1. Inicio
  2. Recomendados
  3. Saúl Bitrán: «Tenemos un compromiso educativo con la juventud chilena»
Música

Saúl Bitrán: "Tenemos un compromiso educativo con la juventud chilena"

enero 31, 2022

El célebre Cuarteto Latinoamericano cumple 40 años e inician las celebraciones enseñando y tocando en el 8° Festival Internacional de Música de la Patagonia.

Saúl Bitrán: "Tenemos un compromiso educativo con la juventud chilena"

Están cumpliendo 40 años y son el cuarteto de cuerdas más importante de Iberoamérica. Ningún otro ha tenido una influencia tan vasta y en tantos campos de la música; son pioneros en la difusión del repertorio que otros pasan por alto, tienen una infatigable agenda de conciertos en los más cotizados escenarios del mundo, su compromiso con la música actual se traduce en que ya han estrenado más de 200 obras que les han dedicado, han grabado más de 70 discos y, además, siempre han ejercido la docencia.

El Cuarteto Latinoamericano lo integran tres hermanos que son de origen chileno: Arón, Saúl y Álvaro Bitrán, en los violines y el chelo, respectivamente, y el violista mexicano Javier Montiel. Obtuvieron el Diapason d’or en 2007, por la grabación que hicieron para Mode de Black Angels, de George Crumb, con la dirección de Juan Pablo Izquierdo y junto a la Carnegie Mellon Philharmonic.

Asimismo, han recibido dos Grammy, por sus discos Brasileiro. Works of Francisco Mignone (2012) y El hilo invisible (2016), con versiones de canciones sefarditas españolas y con la participación de la cantante mexicana Jaramar Soto.

Su bandera de lucha ha sido que el mundo reconozca el valor de la obra de compositores justamente como los brasileros Francisco Mignone y Heitor Villa-Lobos, los mexicanos Silvestre Revueltas, Carlos Chávez y Manuel Ponce, así como el argentino Alberto Ginastera. Los agobia el eurocentrismo evidente no sólo en la programación europea y estadounidense, sino también en la latinoamericana.

El Cuarteto Latinoamericano retorna a Chile una vez más. En esta ocasión, vienen directamente al extremo sur del país, como invitados internacionales al 8° Festival Internacional de Música de la Patagonia, que se desarrollará desde el 5 al 12 de febrero. Darán clases y ofrecerán conciertos en Coyhaique. Sobre eso y sobre el vínculo que siguen teniendo con Chile, Radio Beethoven conversó con Saúl Bitrán.

Saúl Bitrán, primer violín del Cuarteto Latinoamericano. Foto: Sergio Yazbek.

El primer violín del célebre conjunto contesta el teléfono en Boston, donde reside. aún profundamente conmovido por la muerte del percusionista y compositor Guillermo Rifo, ocurrida el 23 de enero.

«Estamos muy tristes, muy consternados en el cuarteto. Nuestra relación se remonta muchos años atrás, porque Guillermo era profesor en la Escuela Moderna de Música, donde nosotros teníamos una especie de pie en Chile o de residencia. Fuimos durante muchos años a dar cursos, cada dos años, y a veces casi cada año, y en una de esas visitas Guillermo escribió una pieza dedicada a nosotros, para que la estrenáramos. Se llamaba Paisajes Populares, y era una pieza muy linda, muy típica de su lenguaje, y que toma aires populares chilenos pero los elabora en una técnica muy internacional, avanzada desde el punto de visto compositivo, muy atractiva de oír. Nos hicimos grandes amigos. Años después, cuando hicimos un disco con Javiera Parra, él nos ayudó a hacer un par de arreglos para voz y cuarteto de algunas de las canciones de Violeta Parra, que quedaron también muy lindas. Era una gran persona y un músico muy completo, un educador también muy importante».

Uno piensa en Guillermo Rifo como un virtuoso intérprete, un fundador de conjuntos muy importantes, un pionero de la fusión y también un gran formador y un gran compositor, por supuesto. Era un músico sin fronteras, que entendía la música como una sola, sin prejuicios. Ustedes, como cuarteto, también tienen una mirada similar, que han expresado a través de trabajos como el que hicieron con Javiera Parra, ¿no?

