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Música

David del Pino: los nuevos planes de un director excepcional

diciembre 14, 2021

Es una figura fundamental de los últimos 30 años de la escena musical chilena. Dirigirá el Concierto de Navidad UC 2021 y anuncia que volverá a ser titular de la Orquesta Usach desde 2022.

David del Pino: los nuevos planes de un director excepcional

David del Pino Klinge (Lima, 1960) ha sido una figura capital en la escena chilena de la música de tradición escrita en los últimos 30 años. Fue director titular de la Orquesta Sinfónica Nacional de Chile entre 2001 y 2006, y de la Orquesta Usach, entre 2009 y 2012. Y en ambas su impulso perfeccionador fue clave. Amplió significativamente el repertorio de la primera y le dio voto a sus músicos, dando así un paso firme en la madurez de este grupo de artistas que conforman, todos juntos, un solo instrumento. Además, en su período hizo que sonaran 90 obras chilenas por primera vez, fundó la recordada «Temporada del descubrimiento» con jóvenes talentos ganadores de concursos e inauguró la Colección Bicentenario de la Música Sinfónica Chilena, con tres discos. Otro tanto hizo con la Orquesta Usach, expandiendo el repertorio y la propia orgánica de la agrupación, con un desarrollo artístico evidente.

David del Pino Klinge celebró sus 40 años de carrera como director con varios conciertos. Uno de ellos fue con la Orquesta Usach, en 2017. Foto: Extensión Usach.

Pero no sólo su compromiso con la música y los intérpretes chilenos dejó una profunda huella. David del Pino Klinge fundó la cátedra de dirección orquestal en la Universidad de Chile, la primera y única del país. La lideró entre 2001 y 2013, y formó a varias generaciones de batutas, entre quienes se cuentan Víctor Hugo Toro, Paolo Bortolameolli, Lautaro Mura, Pablo Carrasco, Francisco Núñez y Paula Torres. Asimismo, ha enseñado dirección de orquesta también en Perú y Argentina por más de 30 años.

Además, entre 1992 y 2007 fue en dos períodos titular de la Sinfónica Nacional de Georgia y fue titular de la Sinfónica de Rosario hasta 2019. Ese año decidió reducir su actividad. Pero ni la pandemia lo ha detenido.

Ahora mismo está ensayando intensamente en el Campus Oriente UC, pues fue invitado para dirigir el Concierto de Navidad UC, que se ofrecerá el miércoles 15 de diciembre. Hemos conversado con David del Pino Klinge al respecto de esta entrega, de su compromiso con la formación y de su relación con Chile. Pero también de los grandes nuevos planes que tiene y que marcarán una nueva etapa a cargo de una orquesta chilena.

¿Qué representa para usted trabajar con elencos de la Universidad Católica? ¿Cómo fueron sus experiencias previas?

«Diría yo que la institución con la que menos he trabajado activamente ha sido la Universidad Católica. Pero las experiencias han sido siempre muy buenas. Por ejemplo, las óperas que hice con la régie de Miryam Singer, entre las cuales está Così fan tutte, La Flauta Mágica, y que la Universidad Católica era una de las instituciones que participaban. Después, he dirigido algunos conciertos sinfónicos con la participación del coro de la UC, y un concierto de música contemporánea, en 2008, con la Orquesta de Cámara UC, donde el violinista David Núñez tocó el Concierto para violín y orquesta de vientos de Kurt Weill. Así que tengo algún tipo de pasado con la Universidad Católica, ralo en intensidad de fechas, pero de muy buenos recuerdos musicalmente hablando».

¿Qué les diría a los auditores de Radio Beethoven a modo de invitación al Concierto de Navidad UC?

«Les diría primeramente algo que no es musical, que después de este angustioso año pandémico, toda muestra musical en vivo es un elemento de ánimo, de energía positiva, y que se atrevan a ir a escuchar en vivo esta experiencia que será muy hermosa porque el repertorio es delicado y tiene un mensaje de esperanza muy pacífico de escuchar. Creo que será un concierto del cual nadie podrá salir sin haber sonreído. Además, la combinación de la acústica del Templo Mayor y este tipo de repertorio produce un resultado musical sonoro mágico».

Hablemos del repertorio de este programa. ¿Qué le gustaría destacar?

