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Música

Luis Toro Araya: "Tener foco en Schoenberg para mis conciertos en Chile es bastante bonito; es un repertorio que a mí me gusta mucho"

agosto 9, 2023

El director chileno fue renovado como asistente en la Orquesta Nacional de España y ya ha dirigido esa agrupación y también la Filarmónica de Los Angeles, como Dudamel Fellow. Ahora está en Chile para debutar con la Orquesta de Cámara de Valdivia y conducirá también a la Sinfónica Universidad de La Serena. Además, participará en un encuentro de jóvenes intérpretes que organiza su padre en su natal Vicente de Tagua Tagua.

Luis Toro Araya: "Tener foco en Schoenberg para mis conciertos en Chile es bastante bonito; es un repertorio que a mí me gusta mucho"

Luis Toro Araya. Foto: Alicia Olmos Ochoa.

El director Luis Toro Araya (1995) está en Chile. Vino a dirigir a la Orquesta de Cámara de Valdivia y a la Sinfónica Universidad de La Serena. Además, trabajará en un encuentro que organiza su padre en San Vicente de Tagua Tagua, que es donde inició sus estudios de violín.

Radio Beethoven conversó con el premiado director chileno que debutará en el Teatro Municipal de Santiago en octubre próximo, y que ya ha tenido la oportunidad de conducir a orquestas como la Filarmónica de Los Angeles y la Filarmónica Real de Liège. «Me ha tocado un repertorio que a mí me acomoda mucho, y he tenido buena llegada con las orquestas donde he estado, así que creo que las cosas van bien hasta ahora», declarará el chileno.

Luis Toro Araya. Foto: Patrick Marek.

Asimismo, Luis Toro Araya confirmado por una nueva temporada como director asistente de la Orquesta Nacional de España. «Me renovaron en febrero de este año para una nueva temporada, así que voy a continuar con ellos hasta julio de 2024», cuenta.

¿Cómo ha sido el trabajo con la Orquesta Nacional de España?

«Ha sido genial, una muy buena experiencia. Es una buenísima orquesta, la administración también es muy buena y la calidad de solistas y de directores que vienen como invitados… Y, sobre todo, trabajar con David Afkham, que es el titular, es muy enriquecedor. Nos entendemos muy bien y siento que él confía en mí, lo que hace el trabajo mucho más interesante para mí».

¿Ha habido algunos desafíos de repertorio particularmente interesantes para usted con la Orquesta Nacional de España?

«Sí. Estamos haciendo mucho Mahler últimamente. Acabamos de hacer la Octava, que estuvo genial porque teníamos obviamente un coro muy grande. Hacer la Octava de Mahler no es difícil sólo musicalmente, sino que en cuanto a organización y gestión; producirla cuesta bastante por la cantidad de gente que está involucrada. También hicimos la Séptima de Mahler, con David Afkham también, en Madrid y en el Festival de Granada. Ha sido una experiencia obviamente importante. Aparte, Mahler es mi compositor favorito, entonces se disfruta el trabajo».

¿Ya le ha tocado dirigir programas con la Orquesta Nacional de España?

«Sí. Hicimos un concierto en diciembre juntos, con Romeo y Julieta de Prokofiev con la compañía de marionetas Per Poc, que tienen un show fantástico. Fue un concierto familiar, lo hicimos tres o cuatro veces, fue un éxito y la gente estaba feliz, así que fue muy buena experiencia. Y tengo otro concierto con la Orquesta Nacional de España que va a ser en el mes de mayo y en el Festival de la Rioja. La orquesta no ha tocado allá desde 1995, que es el año en que yo nací, entonces va a ser bonito ir con ella para allá. Vamos a hacer una obra de una compositora española, el Concierto de Aranjuez con Pablo Sáinz Villegas, que es un gran guitarrista, y vamos a hacer la Sexta de Beethoven».

Luis Toro Araya. Foto: Alicia Olmos Ochoa.

Actualmente, Luis Toro Araya está en Chile porque tiene una nueva invitación de la Orquesta Sinfónica Universidad de La Serena y otra de la Orquesta de Cámara de Valdivia, que marcará su primera colaboración con esa agrupación de la Universidad Austral de Chile.

