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Música

Emmanuel Sowicz: "Me dio especial alegría compartir la final en Tokio con Andrés Madariaga"

diciembre 21, 2022

El guitarrista chileno-británico obtuvo el cuarto lugar en uno de los más prestigiosos certámenes del mundo y su compatriota, el quinto puesto. Además, Emmanuel Sowicz estrenó en Japón una obra de Maximiliano Soto. Sigue comprometido con la música nacional y con las creaciones actuales.

Emmanuel Sowicz: "Me dio especial alegría compartir la final en Tokio con Andrés Madariaga"

Hace cinco años, obtuvo el primer premio del Concurso Dr. Luis Sigall. También ganó el premio del público, y entonces, el guitarrista Emmanuel Sowicz (1992) llevaba dos años estudiando en la Royal Academy of Music de Londres. Ya había cursado un magíster, y estaba haciendo un diplomado además de un posgrado en el Mozarteum de Salzburgo en paralelo.

Su victoria en el concurso viñamarino causó un impacto significativo en la escena local, algo particularmente meritorio en un país como Chile, tan fecundo en guitarristas clásicos de primer nivel.

«Lo más interesante de Emmanuel Sowicz fueron sus ideas musicales. Eran profundas y logró transmitirlas, incluso, cuando actuó con la orquesta, demostrando una gran prestancia para tocar con otros músicos, una preparación técnica muy buena y gran versatilidad», destacaba entonces una figura central de la guitarra en Chile, Romilio Orellana, quien era el único miembro chileno del jurado del Sigall.

Emmanuel Sowicz tenía entonces 25 años y ya había conquistado el primer premio en el Festival Santa María de los Buenos Aires, y ya había actuado en los festivales Spitalfields y de Canterbury, y en el Festival de Guitarras de Londres.

Hijo de británico y chilena, tiene las dos nacionalidades y estudió en pregrado con Ernesto Quezada en la Facultad de Artes de la Universidad de Chile. A este maestro le dedicó el premio: era el primero de sus alumnos que lograba el primer puesto en ese concurso. Para él, dijo entonces, eso era un honor. «El maestro Quezada me guió e impulsó por muchos años, y su legado perdura no solo en la memoria y el oficio de quienes estudiamos con él, sino en la comunidad guitarrística chilena en general», comentó, en una entrevista que quien firma la nota realizó entonces (ver aquí).

Asimismo, exhibió esa singular muestra de humildad y orgullo que caracteriza tan positivamente a los guitarristas más destacados de nuestro país. «También es un honor sentir que este premio que recibo pueda servir para inspirar a jóvenes generaciones de guitarristas, porque sé lo emocionante que es ver a un chileno arriba. La vez pasada lo ganó Emerson Salazar y estábamos todos muy contentos», declaró en la misma entrevista.

Aprovechó también de recalcar que no se trataba de un logro exclusivamente individual, sino que también era un reflejo de la nutrición que genera la reconocida y premiada escena guitarrística chilena. «Es algo que te impulsa. Desde que Luis Orlandini ganó el primer lugar en el Concurso de Múnich, en 1989, uno como estudiante sabe que algo puede hacer, si se esfuerza. El subconsciente colectivo de los guitarristas es súper nutritivo y para mí ha sido muy valioso tener a estas figuras a las cuales poder admirar. Desde Carlos Pérez, hasta José Antonio Escobar, Romilio Orellana, Luis Orlandini y Vladimir Carrasco, son todos excepcionales. Y también tengo compañeros de curso increíbles», aseguró.

Han pasado cinco años, y Emmanuel Sowicz vuelve a exhibir la misma saludable combinación de humildad y orgullo. Acaba de obtener el cuarto lugar en el exigente y enorme Concurso Internacional de Tokio, en su sexagésimo quinta edición. Y lo primero que aclara es que no fue el único chileno: «Me dio especial alegría compartir la final con el guitarrista chileno y mi amigo Andrés Madariaga, quien obtuvo el quinto lugar», dice desde Japón a Radio Beethoven.