«Desde el punto de vista orquestal, la obra más universal y más conocida, es la que lleva como solista a un arpa, en este caso la primera arpa de la Sinfónica Nacional, que es Maria Chiossi. Son dos pequeñas obras en una: la Danza Sacra y la Danza Profana de Debusy. Es de lo mejor de música impresionista, donde el arpa es tratado de muchas maneras, un poco arcaicamente, como si fuera música antigua en la primera danza, en la Danza Sacra, y con una efectividad delicada en la Danza Profana, un vals con un poquito de romanticismo y pasión que contrastan con la primera danza. También destaco la canción de cuna de Gershwin, que lejos de ese Gershwin totalmente jazzístico, alegre y basado en las canciones populares del sur de los Estados Unidos, tenemos aquí un Gershwin delicadísimo. Esta canción de cuna en el estilo de Gershwin es una verdadera joyita».

El Concierto de Navidad UC se realizará a las 19:00 horas, en el Campus Oriente, con un aforo de 100 personas e inscripciones gratuitas aquí. Será, además, transmitido en directo en Musica.uc.cl. Actuarán el Coro de Cámara y la Orquesta de Cámara UC, y además de Danza Sacra y Danza Profana de Debussy se interpretará A Ceremony of Carols, de Benjamin Britten, y dos números del Oratorio de Navidad de Camille Saint-Saëns, de cuya muerte se conmemorarán cien años al día siguiente, el 16 de diciembre, el preludio y Tollite Hostias. «Es música muy amable la de Saint-Saëns, muy agradable, muy armoniosa, y como para transmitir un poco de paz, sonrisa y relajamiento al final del concierto, viene muy bien», apunta David del Pino.

Ensayo en el Campus Oriente del Concierto de Navidad UC 2021. Foto: Carlos Arriagada.

 «La obra para mí más importante del programa es la Ceremonia de de Villancicos de Benjamin Britten, que en realidad es una colección de canciones antiguas de los siglos XIV y XV, con toda la simpleza, con toda la sobriedad que caracteriza a esta música que es de una sola melodía, pero que Britten la convierte en música para el siglo XX, sin que pierda su esencia. O sea, es música armonizada acompañada por un arpa. Y esa armonización siempre en los límites tan característicos de Britten, el buen gusto, la sobriedad y el toque mesurado de emotividad, que es lo que hace que Britten sea un gran, pero gran compositor del siglo XX. Esa obra es muy hermosa», asegura el director.

Me interesa mucho que retome usted a Britten, pues es uno de los compositores que más vinculamos a usted. ¿Cómo es, justamente, su vínculo con Britten?

«A mí me cayó de casualidad este reconocimiento por Britten porque hace muchos años hice por primera vez con la Sinfónica Nacional el Réquiem de Guerra, quizás la obra más grandiosa y más compleja de Britten, que lleva dos orquestas simultáneas, solistas por un lado, solistas por el otro, coro de niños, gran coro sinfónico, y debido a eso es que me invitaron en otra parte de Latinoamérica a hacer también el Réquiem de Guerra. Varios años después de que dejé el titularato de la Sinfónica Nacional me invitaron nuevamente, me parece que fue en 2011, para volver a hacer el Réquiem de Guerra, así que de ahí tengo esa fama de ser cercano a Britten. Ahora, algo de cierto hay, la música de Britten a mí me parece de lo mejor que se ha escrito en el siglo XX. Es música que nunca deja de tener un elemento básico indispensable para mí, que es el buen gusto. Nunca se cae en lo fácil, nunca se cae en la exageración, en lo repetitivo, en lo muy obvio. Y al mismo tiempo, nunca pierde calidez, desde el punto de vista armónico siempre hay una mano que está tomando el pasado de la música del siglo XIX. Hay un contacto humano en la música de Britten que hace que para mí sea un compositor muy especial. Hablo de la parte emocional y espiritual de Britten, porque obviamente como técnico es un gran maestro de la orquestación. Lo que hace con estos villancicos antiguos es magnífico, no les quita en ningún momento la originalidad, pero lo viste con muy buen gusto, con sobriedad, con algo de color contemporáneo, tanto desde el punto de vista armónico como del punto de vista de orquestación».

Fui a las dos entregas que usted condujo del Réquiem de Guerra con la Sinfónica de Chile, cuando estrenó esta obra en nuestro país, en 1999, y la segunda vez, en 2011.

