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Música

Alberto Rosado: "Le tengo pánico a la música clásica como música muerta, como música de museo".

octubre 31, 2022

El célebre pianista español ofrecerá dos conciertos en Santiago. En el Teatro Universidad de Chile, hará dialogar a Bartok con Ligeti y Jurtag. En el Centro de Extensión Oriente, estrenará en Chile obras de Georgina Derbez, Carlos Perales y Cristian Morales Ossio.

Alberto Rosado: "Le tengo pánico a la música clásica como música muerta, como música de museo".

Alberto Rosado. Foto: Juanan Barros.

Es una de las figuras centrales en la música contemporánea a nivel internacional. El pianista Alberto Rosado (1970) es mundialmente famoso y tiene una intensa agenda de conciertos. Su compromiso con la creación actual se traduce en un sinnúmero de estrenos absolutos, y trabaja en todos los ámbitos de la música, tanto acústica como mixta: de cámara, piano solo y con orquesta.

Miembro del PluralEnsemble que dirige Fabián Panisello y del cuarteto Fin du Temps, posee una extensa y reconocida discografía con sellos como Kairos, Neos y Verso. Ha trabajado con directores como Péter Eötvös, Susanna Mälkki, Jonathan Nott y Rafael Frühbeck de Burgos.

También ha colaborado estrechamente con más de un centenar de compositores, entre ellos, Pierre Boulez, Helmut Lachenmann, Cristóbal Halffter y Toshio Hosokawa.

Alberto Rosado vuelve nuevamente a nuestro país, para ofrecer dos conciertos. El primero será el 2 de noviembre, en el Teatro Universidad de Chile, y el segundo, el 3 de noviembre, en el Centro de Extensión Oriente. Este último es parte de su más reciente colaboración con el compositor chileno Cristian Morales Ossio (Arica, 1967), un proyecto financiado a través de un fondo concursable del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio. Se trata de la creación, el estreno y la grabación de una innovadora obra del profesor del Instituto de Música UC.

Alberto Rosado. Foto: José Pita.

Radio Beethoven conversó con Alberto Rosado respecto de esta colaboración creativa, de los interesantes programas que abordará en ambos conciertos, de su compromiso con la nueva música y de su vínculo con Chile.

Usted ha estado varias veces en Chile. ¿Cómo es su vínculo con este país? ¿Cómo ha percibido la recepción de las audiencias, de los artistas y de los compositores con los cuales ha interactuado?

«Ésta será la sexta vez que esté en Chile y para mí es un poco mi segunda patria, en el sentido de que me siento muy bien recibido en el país. En Santiago y también en Valdivia, tengo muchos amigos; amigos compositores, amigos intérpretes, y amigos que no son músicos. Realmente siempre me he sentido muy querido, muy acogido por parte de la Universidad Católica y también por parte de la Universidad de Chile. He tenido una colaboración estrecha con un gran número de compositores chilenos y también con varios instrumentistas, sobre todo pianistas y profesores de piano, porque en varias de las ocasiones he dado cursos de piano y cursos introductorios a música contemporánea. Pero también he trabajado el repertorio clásico. Los conciertos que he dado han tenido una recepción que ha superado muchas veces mis expectativas. De no ser por el primero de todos los conciertos en el cual toqué Schubert y Bartók, en el resto de los conciertos he tocado música contemporánea, la verdad es que ha sido realmente una alegría el recibir este tipo de feedback por parte del público, siempre agradecido por lo que he mostrado».

Usted acaba de estrenar la obra Travs, de Cristian Morales Ossio, en Salamanca, en el Conservatorio de Castilla y León, donde usted es profesor, y también la interpretó en el Festival After Cage. ¿Qué nos puede comentar al respecto?