«Con Andrés también fuimos compañeros en la cátedra del profesor Marco Tamayo en el Mozarteum de Salzburgo», agrega.

Emmanuel Sowicz con su diploma en la final del Concurso de Tokio.

Hacía cuatro años que Emmanuel Sowicz no participaba en un concurso. La última vez, en 2018, conquistó el primer premio en la London International Guitar Competition, por unanimidad.

¿Qué lo animó a volver a entrar a un concurso?

«Mi esposa, la pianista Yuko Sano, es japonesa e íbamos a visitar Japón. El Concurso de Tokio está entre los más prestigiosos del mundo, entonces pensé ‘Bueno, ¿por qué no tomar la oportunidad, prepararme y participar a ver qué pasa?’. La verdad es que mis alegrías más grandes vienen de superarme a mi mismo y compartir mi música tocando conciertos, por lo cual no me describiría particularmente como un músico competitivo. He participado en pocos concursos y cuando lo he hecho, usualmente ha sido con metas significativas a nivel personal. El primer premio en el concurso Dr. Luis Sigall en Viña del Mar me abrió muchas puertas en Chile, y ganar el concurso de Londres me ofreció grandes oportunidades para tocar en Gran Bretaña y Europa, permitiéndome establecer una carrera en mis dos hogares. Esto es lo que les da el mayor valor a estos premios, más allá de ganar. Desde que nos casamos con mi esposa, Yuko, Japón se ha ido convirtiendo en mi tercer hogar. Por ello, más allá de su resonancia a un nivel internacional, un reconocimiento en el concurso de Tokio me permite sembrar una carrera en Japón… Me permite vislumbrar un futuro en el cual las oportunidades profesionales en mi carrera coinciden más y más con los lugares y las personas que más atesoro en mi vida».

Cuéntenos cómo fue el Concurso de Tokio. ¿Cómo era el ambiente, la energía que se sentía?

«Lo primero que llama la atención es el público japonés, que es muy amante de la música y de la guitarra en particular, entonces pareciera haber mucho interés. Hay auditores que escuchan toda una final que dura casi cinco horas, sin irse. Se quedan ahí toda la tarde y escuchan guitarra y les encanta. Tocar para un público así es súper emocionante y ayuda un poco a olvidarse de que es un concurso, una competencia. Ayuda a sentir que es más un evento musical, algo donde uno está tratando de entregar un mensaje musical que es apreciado por el público. Ésa fue la energía que sentí. Y todos los concursantes fueron fantásticos, o sea, primeramente de un nivel súper alto, pero también humanamente eran súper cálidos y fraternos, así que fue un fin de semana espectacular, súper emocionante. Además, habían sido dos meses de preparación intensa, entonces esa motivación también es súper estimulante y ayuda montones para encantarse con lo que uno hace y tratar de dar lo mejor de sí».

Usted nos comentaba que en la final también estuvo Andrés Madariaga. Entiendo que fue la primera vez en que había chilenos en esa etapa del concurso.

«Sí, hablé con los organizadores y les pregunté si es que alguna vez en su historia habían habido concursantes británicos o chilenos en la final y me confirmaron que no. Fue súper emocionante encontrarme con Andrés ahí, porque nos conocimos cuando yo recién comenzaba mi camino musical. Yo era un adolescente de 14 años y lo conocí en Frutillar; él era un par de años mayor que yo, entonces siempre fue alguien que me estimulaba a estudiar. Encontrarme con él acá y estar en al final juntos fue súper, pero súper emocionante».

Dos chilenos en la final de Tokio: Andrés Madariaga y Emmanuel Sowicz.

El Concurso de Tokio, cuenta el guitarrista chileno-británico, consistió en tres etapas. En la primera, los participantes prepararon una grabación en agosto pasado. Luego, los seleccionados pasaron a la segunda etapa preliminar, que se realizó en vivo el sábado 3 de diciembre en el Hakuju Hall de Tokio. «La final fue al día siguiente, el domingo 4 de diciembre, con 6 finalistas en la misma sala. Hakuju Hall es, sin duda, una de las salas con la acústica más bella para guitarra en las que he tocado», detalla.