«Pasaron más de diez años entre uno y el otro. La primera vez le pedí al público que no se aplaudiera.. y fue sobrecogedor. Fue tan sobrecogedor para todos, que la segunda vez ya no pedí eso (ríe). Porque el público como que quería expresar su emoción y salieron todos compungidos, entonces diez años después no dijimos nada y el público pudo expresar su aplauso sin limitaciones».

Respecto de Britten me sucede que sus óperas me interesan. Sin ser particularmente aficionada a las óperas, me interesan las de Britten porque son profundamente musicales, se sostienen en la música, él habla con la música.

«Estoy de acuerdo contigo. Mi interpretación es ésta: él es un gran ser humano. Por supuesto que para ser un grande hay que ser una gran técnico, musicalmente hablando, pero hay muchos grandes a través de los cuales no pasa toda la humanidad, a diferencia de él. En las óperas de Britten el texto tiene una prioridad, o sea, lo que se dice, el ser humano. Por lo tanto la música, por más que sea gran nivel, cobra un aspecto de envolver al texto, y el protagonismo sigue siendo de la persona, no el compositor. Y eso hace que las óperas de Britten tengan esa profundidad que arrastra. Yo pienso que ése es el punto: la humanidad al fin y al cabo».

Es muy interesante lo que dice, porque tiene que ver con el concepto de humanista que uno puede tener de los grandes creadores. Es un tema bastante en la palestra hoy en día, en que se le exige a los grandes artistas también humanidad. Cuando se revisa hacia atrás, hay un replanteamiento sobre el valor humano detrás de las grandes obras. Entonces es interesante pensar en eso, en el humanismo que está presente en grandes creadores.

«Absolutamente. Y en el caso concreto del Réquiem de Guerra es imposible haber escrito esa obra con esa profundidad y con ese dolor profundo, con ese remordimiento de la humanidad, si uno no cree primeramente en el ser humano. Y por supuesto, de la mano ya de un gran dominio técnico. Pero de qué serviría el gran dominio técnico si no está la raíz, la columna vertebral de lo anterior. Y eso se ve en las obras de Britten. Una vez me preguntaron en una entrevista cómo definiría aBritten, y yo ensayé varias frases, todas posiblemente correctas, pero me quedé con una: él nunca es protagonista de su obra, y eso me parece genial. Él nunca está en el centro de lo que escribe, deja que el mensaje fluya a través de él. En otros compositores de ópera geniales uno disfruta de la vitrina de cristal de la orquestación, de las arias, de los textos, pero al fin y al cabo siempre está presente el autor ahí. Britten deja que la idea, el drama, el mensaje, el texto, que finalmente el ser humano pase a través de su talento de compositor y él se queda en la sombra. Lo cual, al fin y al cabo lo hace más grande todavía».

Veo un punto en común con el rol que usted le asigna al trabajo suyo como director. Recuerdo haberlo entrevistado en el pasado y que usted mencionaba eso, que en el fondo usted es un instrumento para la música.

«Sí. Yo sé que suena medio arrogante decirlo, pero como lo digo de corazón y lo creo, no me da vergüenza decirlo. Alguien podrá decir qué fácil es decir cuán humilde soy. Pero la realidad es ésa, yo cuando subo al pódium no me doy cuenta ni siquiera que estoy, porque cuando termina el concierto me quiero ir rápidamente a casa. Trabajo apasionadamente por traducir al compositor y pienso que ya eso es suficiente trabajo; es enorme trabajo como para después todavía participar en el lucimiento personal que, al fin y al cabo, es inevitable, ¡no? Todos los artistas en el fondo deberíamos ser un poquito así, ser traductores de la partitura. Y si la podemos mejorar con un poquito de emotividad, de ideas extras, un poco de maquillaje, fantástico, pero al fin y al cabo tenemos que recordar todos que no creamos nosotros la obra. Fueron otros las que las escribieron».

«A partir del 2022 estoy a cargo nuevamente de la dirección artística de la Orquesta de la Usach»

David del Pino Klinge

En 2017, David del Pino Klinge celebró 40 años de trayectoria como director, con conciertos con varias orquestas, entre ellas, la Filarmónica de Montevideo, la Sinfónica Nacional de Lima y la Sinfónica de Mendoza. También con la Orquesta Usach (ver nota aquí). «Qué pena que no va a haber otros 40 para seguir aprendiendo», comentaba entonces en una entrevista que le hice para un diario (ver aquí).