«Por supuesto. Guillermo era un ejemplo de alguien que, como dices tú, no tenía reparos. Si la música era buena realmente no le importaba cuál era el origen o el género, y es algo que con el cuarteto hemos hecho desde el principio, mucho por convicción, pero un poco también por necesidad de abrir un poco a otros géneros que siempre han informado a la música de concierto, desde la época del Barroco y del Clásico. ¿Qué sería un minuetto de Haydn si no hubieran los ländler populares en Austria, y etcétera. Ese puente que se rompió entre la música popular y la música de concierto en el siglo XX ha sido desastroso para ambas corrientes. Entonces siempre hemos buscado otra vez esas conexiones y hemos aprendido muchísimo. Yo por ejemplo, al aprender a tocar tango, poco a poco quiero creer que mucho de la rítmica del tango, y en especial de su sensibilidad, permea un poco en mí, en la manera de entender música que viene de otro lado. Los grandes músicos gitanos, por ejemplo, en Hungría, grandes violinistas, habían sido entrenados como violinistas clásicos también, entonces es muy lindo cuando uno tiene la posibilidad de ver los diferentes ámbitos de la música».

Por cierto que la música folclórica y popular es una fuente de la música de tradición escrita, y que como práctica tiene sus propias exigencias, pero además está lo idiomático y la posibilidad de comunicarse, de ampliar los públicos a través de esos lenguajes. Imagino que para ustedes, como cuarteto, es enriquecedor colaborar con figuras de otros ámbitos de la música, como han hecho tantas veces, ¿no?

«Totalmente, y lo hacemos no para cautivar más mercado, eso realmente no es lo que estamos buscando; lo hacemos para educarnos a nosotros mismos, para no encerrarnos en ese mundo enrarecido de los conservatorios y de la música europea, que a veces desdeña un poco otras músicas, y yo pienso que es un grave error, entonces yo lo hago antes que nada por convicción y por necesidad. Y Guillermo era ciertamente un ejemplo en ese sentido, de que miraba siempre a su alrededor».

El Cuarteto Latinoamericano. Foto: Sergio Yazbek.

Quiero preguntarle por la identidad. Tres de los miembros del Cuarteto Latinoamericano son de origen chileno. Aunque ustedes han vivido la mayor parte de sus vidas fuera de este país, ¿qué tan chilenos se sienten?

«Bueno, yo salí de Chile casi a los 13 años, era muy joven, pero ya era una edad en que a uno se le marcan los recuerdos, de la infancia sobre todo. También me tocó vivir los días dramáticos del Golpe y de esas cosas uno obviamente no se olvida. Pero más allá de eso, yo siento una cercanía constante con Chile, además de que todavía tengo muchísima familia, muy querida, allá. Y en el momento en que llego a Santiago es como si nunca hubiera salido, a pesar de los grandes cambios que han habido en la ciudad y en el país, hay algo en el aire, en la cordillera y en los pájaros que inmediatamente me remontan a mi niñez y me siento como en mi casa. Estando fuera de Chile, para mí es muy importante mantener contacto. A pesar de que yo he vivido gran parte de mi vida en Estados Unidos y muchos años en México, la conexión con Chile es muy fuerte para mí, y siempre estamos ideando proyectos para volver con el cuarteto porque también tenemos un compromiso educativo con la juventud musical chilena, y hemos ido a lo largo de los años siguiendo en las pistas a los jóvenes más talentosos, muchos de ellos que hoy en día ya están trabajando profesionalmente en Chile y el resto del mundo. Entonces siempre nos gusta por lo menos estar viendo lo que pasa y estar en contacto con el país y con los músicos chilenos».

Recuerdo que ustedes siempre tratan de ofrecer algunas clases magistrales cuando vienen a Chile, lo que es impresionante porque tienen una agenda de conciertos muy nutrida y con varios programas en paralelo, todos desafiantes. ¿Cómo lo hacen para seguir atentos a los jóvenes músicos talentosos que conocen en esas clases?