«Fue un proyecto que Cristian Morales me ofreció hacer hace exactamente dos años, en plena pandemia. ‘Quiero volver a escribir algo para ti, pero quiero hacer algo diferente’ , me dijo, ‘quiero hacer algo en lo que tú también participes, que no seas sólo intérprete, sino que seas co-compositor de la obra’. Realmente no me he sentido como compositor, pero sí que me he sentido muy escuchado por Cristian, él me ha ido enviando materiales sobre los que muchas veces yo improvisaba y le grababa esas improvisaciones. También hemos trabajado mucho con el tema de la percusión, porque es una obra multitask para piano, pero también el pianista tiene que tocar teclado, un sampler, y también tiene que tocar la percusión. Son unos 30 instrumentos de percusión; gongs, tam-tams, placas de acero, cuencos tibetanos, cencerros, triángulos, instrumentos metálicos que generan una especie de sonoridad balinesa, de Java. Cristian ha hecho una obra que a mí me parece espectacular, de 22 minutos, con una electrónica refinada. Ya tuve la ocasión de trabajar con él en su obra Sept, y sabía lo refinado que es a la hora de escribir la electrónica, de buscar los sonidos, de combinarlos. En esta obra pues ha dado un paso más allá, de hecho, al combinar la electrónica con el piano, la percusión y también con el sampler. La he estrenado en Salamanca y a los dos días en Pamplona, y la obra ha tenido una acogida muy, muy buena por parte del público. Estoy deseando ya hacer el estreno chileno de la obra».

Sept, la primera obra que usted estrenó de Cristian Morales Ossio, usted la incluyó en su proyecto e-piano-video&electronics, ¿no es cierto?

«Sí. Era una de las siete obras que componían ese DVD e-piano, en el que trabajé estrechamente con varios compositores españoles y latinoamericanos. En esas obras había piano, electrónica y también video. Con Cristian siempre han sido trabajos intensos porque Sept era un conjunto de siete obras, de unos 20 minutos de duración, con riesgos para el pianista en cuanto la escritura de Sept es muy diferente de la de Travs. En Sept es más abstracta y en Travs es bastante más pianística y más modal, y es una música que yo creo que puede ser un poco más para todos los públicos que aquella tan abstracta de Sept«.

En entrevista, Cristian Morales Ossio nos explicó que en Travs había explorado el piano como instrumento de percusión, que era vital para él que hubiera esta relación entre la naturaleza percutiva del piano y los accesorios de percusión. Imagino que es un desafío interesante para usted trabajar siempre en nuevos lenguajes y cuando le piden que usted también tome gran parte de las decisiones como coautor, y que en este caso implica que tenga que desplegarse casi como un pulpo, ¿no? 

(Ríe). «Pues tenía que hacer muchas cosas. Sí. Pues para mí ha sido todo un reto, realmente. Pero un reto que estaba esperando desde hace tiempo. Todos los pianistas llevamos un percusionista dentro, porque realmente el piano es un instrumento de percusión. Es de cuerda percutida, y muchos pianistas nos sentimos atraídos por la percusión. Yo, de hecho, como profesor de música de cámara del Conservatorio Superior de Castilla y León, me encanta trabajar con todos los grupos que contengan percusión, bien sean dúos o tríos con piano, o sólo percusión, o con saxofón o con otros instrumentos, porque forma parte de mí. Pienso que la percusión forma parte del ser humano; la primera música instrumental que hizo estoy seguro de que fue con instrumentos de percusión. No se puede datar, claro, pero en chocar unas piedras, de una con otra, o unos palos… Yo creo que es parte de nuestra genética. Y realmente es parte de mi genética como pianista. Entonces, me hacía una ilusión extrema poder multiplicarme como pianista, ya no sólo tocar el piano, no sólo tocar un teclado al lado, sino también, como bien dices, tener más manos para poder tocar a la vez el piano y los instrumentos de percusión. Ha sido todo un reto, pero el resultado es tan satisfactorio que estoy muy contento».

También nosotros estamos muy contentos porque en el concierto que dará en el Centro de Extensión Oriente UC, el 3 de noviembre, interpretará las dos obras de Cristian Morales Ossio, Sept y Travs.

«Exactamente».

Alberto Rosado. Foto: Juanan Barros.

La presentación se realizará a las 19 horas, con acceso liberado. Las inscripciones son gratuitas y se realizan aquí. Todas las obras que se escucharán incluyen electrónica y en su gran mayoría fueron compuestas en los últimos cinco años. Alberto Rosado abordará a tres compositores que pertenecen a una misma generación y que poseen lenguajes muy distintivos: Georgina Derbez (Ciudad de México, 1968), Carlos David Perales (Úbeda, 1979) y Cristian Morales Ossio (Arica, 1967). De cada uno de ellos interpretará dos obras.

Así, abrirá con Expandable Self (2021) y Las pupilas de la luna (2020), de Georgina Derbez, dos obras que fueron compuestas durante la pandemia del Covid y que fueron estrenadas en línea en el ciclo Coronavídeos, de Alberto Rosado. Luego será el turno de Dolcissimo-in termini stremi nº1 (2018) y Pochissimo-in termini estremi nº4 (2020), de Carlos David Perales. Esta última también fue estrenada por el pianista en forma virtual.