Le pregunté qué lugar había ocupado hasta entonces Chile en su carrera. «Matemáticamente podría ser un cuarto de mi carrera (ríe), y hay que sumarle todos los años que he venido como invitado. Pero artísticamente Chile representa mucho más para mí», contestó.

David del Pino y la Orquesta Usach en el estreno de Postrimerías, de Esteban Correa, en 2019. Aula Records publicó luego un disco con esta obra. Foto: GaryGo.

Este músico nacido en Lima y con ascendencia alemana, se nacionalizó chileno a mediados de los años 2000. Y en este momento volverá a asumir un compromiso con la música chilena, después de haber decidido, hace dos años, no asumir más la titularidad de una orquesta. Se decidió porque su nuevo cargo tiene la doble dimensión que ha marcado su carrera: liderar ese instrumento tan particular que conforman decenas de intérpretes y trabajar activamente por las nuevas generaciones de directores.

¿Qué nos puede comentar de sus proyectos actuales?

«Fui titular de la Orquesta Sinfónica de Rosario entre 2014 y 2019; me despedí de ellos a principios del 2020, con la idea de, ahora sí, finalmente poner en práctica un proyecto mío personal, que era no más directorados titulares, sino dedicarme un poquito a mi vida personal. Iba a ser abuelo, ahora ya soy abuelo, tengo todo un capítulo nuevo en mi vida personal, humana, y la novedad de ser abuelo me está ocupando gran parte de mi emotividad de vida. Un abuelazgo que comenzó durante la pandemia obviamente. Entonces yo había tomado la decisión de dedicarme sólo a dirigir como invitado y tener resueltos mis próximos años de vida de esta manera. Pero la pandemia nos ha cambiado la vida a muchos, y quizás a todos, tanto desde el punto de vita anímico como filosófico, de reacomodar nuestras prioridades, y también desde el punto de vista laboral. El hecho es que a partir del 2022 estoy a cargo nuevamente de la dirección artística de la Orquesta de la Usach, una orquesta con la cual tenemos una relación tan afectiva de tantos años. De la Orquesta Usach yo he sido titular solamente dos años, pero hemos mantenido durante estos quince años una relación muy intensa, muy cercana. En estos días, justamente, estoy grabando con ellos un nuevo disco de música de compositores chilenos. Ellos ya saben que en 2022 tengo muy poco tiempo para estar presencialmente con ellos, por lo tanto quizás no esté más de cuatro meses y medio en el año, pero ya asumo 100% el liderazgo de la orquesta para poder en el 2023 estar más tiempo ya con ellos, lo cual me llena de alegría, pues es una orquesta en la cual uno se siente literalmente en familia. La realidad es ésa, yo llego a la Usach y es como estar en casa, y conforme pasan los años es mejor todavía porque ya no llega el papá, sino llega el abuelo (ríe), por lo tanto uno se siente mucho más incluso acogido, protegido por la orquesta».

Momento de ensayo para el nuevo disco de música contemporánea chilena que Davi del Pino y la Orquesta Usach publicarán con Aula Records. Foto: Extensión Usach.

Este nuevo cargo lo articulará, durante 2022, con los otros compromisos artísticos que ya había confirmado, entre ellos, la temporada de la Orquesta Sinfónica de Rosario, e invitaciones para dirigir en agosto próximo a la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires en el Teatro Colón, tal como hizo este año. Pero la solista será excepcional: la pianista georgiana Khatia Buniatishvili, en el Segundo Concierto de Rachmaninov. «Si tuviera que resumir brevemente el próximo año, lo tengo a full, totalmente. Varios conciertos no he podido aceptarlos, porque llega un momento en el cual ya no puedes estirar más el calendario, y tengo esta prioridad nueva, la de ver a mi nieto, aunque sea un par de veces al año, y tengo que viajar al extranjero para verlo», comenta el director.

Es una tremenda noticia que retome la titularidad de la Orquesta Usach, que no sólo es un grupo humano valioso, sino que además hemos visto crecer y crecer, en su período y también en el período de Nicolas Rauss. Vi en redes sociales una publicación sobre los ensayos del nuevo disco que usted está haciendo con la Orquesta Usach, y había comentarios bien impresionantes, como «saludos de mi parte al maestro Del Pino… Excelente persona y gran director». ¿Cómo siente ese cariño y ese respeto transversal que hay en la escena musical chilena?