En la segunda etapa preliminar, Emmanuel Sowicz interpretó su propia transcripción de la Sonata K. 333 de Domenico Scarlatti, el primer movimiento de la Sonata Clásica de Manuel Ponce, que era obra obligada en el certamen, y el Fandango de Joaquín Rodrigo.

«Mi programa para la final duró 40 minutos, partiendo con las Bagatelas del compositor británico Sir William Walton, luego mi transcripción del Adagio y Fuga en Sol menor BWV 1001 de Bach, Folios del japonés Tōru Takemitsu, que era una obra obligada, y la Fantasía Húngara del húngaro Johann Kaspar Mertz», comenta.

«Creo que el Internacional de Tokio de este año ha sido el de mayor nivel de todos los tiempos: del primero al sexto, cualquiera podría haber ganado por su alto nivel de perfección», declaró en Twitter Shin-Ichi Fukuda.

Sowicz comparte una captura del tuit que publicó uno de los miembros del jurado, el famoso guitarrista japonés Shin-Ichi Fukuda, quien se refiere a la final del concurso. «Creo que el Internacional de Tokio de este año ha sido el de mayor nivel de todos los tiempos: del primero al sexto, cualquiera podría haber ganado por su alto nivel de perfección», traduce.

Las palabras del jurado son muy significativas, sobre todo pensando en las dimensiones de este concurso. Que no haya sólo tres primeros lugares, sino que se establezcan seis ya es bastante decidor…

«Sí, es inusual un concurso en que hay seis finalistas, en muchos son solamente tres finalistas, a veces cuatro. Creo que es genial porque les da la oportunidad a más participantes de entregar un programa que es bastante extenso, o sea, uno se prepara por meses para tocar 40 minutos en la final. Y tener la oportunidad de tocar ese programa en esa salla tan bella, Hakuju Hall, para un público tan amante de la guitarra es realmente un privilegio, así que eso en sí fue maravilloso y luego tener un premio es un agregado bien especial también».

Los seis primeros puestos del Concurso de Tokio. Publicación en redes sociales de los organizadores.

Antes del fin de semana de la final del Concurso de Tokio, usted dio dos conciertos allá en Japón. Uno con la pianista Yuko Sano, y otro solo. En el primero, tocaron incluso una obra del compositor chileno Maximiliano Soto. ¿Cómo fue eso?

«Mi esposa, Yuko Sano, es pianista y suele organizar conciertos anuales en un lugar que se llama Iino Hall, que es una sala para alrededor de 500 personas, y siempre le gusta incluir algo contemporáneo. El año pasado Maximiliano Soto vino a visitarnos en Inglaterra, donde vivimos, y durante dos semanas trabajamos juntos. Hicimos talleres, y nos escribió esta obra especialmente para nosotros que se llama Winters Dreaming, o Soñar invernal, que es como lo traduce él. y que está inspirada en el autor japonés Natsume Sōseki. Queríamos hacer el estreno japonés, entonces Yuko me invitó a tocar esta obra con ella en ese concierto que estaba con aforo completo, así que fue súper bonito poder hacer el estreno japonés de la obra que Maximiliano Soto nos escribió el año pasado».

¿Entonces ustedes, como dúo, ya habían estrenado Winters Dreaming?

«Habíamos hecho una grabación. Cuando él nos visitó y completó la obra, dos días después nosotros la grabamos con él en nuestro living y esa grabación está disponible en YouTube. Pero ésta era la primera vez que que nosotros la tocábamos en vivo. Max me dijo que otro dúo la había tocado en vivo hace algunos meses, entonces no creo que sea la primera presentación en vivo de la obra, pero ciertamente fue la primera presentación en vivo para nosotros y en Japón». 

¿Cómo fue la recepción del público de la obra de Maximiliano Soto y de su lenguaje tan propio?