«Ambos proyectos me ilusionan mucho porque vamos a hacer, en Valdivia, la Primera Sinfonía de Cámara de Schoenberg y en La Serena, la Segunda Sinfonía de Cámara de Schoenberg. La Segunda es la primera vez que la hago y la primera la he hecho muchas veces. Tener este foco en Schoenberg para mis conciertos en Chile es bastante bonito; es un repertorio que a mí me gusta mucho».

¿En su repertorio ha ganado un espacio importante Schoenberg en el último tiempo, o es algo que siempre ha tenido en mente?

«Creo que desde niño me fascinaba mucho. El cambio que quizás he tenido en los últimos años es que antes me fascinaba mucho su música en el sentido intelectual, por decirlo de alguna forma, pero últimamente encontré la forma de conectar emocionalmente también con su música, y eso lo hace mucho más interesante de dirigir obviamente, porque encontrar un discurso emocional con el cual conectarse es lo principal para poder hacer música. En general sí me siento y siempre me he sentido más conectado con ese tipo de repertorio de tradición alemana, yendo desde Brahms y Beethoven hasta lo más tardío, como sería Schoenberg, Franz Schmidt, Alban Berg. Esa línea es lo que más me gusta hacer».

Es interesante lo que pasa con Schoenberg: una parte del público le teme un poco porque piensa inmediatamente en el dodecafonismo, y en el cambio importante que hubo en la música con él. Sin embargo, es un músico de tradición y tiene música también postromántica. Se puede llegar de muchas maneras a Schoenberg, no hay que tenerle miedo.

«Totalmente. Aparte, es una música es sumamente expresionista, que si bien es un discurso un poco más avanzado de lo que hacía Mahler, por ejemplo, tiene una expresión potente y creo que cualquier persona puede conectar con eso. Hay que simplemente, como dices tú, perder un poco el prejuicio de que es música más compleja, ya que tiene una conexión emocional muy, pero muy fuerte. En ambos conciertos vamos a combinar Schoenberg con Schubert, que a mí me parece que queda fantástico por la tradición misma de la música alemana. En Valdivia vamos a tener la Arpeggione para orquesta, con Paulina Riquelme, y en La Serena vamos a hacer un entreacto de Rosamunda. Entonces en ambos conciertos va a estar esta combinación de Schubert y Schoenberg que me parece que queda bastante bien como contraste, aunque también hay una unión ahí en la tradición».

Además de estos dos conciertos, ¿tiene otra actividad durante agosto en esta visita suya a Chile?

«Sé que en La Serena va a haber algunas charlas también que me han pedido que haga para músicos más jóvenes; siempre es un agrado compartir la experiencia. Por otro lado, una de las cosas que me tiene también con harta ilusión es que voy a San Vicente, a mi tierra natal, entremedio de estos dos conciertos, porque mi papá es director hace muchos años de la Escuela de Música de San Vicente, y él ha organizado todos los años, me parece que por más de 20 años, un Encuentro Juvenil de Música Docta, donde van jóvenes de todo el país. He conocido a grandes músicos ahí, con los cuales nos hemos encontrado después y que han llegado muy lejos. Al final de estos encuentros se hace una orquesta con todos los participantes, y esta vez voy yo a dirigir. Se dio la oportunidad, y creo que para mi papá también era importante que fuera, así que va a ser genial compartir un poco con mis raíces. Tenía muchas ganas de hacerlo, va a ser bonito estar ahí, que fue donde yo empecé estudiando violín. Va a ser un proyecto lindo».

Luis Toro Araya. Foto: Alicia Olmos Ochoa.

En junio de 2021, Luis Toro Araya protagonizó una experiencia excepcional, a sus 25 años de edad. En menos de 20 días, fue elegido como finalista en dos competencias internacionales de primera línea a nivel mundial: el Herbert von Karajan Young Conductors Award y el Concurso de Dirección de Rotterdam (ver nota aquí). En primer certamen, dirigió a la Camerata Salzburg, en el Festival de Salzburgo, en agosto de 2021, y en el segundo obtuvo el premio en la categoría de ópera y el del público (ver registros aquí).

En marzo de 2022 la Orquesta Nacional de España anunció que había elegido al chileno como director asistente de esta agrupación cuyo director titular es el alemán de origen persa David Afkham (1983), una de las batutas jóvenes del momento. El cargo se definió a través de un concurso público y con 108 postulantes (ver nota aquí).

Hagamos un repaso de lo que ha sido este último año. Además de su trabajo como asistente en la Orquesta Nacional de España, ¿cuáles otras colaboraciones artísticas que ha tenido le gustaría destacar?