Se sumarán dos creaciones de Cristian Morales Ossio: una selección de Sept (2009), obra que el propio Alberto Rosado estrenó en una anterior visita a Chile, y Travs, la cual además integra percusión, en su estreno en Chile. Vea las notas al programa aquí.

¿Cómo diseñó este programa?

«Quería que fueran obras lo más recientes posibles, de estéticas diferentes y que todas contuvieran la electrónica como elemento conductor. Los tres compositores son rabiosamente actuales y están en un momento de plenitud compositiva, haciendo unas obras que a mí me parecen maestras. Entonces quería confrontar la obra de Cristian con la obra de otros compositores. Las obras de Georgina y de Carlos Perales las he elegido porque tienen algo en común, que es que están escritas durante la pandemia. Bueno, una de Carlos Perales está escrita un poquito antes de que comenzara toda esta pesadilla que vivimos. Y las estrené vía YouTube, no las estrené en vivo hasta hace unos días que las he estrenado en Salamanca, luego en Pamplona y haré el estreno chileno como bien dices el día 3 de noviembre. Son obras que explotan el piano en todas sus dimensiones dinámica, rítmicamente, agógicamente, cada una tiene un pulso diferente. Las de Georgina, que se pueden ver en YouTube, están acompañadas por un montaje de video, y una de ellas, Las Pupilas de la luna es una obra un poco escalofriante. Se basa en una nana que la compositora escribió después de ver una foto de una presa mexicana dando el pecho a su hija a través de los barrotes, y la obra tiene momentos de dulzura mezclados con una crudeza infinita, como la de esa misma foto. A la vez tenemos obras que son más virtuosísticas, más pianísticas, como Dolcissimo y Pochissimo de Carlos David Perales, en las que explora los límites de ciertos gestos pianísticos. En el caso de Pochissimo los explora de una manera muy divertida, o sea, con una electrónica que de alguna manera bueno tiene momentos cómicos, está llena de guiños hacia el pianista, pero también hacia el público, con gestos muy rápidos que imitan la percusión. Dolcissimo es rapsódica y en ella el piano dialoga con una especie de meta-piano que existe dos octavas por debajo o por encima de lo que el piano puede llegar a tocar. Me pareció un programa muy completo, combinar estas seis obras de de música con electrónica, llevadas desde puntos muy diferentes, todos de habla hispana, México, Chile y España, y de compositores que son de generaciones similares».

Todas estas obras tienen electrónicas. ¿Cuándo sintió usted atracción por la música mixta, y cuándo se apasionó y comprometió con ella? Para usted, la tecnología, ya sean computadores o cintas, ¿son recursos con los cuales se puede trabajar como intérprete y como compositor, son parte de la misma música? ¿Cómo ve usted esa interacción entre la electrónica, la electrónica en vivo, en tiempo real, pero también la grabada y otros recursos con los instrumentos? ¿Cómo ve la música mixta?

«Pues la veo como algo natural y algo mágico. Es mágica la unión entre algo que está pasando en vivo, en la realidad, y algo que está grabado, pero que se le da vida en el momento en el que interacciona con un ser humano. Esa diferencia entre la electrónica pura, sin ningún instrumento y la electrónica mixta es realmente es un momento que me fascina, y que me lleva fascinando años. Siempre me voy atrás al hecho de que mi padre era técnico de televisión y de equipos de sonido y a mí me gustaba mucho ir por el taller que tenía y mezclarme ahí entre todos esos aparatos. Siempre me ha gustado lo relativo a lo electrónico; en algún momento de mi vida me gustaban tanto los sintetizadores, aunque nunca tuve uno, pero me gustaban tanto eso, que yo creí que eso era el futuro y no el piano (ríe). Por suerte me equivoqué; el piano fue el futuro. Los sintetizadores, los teclados, lo que se puede conseguir ahí, es algo que ha explotado mucho la música no clásica y siempre me ha atraído porque me gusta todo tipo de música, la clásica y la no clásica. Entonces con el tiempo, probé a tocar algunas obras en las que había existía este tipo de interacción y desde el principio me sedujo esa relación. Grabé el disco e-piano, he tocado mucha música con piano y electrónica, he hecho mi trabajo de fin de máster sobre la interacción entre el piano y la electrónica en la música española. Y aparte de estudiarlo, he hecho muchos encargos a muchos amigos, compositores, he estrenado muchas obras y con mis alumnos también trabajo mucho porque a ellos les fascina. Con la electrónica puedes sentir que tu instrumento se expansiona, teniendo unos bafles, hasta unos fables de bluetooth, ya puedes hacer cosas con las que tu instrumento se multiplica por varios o a otro instrumento lo arropa un contenido musical, una estructura musical».