«Para nosotros es una prioridad de primer a nivel. Yo diría que a estas alturas de nuestra carrera, por lo menos para mí, la parte educativa es tan o más importante que la parte de tocar conciertos, porque es un misión que uno tiene, de dejar lo que ha aprendido. Los que hemos tenido la fortuna de estudiar con grandes maestros, de viajar y de aprender, sentimos la necesidad de transmitir esos conocimientos, y por suerte en Chile hemos tenido muchas oportunidades, todas las primeras visitas, desde los años 90, eran a través de la Escuela Moderna, y ahí siempre era a través de seminarios que organizaba la directora Vivien Wurman. Ahí fue donde llegamos a conocer a una masa crítica de jóvenes músicos chilenos con los cuales no hemos perdido contacto. Les hemos seguido la pista y ellos también nos siguen a nosotros; a veces vienen a cursos que damos en otros lugares. Y no sólo en Chile, en cualquier lugar al que vamos si es posible nos tomamos el tiempo de dar por lo menos una master class, sino un curso de tres, cuatro días, o hasta una semana. Esto lo hicimos mucho tiempo en Venezuela, éramos, cuarteto residente del Sistema de Orquestas Juveniles, entonces íbamos tres, cuatro veces al año a trabajar con jóvenes venezolanos. Ésa fue una experiencia que nos marcó a nosotros y a toda una generación de jóvenes venezolanos que hoy, para el bien del mundo y para mal de Venezuela, están repartidos en todas las orquestas y los países del mundo, al grado que en Chile hay muchos de nuestros ex alumnos y ahora el cuarteto al que vamos a estar enseñando en Coyhaique tiene tres venezolanos ex alumnos nuestros, por pura coincidencia».

Hablemos más de esa experiencia en el Sistema de Orquestas Juveniles e Infantiles en Venezuela, ¿desde cuándo y hasta cuándo más o menos fue eso?

«La última vez que fuimos fue en 2013. Empezamos a ir periódicamente en los años 90, y estas visitas cuajaron en la creación de lo que se llamó la Academia Latinoamericana de Cuartetos de Cuerdas. Fue una iniciativa del maestro José Antonio Abreu para que nosotros formemos una academia, escojamos a diez cuartetos y trabajemos con ellos de manera continua, mediante seminarios tres, cuatro veces al año. Eso lo empezamos a hacer en forma constante del 2008 al 2013; fueron muchísimas visitas y un seguimiento muy, pero muy cercano a esos cuartetos, que algunos de ellos realmente triunfaron, como el Cuarteto Simón Bolívar y el Cuarteto Yaracuy. Muchos de ellos están haciendo carreras realmente importantes. Después de 2013 por las razones que todos sabemos, económicas y políticas, fue imposible seguir trayendo a profesores extranjeros como parte del Sistema, y desafortunadamente dejamos de ir y todo esto sucumbió. Y luego el fallecimiento del maestro José Antonio Abreu… Ése fue el final de todo este proyecto de los cuartetos».

El Cuarteto Latinoamericano. Foto: Sergio Yazbek.

El Cuarteto Latinoamericano se caracteriza por la refinada curaduría de sus programas. Nunca falta ni sobra algo en ellos, y suelen estar ofreciendo en paralelo varios programas distintos. Ahora, por ejemplo, en los once conciertos que tienen agendados de acá a junio, tocarán nueve programas distintos.

Se adaptan, por lo demás, a cada escenario y localidad. La última vez que vinieron a Chile, en 2016, por ejemplo, estudiaron primero la cartelera del Teatro Nescafé y en función del perfil de ese espacio diseñaron un programa de miniaturas, que fuera más cercano a la música popular. Todas las piezas, por cierto, tenían relación con la música folclórica de cada país, en particular, en rasgos rítmicos y melódicos, y todos los compositores elegidos eran de América, incluyendo el estreno, además, de una obra del chileno Carlos Zamora. Asimismo, incluyeron Volver y Por una cabeza, las canciones popularizadas por Carlos Gardel, en arreglos que escucharon desde niños en casa, en un cassette. Ya los habían tocando en la Konzerthaus de Berlín, y un crítico los calificó como el equivalente latinoamericano de los lieder de Schubert.

¿Cómo ha sido para ustedes la pandemia? ¿Cuándo pudieron volver a dar conciertos?

«Obviamente tuvimos más de un año de parálisis completa, solamente hubo un concierto por ahí en Pensilvania en noviembre, en circunstancias muy especiales, pero básicamente durante un año no nos pudimos juntar. Yo vivo en Boston, mis colegas viven en la Ciudad de México, y estamos siempre entre un lugar y otro, pero no pudimos vernos sino por primera vez, creo que en mayo. Después, ya todos vacunados nos vimos otra vez y fue una maravilla reencontrarse, todos habíamos crecido instrumentalmente porque aprovechamos, por lo menos yo, el tiempo para estudiar con calma, cosa que no había hecho desde que era joven. A pesar de la dificultad, creo que como cuarteto hemos ganado algo, así queremos creer. Y a partir de entonces la actividad ha ido retornando y ahora estamos a niveles de ocupación tan altos como los pre-pandémicos. Tenemos tantos conciertos como antes, lo cual nos llena de alegría, pero por otro lado nos deja pensando, porque también me gustó mucho estar en mi casa estudiando con calma. Pero, bueno, no me puedo quejar».