«Esa pregunta es súper interesante. ¡Fue genial! El lenguaje de Max yo lo describiría como contemplativo, es casi como oír un paisaje. Las obras que programó Yuko eran para piano solo e incluían un arreglo de Liszt de música de Schubert, había una suite de Bach, una sonata de Beethoven y una obra de Schumann, entonces era un repertorio clásico romántico y entre medio esta obra de Maximiliano Soro, en un lenguaje completamente diferente. Creo que por eso mismo funcionó tan bien. La obra de Schumann, Waldszenen, son como escenas del bosque, y la obra de Maximiliano tiene una resonancia con esto, por su carácter contemplativo y los sonidos de la naturaleza; en cierto sentido el espíritu de la música encajaba muy bien con el resto del programa. Ahora sobre el público, un colega de mi suegro que llevó a su nieta, que es una chica pequeña, nos contó que la niña estaba sentada al borde de su asiento escuchando esta obra, muy concentrada. Nos pareció súper bonito que nos contaran eso, que un niño pudiera relacionarse con una obra contemporánea, que a veces tenemos el prejuicio de que es menos accesible. Esto prueba lo contrario».

Yuko Sano y Emmanuel Sowicz. Actuaron a tablero vuelto en el Iino Hall, que tiene 500 butacas.

Aquí hay un extracto de ese concierto del 13 de noviembre. La verdad es que Emmanuel Sowicz le apasiona el repertorio clásico para la guitarra y también la música contemporánea. A los 25 años ya había comisionado 15 composiciones y lo había hecho desde que estudiaba en la Universidad de Chile. Y ha seguido trabajando directamente con compositores, como lo demuestra su experiencia con Maximiliano Soto. En Londres, por ejemplo, ha presentado recitales completamente dedicados al repertorio chileno.

Dos semanas después de su actuación con Yuko Sano, Emmanuel Sowicz dio un recital solo en Kawaguchi Lilia, también en Tokio. «Es un complejo, como el GAM. Tiene varias salas, y yo toqué en la sala de cámara que es para 120 personas. También estaba lleno y ahí presenté el programa principalmente el programa del concurso y también hice un arreglo de una canción tradicional japonesa».

Emmanuel Sowicz en acción, en Japón.

En 2018, el hecho de conquistar el primer premio en la London International Guitar Competition, implicó para Emmanuel Sowicz conciertos en Serbia, Hungría, Bosnia y Herzegovina, Finlandia, Italia y España. Y también en Estonia: en el Festival de Guitarra de Tallin en el público había figuras como Arvo Pärt y Sting.

Su reciente actividad concertística también da cuenta de su compromiso con la música contemporánea. Entre 2018 y 2019, el guitarrista se integró a la Philharmonia Orchestra en el Southbank Centre para estrenar en Gran Bretaña Refrains II de Franco Donatoni, y también se sumó a la Sinfónica de la BBC cuando se estrenó Oceana de Osvaldo Golijov en Inglaterra, en el Barbican Hall, cantata inspirada en Pablo Neruda.

Igualmente actuó en el estreno absoluto de la ópera The Skating Rink de David Sawer, basada en la novela de Roberto Bolaño. Esto, en la Garsington Opera.

Todo ello, sin abandonar el repertorio tradicional ni las oportunidades de colaborar con otros elencos, por ejemplo, actuó con la Chineke! Orchestra en el Royal Festival Hall de Londres y en el Festival de Edimburgo en Escocia, en 2021.

En Gran Bretaña, donde reside, ¿combina la enseñanza y la carrera como concertista?

«Sí, estoy enseñando y tratando de incrementar la cantidad de conciertos que estoy dando. Me dedico a las dos cosas».

¿Y enseña en forma particular o en alguna institución?

«Enseño de forma particular, pero también como parte de lo que solía llamarse el London Russian Music Academy, que ahora se acaba de cambiar el nombre a Rachmaninov Music Academy de Londres».

Por Romina de la Sotta Donoso | 21-12-2022.

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