Ahora entiendo por qué dijo en una entrevista que de niño quería ser pianista e ingeniero dl telecomunicaciones. Esa pasión, entonces, la tiene desde el entorno familiar en el que se fascinó con el tema.

«Pues sí. Exactamente (ríe). Me viene de ahí, y es también una especie de también de recuerdo de mi padre, de esos tiempos. Él trabajaba tanto en ese terreno que en algún momento la gente me decía ‘bueno, pues tú seguirás también siendo técnico de televisión’. Parece que el hijo tenía que seguir los pasos del padre. Yo nunca fui técnico en televisión ni nada parecido, pero parece que ahora me reúno con aquel niño, aquel adolescente y hago esas dos emociones que tenía, el piano y la electrónica, pues las he combinado».

Afortunadamente ha sido así. En 2015, en una visita que fue coorganizada por la UC, la Universidad de Chile y la Academia Chilena de Bellas Artes, ofreció el seminario Kurtág-Ligeti. ¿Va a dar clases magistrales en esta visita a Chile?

«Sí, el viernes 4 daré en la Universidad Católica unas seis horas de clases magistrales, dirigidas tanto a compositores como a pianistas y el resto de instrumentistas».

¿En qué se centrar´´a?

«Yo llevo toda mi todos mis archivos y voy a estar muy abierto a los alumnos. Sobre todo hablaré de la conjunción entre piano y electrónica, trabajaré obras pedagógicas para piano y electrónica que se pueden tocar desde los 10, 12 años y de diferentes tipos de interacción entre electrónica fija, con cronómetro, con claqueta o con algo que estoy utilizando, y estoy tratando de exportar a muchos sitios porque creo que es la mejor manera de interactuar con la electrónica, que es la video partitura. También voy a estar abierto; si algún alumno quiere trabajar conmigo una obra de Takemitsu, algo de George Crumb o alguna música de un compositor chileno, pues estaré abierto a esas propuestas. Mi núcleo fijo será esa interacción entre piano y electrónica, pero también estoy abierto a la posibilidad de dar clases de repertorio tradicional. ¿Por qué no? ya que estoy allí, pues, me apetece que me ‘utilicen’ para cualquier cosa que crean que pueda ser provechoso de los alumnos de la Universidad Católica».

Alberto Rosado. Foto: Santi Barugño.

No podemos no hablar sobre el fantástico programa que usted va a presentar en el ciclo de piano del Teatro Universidad de Chile, ciclo que dirige artísticamente Luis Alberto Latorre. Será el 2 de noviembre, y abordará a tres grandes compositores húngaros, pero intercalando, selecciones de una obra grande como Juegos de Kurtág, y de Estudios de Ligeti con otras piezas de Bartók. Me interesa cuando dice que quiere que el programa sea una obra viva. Es decir, que quien vaya se quede pensando y no sea lo mismo que escuchar un disco.¿Cómo pensó este programa? ¿Qué quisiera comentarles a los auditores sobre este programa?