«Me sorprende, por supuesto con emoción, las cosas que me cuentas. Yo no utilizo ninguna red, no tengo ni Facebook ni Instagram, ni las voy a tener tampoco porque no me doy abasto con un simple correo para contestar en las noches, así que nunca voy a intentar entrar a redes. Agradezco todos los comentarios lindos de las personas que han trabajado conmigo y agradezco que me lo cuentes. Y sí, coincido completamente contigo, la Usach es un ambiente realmente agradable de trabajo, en lo humano. Pero no por resaltar eso vayamos a olvidar otra cosa. El nivel de los músicos en la preparación de estos repertorios contemporáneos del disco, que son complejos, que tienen un lenguaje no rutinario, que requiere que el músico se plante en casa, revise, estudie, pregunte también, ese profesionalismo yo lo resalto de la orquesta. No quisiera que quedara flotando en el aire que es un grupo humano tan rico y punto. No. Además, hay un profesionalismo, una actitud responsable que tengo que resaltar. Es un placer trabajar con ellos, hemos avanzado muchísimo en dos ensayos. Igual que cuando hacemos una sinfonía de Beethoven, que es el otro extremo, y hay un entusiasmo, una pasión. Realmente es un lindo grupo humano y espero poder ayudarlos en esta etapa, lo hemos conversado, y también con las autoridades de la Usach, incluso lo he plasmado en un documento para ellos y esto no es ninguna sorpresa, la orquesta sabe que yo vengo aquí para despedirme de mi etapa de titular. Después de esto no voy a volver a ser titular en ninguna orquesta, en ninguna parte. Porque necesito, cuando cumpla, qué sé yo, 66 años, dedicarme a mí mismo, ser un abuelo de tiempo completo. Para ese momento tendría no uno, sino dos nietos. Y además hay que dejar la posta a la nueva generación de directores. Y ésa es una de mis prioridades ahora que comenzamos con la Usach, ir preparando una lista de candidatos, analizarla con cuidado, con calma, para que la elección del próximo director de la Usach sea en las mejores condiciones de análisis posible. Entonces estoy muy feliz de estar con la Usach, pero creo que mi mayor aporte es preparar lo que viene. Eso va a tomar un poco de tiempo, pero la idea es ésa, vamos preparando lo que viene, y lo que viene es el liderazgo del futuro, lo que la orquesta va a necesitar a partir del año 2024-2025».

Bueno, esas dos cosas son justamente las que lo identifican a usted como una figura fundamental de la música nacional de los últimos 30 años: el fomento activo y la defensa activa de la creación musical chilena de hoy, lo que hizo con intensidad en la Sinfónica y también en la Usach, y por otro lado el trabajo formativo en dirección en nuestro país. Usted es el fundador de la cátedra en la Universidad de Chile. Son dos labores que lo hacen una figura fundamental de la nueva institucionalidad musical.