El Cuarteto Latinoamericano recibió los máximos galardones artísticos que otorgan los gobiernos de México y Chile: la Medalla de Bellas Artes (2000) y la Orden al Mérito Pablo Neruda (2014), respectivamente. Su excelencia interpretativa es indudable, como testimonian las muy positivas críticas que se le han dedicado en todo el mundo. Pero a ello hay que sumar su compromiso con el repertorio, que se expresa no sólo en su actividad de conciertos y en su atrevida discografía, sino también en una biblioteca virtual que han generado con su rica colección de obras latinoamericanas para cuartetos de cuerda, poniéndolas a disposición de toda la comunidad (ver aquí).

Coyhaique y el afiche de la octava edición del Festival de la Patagonia, que retoma la presencialidad. Foto: @FIMPcoyhaique.

Otro elemento clave de estos 40 años de trayectoria del Cuarteto Latinoamericano ha sido su compromiso con la educación. Además de fundar y estar a cargo de la Academia Latinoamericana de Cuartetos de Cuerda, adscrita al Sistema de Venezuela, fueron cuarteto en residencia de la Universidad Carnegie Mellon en Pittsburgh, Estados Unidos, desde 1987 hasta 2007. El propio Saúl Bitrán asumió, hace tres años, como profesor asociado de violín en el Conversatorio de Boston. Esta vocación docente es clave en su nueva visita a nuestro país, como nos explica el violinista.

Hablemos de su próxima visita a Chile, ahora a inicios de febrero.

«El director del Festival Internacional de Música de la Patagonia, Ignacio González, hace tiempo que quería que fuéramos. Y bueno, las cosas estaban tan complicadas… Realmente no pensamos que fuera a suceder. Asistir a este festival nos llena de ilusión, y es una manera de volver a Chile en momentos en que parecería casi imposible. Estamos muy muy contentos».

Parecía imposible por la pandemia, ¿no?

«Claro, por temas de pandemia, no es fácil viajar a Chile. Pero la pandemia nos ha enseñado mucho a los músicos, y tenemos ganas de compartir eso, y de oír las experiencias de otros músicos, de los jóvenes, de cómo se han sentido. Porque hemos notado una falta tremenda de motivación en un principio y queremos estar ahí, queremos entusiasmar a la juventud, que vean las cosas a largo plazo, porque ha sido una experiencia muy fuerte el perder la posibilidad de trabajar durante tanto tiempo. Poco a poco las cosas van retomando y nos da mucha alegría poder volver a hacer esta actividad».

Entiendo que el Festival Internacional de Música de la Patagonia es verdaderamente un festival, con conciertos y una intensa actividad de formación de jóvenes músicos.

«Correcto. Es un festival con un énfasis muy importante en las clases; es la primera prioridad del festival. Además, todas las noches durante seis días hay conciertos que involucran a los profesores invitados y también a los alumnos. Normalmente el festival de hace con muchos más alumnos y con clases muy intensas, pero este año por la pandemia solamente se invitó a un cuarteto de estudiantes y probablemente vayan tres o cuatro más estudiantes. Nos cuenta Ignacio que en los festivales anteriores venían 30 jóvenes de todo Chile a estudiar, así que esperamos que en el futuro podamos retomar ese número, pero sí, va a haber clases y va a haber concierto».

Será la primera vez que el Cuarteto Latinoamericano participe en este festival patagónico que organiza Ignacio González, pianista chileno residente en Münster, Alemania. «Hay una chelista de Valdivia, Carla Nahuelhual, que asistió a nuestros cursos en la Escuela Moderna, y ella está en el equipo del festival. Ella fue la que impulsó para nuestra venida», comenta Saúl Bitrán.

Habrá un concierto diario, siempre a las 19:00 horas, en el Centro Cultural de Coyhaique (Lillo 23), desde el 5 al 11 de febrero. Serán con aforo limitado y con inscripciones gratuitas en la plataforma Fimp.cl, pero además serán transmitidas en el canal de YouTube y la cuenta de Facebook FIMP Coyhaique. El festival es financiado por un Fondo de la Música y por el Fondo Nacional de Desarrollo Regional del Gobierno Regional de Aysén.

Actuarán, por cierto, los profesores que enseñarán en la academia, y también algunos de los estudiantes. Los invitados internacionales son el Cuarteto Latinoamericano y la pianista Viviane Bodaczny, profesora de la Universidad Federal de Uberlândia, de Minas Gerais, en Brail.