«La verdad es que lo has definido muy bien. El programa es justo eso. Cuando voy a un concierto hay veces en que me aburro con las propuestas porque son las mismas propuestas que escuchaba hace 40 años, en cuanto a que son obras completas, hechas de arriba a abajo, que vale, pueden tener una especie de hilo conductor, pero que son propuestas que he visto muchas veces. Yo mismo sigo haciendo ese tipo de conciertos… ¿por qué no hacer no sé un programa con los tres cuartetos de Brahms, con piano y cuerdas, que es muy gratificante también para el intérprete? Pero de cara al público me gusta llevar cosas nuevas, me gusta provocar una sonrisa en el público cuando dicen ‘ah, mira, esto lo ha elegido porque tiene relación con esto, y con esto otro. Ah, vale, vale’. De la Sonata de Bartók no hago los tres movimientos seguidos, sino que introduzco movimientos, obras dentro de cada uno de los espacios entre esos movimientos que tiene relación con el movimiento anterior o con el movimiento siguiente, y que hacen que esa música de alguna manera se vea desde otro prisma diferente. Hacen que esa música reviva de alguna manera. Yo le tengo pánico a la música clásica como música muerta, como música de museo. Mi manera de hacerla revivir es haciendo que haya una especie de cortocircuito entre piezas de varios compositores. Esto no es algo que se me haya ocurrido a mí, esto es algo que hacen muchos pianistas, en el caso por ejemplo de quien fue mi profesor, Josep Colom, él desde hace algunos años lleva haciendo conciertos en los que mezcla música de Mozart y Chopin, de Bach y Brahms, de Brahms y Schoenberg, de César Franck con Bach otra vez, hace este tipo de combinaciones, y las hace además haciendo enlaces entre las obras para que para sean obras como se hacían también hace tiempo. Es que realmente la música no se presentaba como la presentamos nosotros, las obras íntegras, pues el propio Brahms presentaba sus obras tocando o los pianistas que tocaban Brahms tocaban dos movimientos de unas piezas, otro de otra y lo mezclaban con la música de otro compositor. Elegían un poco las obras que les parecía que combinaban, o las obras que les parecía que podían ser más atractivas para el público, que al fin y al cabo es el que está allí, el que va a vivir ese concierto.Entonces me gustan mucho las propuestas, por ejemplo, de Uri Caine con las Variaciones Golderg, que hace dialogar con improvisaciones de jazz en muchos estilos. Como oyente, a mí eso me atrae muchísimo. Entonces, como intérprete quiero quiero dar una propuesta diferente. ¿Qué propuesta puedo hacer en la que se dialogue con la música de Kurtág, pues bueno, voy a hacerlo dialogar con la música de otros compositores húngaros, en este caso. A mí me me une mucho a Hungría el hecho de que estuve estudiando dos años en la Academia Franz Liszt de Budapest, y hay mucha música de Ligeti y de Kurtág que está impregnada de la música que hizo Bartók. Pero de igual manera uno le puede dar la vuelta y puede hacer que la música de Bartók llegue a sonar muy emparentada a la música de Ligeti como si Bartók la hubiera escrito después de haber escuchado Ligeti o después de haber escuchado Kurtág. Doy un poco la vuelta a la historia, y trata de emparejar momentos históricos diferentes, algo escrito en 1923 con algo escrito en 1985 o en 2002. Ese tipo de idea creo que puede hacer que la música viva, o sea, que la música sea una música que no esté acartonada, que no sea demasiado parecida a lo que escuchábamos en un compact disc y más parecida a lo que podemos escuchar en una lista de Spotify que podemos hacernos nosotros y que podemos combinar también diferentes tipos de música. Cada vez me atrae más eso, o sea, un concierto que sea muy diverso, y en el que se tienden muchos puentes. Ya lo verá el público, hay muchas coincidencias, muchas diferencias también. Muchas maneras de hacer que digas ‘parece que es la misma obra y parece que no, no encuentro cuando empieza Bartók y cuándo termina Ligeti, parece un poco el mismo tipo de música, parece como si hubiera sido concebida casi a la vez. Ha pasado lo mismo con otras propuestas que he hecho, como Messiean- López López, o Messiaen-Schubert, por ejemplo, que funciona muy bien y que de repente la gente me decía ‘ah, es que no sabía cuándo empezaba Messiaen y cuándo empezaba Schubert’. Imagínate, qué músicas tan diferentes que estaban separadas de un siglo y de estéticas muy muy diferentes, pero que, dependiendo de cómo se elijan las obras, de repente combinan y uno le encuentra ese tipo de relaciones».

Es impresionante porque en esta curaduría que hace usted, está el paso a paso, de cuál va enganchando con la siguiente, pero además de eso hay una progresión dramática o una especie de dramaturgia de inicio a fin. Usted explica en las notas al programa del concierto que dará en el Teatro Universidad de Chile que se inicia con una suerte de fanfarria, con piezas de carácter dancístico, que son festivas, que luego hay lamento y que finalmente hay una especie de Gran Finale, propio de las sonatas, con un aceleramiento, que es muy intenso, que es progresivo. Entonces hace las dos cosas: las va enlazando, emparentándolas, haciendo reflejarse unas con otras, pero también nos conduce como si fuera una gran obra todo el concierto. Muy interesante.

(Ríe) «Sí. Ésa es mi idea. Bueno, a ver si el público piensa lo mismo (ríe). Porque una cosa es la idea, y otra es ponerla en ponerla en marcha».

El programa se titula «El pianismo húngaro en el siglo XX». Vea acá abajo el detalle.

