaba mientras estudiaba. Los horarios de jazz también los escuchaba. Radio Beethoven me acompañó durante toda mi vida universitaria. Y claro, después que me vine a Valdivia en el año 2010 dejé de escucharla y cada vez que regresaba a Santiago la escuchaba en el auto de mis padres y en la casa. Pero ahora que hace ya seis meses está con señal en Valdivia nuevamente pasó a ser el botón 1 de mi programación en el auto (ríe)».

¿Cuáles programas le gustan más?

«Por la hora, lo que escucho siempre es el Concierto Barroco, y me gusta mucho el programa nuevo que sacaron, Ruta 97, por la forma en que lo llevan. Ahora, uno de mis favoritos de siempre ha sido Siglo XX, escuchar música contemporánea abre mucho la mente».

«Estoy empezando a retomar una rutina de estudio del violonchelo un poquito más en serio»

Felipe Copaja Patiño

Felipe Copaja se tituló de ingeniero civil electricista en la Universidad Católica en el año 2000. «Pero soy músico aficionado, toco violonchelo en forma amateur, estuve en la Orquesta Sinfónica Nacional Juvenil, y de niño hago arreglos y edito partituras, como hobby», explica.

¿Cuándo comenzó a tocar violonchelo? ¿Aprendió en forma particular? ¿Cómo logró entrar a la Sinfónica Nacional Juvenil?

«Yo partí tocando violonchelo en forma autodidacta, a los 14 o 15 años. Vivía en Arica en ese momento y en ese entonces no había profesor de violonchelo. Entonces empecé muy autodidacta y seguí así gran parte del tiempo. Cuando entré a la universidad ya me vine a Santiago, tomé algunas clases particulares con profesores varios, y postulé primero, en 1997, a la Orquesta Juvenil de Santiago, que dirigía Felipe Hidalgo, y con Felipe nos hicimos muy buenos amigos. Estuve con él un par de años y después naturalmente la orquesta renovó el cuerpo de la Sinfónica Juvenil y ahí estuve hasta que me jubilaron el año 2001».

¿Hoy sigue practicando el instrumento, estudia, toca, hace conciertos? ¿O es una actividad que ejerce totalmente en privado?

«Por el momento es más bien en privado, recién hace unos cuantos meses me incorporé como violonchelista a la Orquesta Filarmónica de Los Ríos, que es una orquesta semiprofesional; hay muchos que no son músicos de tiempo completo, yo uno de ellos, así es que de a poquito estoy empezando a retomar una rutina de estudio un poquito más en serio».

¿Cómo adquirió los conocimientos necesarios de teoría musical, lenguaje y todo aquello que se requiere para hacer un arreglo o una transcripción?

«Cuando estuve en la Universidad Católica teníamos que tener ramos de amplitud como se llamaban en esa época, entonces los hice todos en el Instituto de Música UC. Hice todo el ciclo de armonías con el profesor Alejandro Reyes, y de Análisis con Juan Pablo González, también tomé análisis de música contemporánea. Entonces tuve harta formación en cursos de pregrado en la Universidad Católica, pero además he leído mucha literatura, he visto muchas cosas en las redes, siempre en forma autodidacta, y mucho ver material, partituras, otros arreglos. Pero sobre todo, ha sido mucho escuchar. Eso me ha servido para formarme en la realización de arreglos. Pero no es que haya hecho tantas cosas; no he hecho tantos arreglos, pero los que he hecho han sido valorados. De hecho, en la Orquesta de Cámara de Valdivia ya han tocado algunos arreglos míos y ahora en octubre vuelven a tocar un arreglo mío para la orquesta. Entonces funciona un poco el tema, no soy tan malo parece (ríe)».

¿De qué obras son los arreglos suyos que ya tocó la Orquesta de Cámara de Valdivia, y de qué obra es el arreglo que le tocarán en octubre?