Se suman el pianista y compositor argentino radicado en Chile Jorge Pepi-Alos, y los guitarristas y compositores Juan Antonio Sánchez y Alejandro Cortés. El contingente de músicos regionales lo conforman el pianista y compositor Juan Mouras, los pianistas Ignacio González y Ricardo Bahamondez y la clarinetista Patricia Araya.

El Cuarteto Artes, en tanto, nació en enero de 2019, en el 1er Festival de Portillo: lo formaron cuatro jóvenes estudiantes: Marily Palacios y Jairo González en violines, Matías Torres en viola y Germán Vega en violonchelo.

«El Cuarteto Artes, que va asistir como alumnos, es un cuarteto de jóvenes chilenos y venezolanos, y van a estar estudiando con nosotros toda la semana. En el último concierto, el del día 11 de febrero, vamos a tocar juntos con ellos el Octeto de Mendelssohn», adelanta Saúl Bitrán.

El Cuarteto Latinoamericano. Foto: Sergio Yazbek.

«Hay un concierto que es exclusivamente del Cuarteto Latinoamericano, el miércoles 9, pero además vamos a tener pequeñas participaciones en algunos de los otros conciertos también», agrega el violinista. «El día miércoles vamos a tocar primero una obra de Henry Purcell, una Fantasía, después la Música de Feria de Silvestre Revueltas, compositor mexicano, después una pieza breve de Schubert, y luego vamos a tocar el Quinteto de Dvorák con Jorge Pepi», agrega.

También participarán en el concierto de apertura, el sábado 5 de febrero, con el Cuarteto N° 5 de Heitor Villa-Lobos, y las Variaciones Paganini de Javer Montiel, violista del Cuarteto Latinoamericano.

¿Le gustaría invitar a los auditores de Radio Beethoven a este festival?

«Por supuesto. Queridos amigos, los invito a todos a seguirnos en el Festival Internacional de Música de la Patagonia, que se llevará a cabo en Coyhaique entre el 5 y el 12 de febrero próximos. Como Cuarteto Latinoamericano estamos súper emocionados de poder participar en este maravilloso festival, que representa para nosotros una vuelta a Chile después de estos años tan difíciles, sobre todo el reencuentro con la juventud que va a estar ahí estudiando. Éste es un festival que tiene un componente académico muy importante, vamos a estar dando clases a un joven cuarteto chileno, el Cuarteto Artes, y vamos también a estar tocando con ellos el Octeto de Mendelssohn. Como cuarteto también tocaremos varias obras latinoamericanas. Estaremos trabajando estos días ahí en Coyhaique, haciendo música para la región y esperemos también para personas que vengan del resto de Chile».

Por Romina de la Sotta Donoso | 31-01-2022.

Compartir:

Contenido relacionado

Música

Andrés Rodríguez: "Afortunadamente, Chile tiene muy buenos pianistas, los ha producido siempre"

El asesor de Teatro Zoco adelanta las claves del ciclo de piano que debuta en el recinto de Lo Barnechea y que protagonizarán cinco pianistas. "Son gente extraordinariamente talentosa y competente", indica, y señala que repertorio que se escuchará es muy variado, desde Liszt, Chopin y hasta Beethoven, Ginastera, Debussy, Albéniz. "O sea, hay para todos los gustos", señala.

Música

Paolo Bortolameolli: "Siento una bella felicidad por volverme a encontrar con la Sinfónica de Chile, que fue la orquesta que me formó en muchos sentidos"

El director chileno habla de los conciertos que tendrá en su retorno a la orquesta, tras cinco años, y de sus próximas presentaciones en el ciclo Clásica No Convencional y con la Sinfónica Nacional Juvenil. También se refiere al documental Veni Creator, que documentó el estreno de la Octava de Mahler y que será liberado en YouTube.

Música

Andrés Maupoint, el músico detrás del innovador Conjunto de Cámara de la Universidad de O'Higgins

En menos de un año, su temporada se ha convertido en una de las más atractivas del país. El 5 de abril se inicia su programación 2024, con las Últimas Cuatro Canciones de Strauss y la Séptima de Beethoven, que más adelante será seguida por la Pastoral y la Eroica del genio alemán. Entre los hitos de este año se cuentan el Cuarteto para el fin de los tiempos, de Messiaen, O King de Berio y Dérive de Boulez.