Este programa lo presentó ya en Salamanca, el miércoles 26 de octubre, y el viernes 28 dio un concierto con su cuarteto Fin du Temps: contrastando el estreno de una obra de una compositora española y Cuarteto para el fin de los Tiempos de Olivier Meesiaen. Esa noche tomó el vuelo hacia Santiago.

Alberto Rosado. Foto: Michal Novak.

Usted ha sido muy activo en la defensa de que en las instituciones que forman a músicos profesionales también se les enseñe música contemporánea. ¿Cuán importante es que eso suceda? Por que no basta con que los intérpretes como usted presenten esta música, con programas interesantes, que ustedes los intérpretes no sólo logren convencer a la gente que está a cargo de la programación de las salas de conciertos, que personas como usted vayan a todos los escenarios posibles, cumpliendo esta misión de difundir la música de todo el siglo XX y también de compositores vivos. ¿Cuán importante es que también las instituciones se hagan cargo de enseñar la música contemporánea para la supervivencia de la música misma clásica?

«Sí. Vamos, estoy de acuerdo con todo lo que ha dicho: es absolutamente necesario que los programadores se atrevan a mostrar música contemporánea bien hecha, bien presentada, muchas veces combinada con otras músicas, con músicas clásicas o con otro tipo de música. Es fundamental que los programadores y que las instituciones apoyen este tipo de iniciativas. Desde el punto de vista didáctico de la pedagogía, yo no entiendo cómo enseñar piano, por ejemplo, o cualquier otro instrumento, sin enseñar un siglo de música. Y, además, el último siglo música, que está compuesta para que la toquemos los intérpretes que estamos viviendo ahora, porque esa música no la pueden tocar los intérpretes que ya han muerto y esa música no está hecha para que se toque dentro de cien años. La música, como la música de Mozart, está para ser consumida en este mismo momento. Entonces uno puede pensar lo que quiera de la música contemporánea. Puede pensar que hay música contemporánea mala, como la hay, tal como había música mala, y muy mala en el Clasicismo y en el Barroco, pero en ese momento se tocaba toda esta música. Hoy vivimos junto a toda la música del pasado, que es fantástica, pero no por eso nos podemos olvidar de la música del presente. Entonces esta programación de Luis Alberto Latorre me parece fantástica. Esto de que me diga ‘vale, ven a tocar, y tocá de lo tuyo. Tocá Ligeti o tocá lo que quieras, pero también combínalo con algo un poquito más para todos los públicos’. Me parece genial que él me haya pedido esto porque él es alguien que hace mucha música contemporánea, y creo que eso es fundamental. Es igual de fundamental en el caso de todo profesor de un instrumentista, decir, ‘vale, tú tienes que tocar Bach, tienes que tocar Mozart, tienes que tocar Beethoven, pero también tienes que tocar Ligeti, George Crumb, Takemitsu. Es fundamental que toques algún compositor que esté viviendo contigo, en tu mismo tiempo. Es fundamental que tú trabajes con un compositor, porque así te das cuenta de cómo piensan los compositores en general, de cómo es acercarse a la creación. Yo he aprendido tanto de los compositores como de mis profesores, yo diría, hasta un poco más, porque me han acercado a entender la música desde otra óptica, y es una pena que esto pues que esto se pueda perder. Entonces, que una institución apoye esto es es fundamental. O sea, es que tiene que ser así. La que no lo apoye, pues, la que no apoye la producción, la interpretación, la visibilidad de dar visibilidad a la música actual, yo creo que realmente no está haciendo el servicio a la sociedad que tiene que hacer una institución educativa». 

Coordenadas

  • 2 de noviembre. «El pianismo húngaro en el siglo XX». Obras de Béla Bartók, György Ligeti y György Kurtág. Ciclo de Piano del Teatro Universidad de Chile. 18 horas. Providencia 043, metro Baquedano. Entrada general a $10.000 y descuentos de hasta 40% para estudiantes y adultos mayores, a través de venta en en boletería y en los teléfonos 22 9782480-81. Más informaciones aquí.
  • 3 de noviembre. Música hispanoamericana del siglo XXI. Obras de Georgina Derbez. Carlos David Perales y Cristian Morales Ossio. Centro de Extensión Oriente, Jaime Guzmán 3.300. Acceso liberado, previa inscri´pción aquí. Más informaciones aquí

Por Romina de la Sotta Donoso | 31-10-2022.

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