«Por el tema de la pandemia, la Universidad Austral estuvo haciendo el año pasado conciertos educaciones y ahí me encomendaron realizar un arreglo de piezas infantiles. Hice un tríptico de obras que una tiene como base Los pollitos dicen, otra la Canción de la Arañita y después la Estrellita, la típica estrellita dónde estás. Entonces ese arreglo se tocó, se grabó y se reprodujo por YouTube. Y lo que viene ahora van a tocar en octubre es un arreglo de Ma mere l’Oye de Ravel, para el conjunto de la orquesta que son sólo diez instrumentos. Va a haber una duplicación en cuerdas, pero sigue siendo una orquesta muy, muy pequeña».

Me parece que hacer un arreglo de Mi madre la oca es bastante significativo. No es una canción, digamos. Está muy orgulloso por eso, ¿no?

«Sí, mucho. Además, son tantos los proyectos entretenidos. Siendo amigo ya de los músicos de la orquesta, conocí a través de uno de ellos a un señor que se llama Benjamín Olivares que fue profesor en la Universidad Austral y que es dueño de uno de los dos pianos dobles que hay en Chile fabricados por Pleyel a fines del siglo XIX y que estaba en un museo de la Universidad Austral, expuesto, pero sin un proceso de conservación adecuado. Entonces conversé con este caballero y, conociendo al presidente de la compañía en la que trabajo, Juan Manuel Casanueva, quien tiene un interés patrimonial muy grande, hicimos un proyecto para restaurar ese piano. Y ese piano está siendo restaurado en estos momentos en Santiago por Nikola Mrkša, que es un técnico muy conocido, y esperamos tener ese piano disponible hacia fines de septiembre. La idea es poder hacer una gira de conciertos con la Orquesta de Cámara de Valdivia. Ahí también estoy ciento por ciento involucrado. Y en ese sentido mi involucramiento con la cultura local acá en Valdivia ha sido bastante fuerte; más aun ahora que tengo a mi cargo del Centro de Extensión de la compañía y como uno de sus brazos principales el museo, que no dirijo yo directamente, pero de alguna manera estoy ahí también. Así que ése es el bagaje y el background que tengo».

¿Hace cuánto vive en Valdivia?

«Hace doce años ya, llegué el año 2010, unas semanitas antes del gran terremoto, porque GTD, la empresa de la cual venía, adquirió Telefónica del Sur. Y yo me vine, justamente con Fernando Soro, a tomar el control de la compañía».

¿Cuál es su cargo en Telefónica del Sur o en GTD?

«Soy el director de Extensión de Telefónica del Sur. Telefónica del Sur es una empresa del Grupo GTD, entonces en rigor somos como GTD en el sur de Chile, esa es la imagen de marca».

Como ingeniero, ¿en qué consiste su trabajo en extensión en esta empresa?

«Extensión es mi cargo hace más menos un año y medio, porque nos dimos cuenta de la necesidad de vincularnos con las distintas comunidades y grupos de interés, más allá del negocio que realizamos. De ahí surgió esta idea. Y en paralelo estábamos trabajando en el Museo de las Telecomunicaciones, proyecto que terminé liderando hace ya dos años y medio, y que hoy gracias a Dios hemos inaugurado. Así que ha sido un desarrollo que ha mezclado la parte cultural con la parte de gestión más relacionada con la ingeniería, pero ha sido un muy bello trabajo, del cual estoy muy orgulloso, además».

Coordenadas
Presentación del libro de partituras Enrique Soro, composiciones de juventud, 1898-1901, Milán.
Jueves 26 de mayo, 12:00 horas. Auditorio del Instituto de Chile (Almirante Montt 454, Santiago).
El acceso es liberado, previa descarga de invitación en Academiachilenadebellasartes.cl.
Lunes 23 de mayo, 16:00 horas. Conservatorio de Música de la Universidad Austral de Chile (General Lagos 1107, Valdivia). Acceso gratuito.

Por Romina de la Sotta Donoso | 22 de mayo de 2022.

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