«Bueno, yo te agradezco las palabras tan elogiosas, tengo que hacer un esfuerzo para que no se infle mi ego cuando te escucho. Una de las grandes alegrías mías ha sido enseñar dirección de orquesta y tener en el historial de mis alumnos a Víctor Hugo Toro, Francisco Núñez, Paolo Bortolameolli, Lautaro Mura, Pablo Carrasco y quizás menos conocida en el medio pero igual de sólida Paula Torres. Todos ellos son alumnos míos y me da mucha alegría el verlos a todos, sin excepción, haciendo carreras intensas y muy útiles para el ambiente y para la sociedad. Por supuesto que me da mucha alegría haber participado en esto de la formación de directores. Y respecto de las obras chilenas, la Sinfónica de Chile siempre tuvo una tradición de estrenar compositores locales, porque finalmente es la obligación de cualquier orquesta nacional convertirse en plataforma de presentación para los creadores locales, lo que quizás hizo diferentes todos los años que estuve con la Sinfónica fue la intensidad con que lo abordamos. En total, durante los años que estuve con la Sinfónica, estrenamos o hicimos lecturas públicas de casi 90 obras de compositores chilenos, cifra de la cual también me siento muy orgulloso. No todas se estrenaron oficialmente, no todas las estrené yo, porque también teníamos directores invitados a los cuales les encargábamos estas obras, y algunas se leyeron públicamente, lo cual cumplía una misión como de preestreno, digamos. Tuve el apoyo de personas claves, como Carlos Riesco y Santiago Vera, presidentes de la Academia Chilena de Bellas Artes; con ellos tuvimos un proyecto de varios años de grabación de música chilena con la Sinfónica de Chile, me parece que fueron cinco discos los que grabamos. Y después,también con Vera hicimos otro disco de música chilena con la Usach, en este caso de Miguel Letelier. Y la Usach, con este nuevo sello que se llama Aula Records, continúa con esta necesarísima tradición de cada año grabar un nuevo disco de compositores chilenos. Posiblemente no son discos que se va a vender como pan caliente en las tiendas, pero son discos hechos con una calidad realmente exquisita, o sea, no se está ahorrando ningún elemento técnico para que la calidad sea de primer nivel, la calidad de presentación también es exquisita, la manera de presentar visualmente los discos. Y la verdadera función de esto es crear un archivo histórico de la creación musical chilena para el futuro. Entonces, la verdadera importancia de esto se va a ver cuando pasen los años. Algo que nosotros en la década de 1990, por ejemplo, no podíamos decir hacia atrás, cuando se tenía registro de las obras grabadas en vivo, por ejemplo, muchas que estaban en la Radio de la Universidad de Chile, algunas fueron pasadas a disco, pero con todas las deficiencias técnicas que ese proceso implica. A partir de los 90 y ahí tuve yo la suerte de llegar a la Sinfónica, ya disponíamos no solamente de tecnología, sino de personas como Santiago Vera y Carlos Riesco, y de la institución de la Academia Chilena de Bellas Artes que se sumaron con enorme entusiasmo a la idea de ir registrando la música chilena. Y ahora, a nivel latinoamericano, Chile es el país que más sistemáticamente está grabado cada año una pequeña muestra de lo que es la música chilena. Cuando las personas en el año 2040 puedan escuchar esto van a tener algo que nosotros no teníamos en el año 90, un registro claro, de gran calidad, de la creación musical, y eso, aunque no vamos a estar presentes ya, nos hace felices a todos los que participamos en eso. Dejar un registro histórico de la producción en la carrera que nos tocó tener, que es la música».

Es importante ese punto que hace usted, porque hay un gran desconocimiento de la cantidad de creación y grabación que existe en el país, es u trabajo conjunto de intérpretes y compositores, que consiguen grabar discos gracias a fondos concursables y autoedición. Ahora, la relevancia que usted tiene como maestro de dirección orquestal es algo que he conversado largamente con Víctor Hugo Toro, con Paolo Bortolameolli y con Paula Torres, y también con Pablo Carrasco y Francisco Núñez, los cinco me han entregado muy buenos argumentos al respecto.

» Me alegra escuchar eso, yo tengo una excelente relación con ellos, permanente. Y hay un director que no mencionaste, pero que es de los mejores alumnos que yo he tenido, y que en ese momento está instalado en Alemania, y tiene una actividad obre todo con la música contemporánea, de primer nivel, que es Lautaro Mura. Es el que menos ha regresado, dio su concierto de graduación con la Sinfónica Nacional y después dirigió una vez a la Usach, pero vive en Colonia y es importante. No lo quiero olvidar, no por una cuestión de sentimentalismos, sino porque realmente está haciendo un trabajo importantísimo, es un director del cual yo me siento muy orgulloso. De hecho, mi último alumno chileno que obviamente no lo conoces porque ha sido el más joven de todos, que se llama Javier Álvarez, él se encuentra en este momento haciendo ya sus estudios de perfeccionamiento en la Hochschule de Düsseldorf. Cuando yo lo presenté ahí al profesor de Düsseldorf, para decirle que tenía a este alumno que me gustaría que fuera analizado para ingresar a la facultad, una de las cosas más bonitas que he escuchado fue cuando él me dijo ‘con el alumno que usted nos mandó antes, que es Lautaro Mura, tenemos las mejores referencias de como vienen preparados los alumnos suyos’. Y eso es gracias al buen trabajo, primero como alumno y después ya profesional que Lautaro Mura está haciendo dirigiendo allá en Colonia, donde vive».

Por Romina de la Sotta Donoso | 14-12-2021.

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