«Creo que el Dudamel Felowship fue, sin duda, una de las cosas más importantes de esta última temporada. Sucedió en febrero y marzo de este año. Es un privilegio trabajar con esa orquesta, que es absolutamente top, y fue un placer trabajar con los maestros que me tocó colaborar. Además, el hecho de trabajar con Gustavo Dudamel, que quizás es ser el mayor referente para todos los directores jóvenes, sobre todo de Latinoamérica, y darte cuenta de que él es tan humano y tan cercano, que es tan simple y está tan dispuesto a ayudar. Eso es genial. Aparte de lo musical que obviamente es un placer. Pude trabajar con Zubin Mehta también, que es otro de mis grandes referentes: verlo ensayar y compartir experiencias fue un agrado. Y dirigí la orquesta también, hicimos cuatro conciertos familiares con El Pájaro de Fuego de Stravinsky, y fueron un éxito. La orquesta me decía que nunca habían escuchado a los niños gritando tanto en un concierto y la verdad es que hubo harta emoción. Así que eso, sin duda, fue una tremenda experiencia. Espero volver en algún momento; a ver si se dan las cosas».

También ha tenido la oportunidad de dirigir a diversas orquestas, y tiene igualmente compromisos en los próximos meses con varios elencos.

«Sí, en Europa ya ha habido más conciertos. Estuve en la Staatsorchester Braunschweig, que está cerca de Hannover, hace poco. Hicimos un repertorio con obras de Wagner, de Schumann, y eso anduvo bastante bien, la idea es seguir colaborando con esta orquesta. Estuve hace poco en Liège, en Bélgica, con la Filarmónica Real por primera vez; tuvimos un programa con jóvenes solistas, y entre otras piezas hicimos el Concierto para arpa de Ginastera, que era primera vez que la orquesta lo tocaba en su historia. Es bonito traer a Europa repertorio latino y de tan alto nivel, con una orquesta tan buena. Ojalá que las relaciones con estas orquestas se sigan desarrollando. Para la próxima temporada también hay cosas bastante interesantes, y hay cosas que se están planeando hasta el 2025, a ver qué es lo que resulta. Pero hasta ahora, bien. Me ha tocado un repertorio que a mí me acomoda mucho, he tenido suerte con eso, y he tenido buena llegada con las orquestas donde he estado, así que creo que las cosas van bien hasta ahora».

Usted ha promovido la música chilena de tradición escrita con hechos concretos: usted estrenó en el Festival de Salzburgo Canción de Cuna para Fuegia Basket, de Tomás Brantmayer, dentro de su participación en el Concurso Von Karajan e hizo algo similar en la final del Concurso de Rotterdam, pues interpretó una selección de la Sinfonía Romántica de Enrique Soro (ver nota aquí) ¿Ha podido trabajar en este último año con más partituras chilenas?

«Música chilena, en los últimos conciertos, la verdad es que no. Obviamente siempre está en mi mente. La música de Soro para mí siempre ha sido una prioridad, creo que Soro es de mis grandes referentes en la composición y uno de mis compositores favoritos, sin duda. Estamos programando conciertos ahora para las temporadas que vienen y sí, hay propuestas siempre de música chilena».

Luis Toro Araya. Foto: José Abarca Herrera.

Volvamos a Gustavo Dudamel. ¿Por qué se instala él como un referente para las jóvenes generaciones de directores? ¿Qué es lo que hace él que resulta clave como un referente?

«Yo creo que lo importante de Gustavo es que él rompió una barrera en cuanto a la dirección. Si bien había muchos directores de Latinoamérica con una gran carrera antes de él, y el ejemplo más cercano para mí esJuan Pablo Izquierdo, que es la figura que más me ha marcado de manera personal, Gustavo tuvo una llegada mediática muy importante. Siento que de cierta forma él repitió un poco lo que hizo Bernstein, en el sentido de no estar limitado al mundo clásico, sino que él es una figura que trasciende a lo que llamaríamos música popular también. Es una figura que está presente en todo el sentido musical y botó un poco esa barrera de que la música clásica tiene que ser muy seria. Él ha contribuido mucho en eso, y también en poner en la palestra que hay muchos directores que vienen de Latinoamérica, que la música clásica no solamente está limitada a Europa, a los países de donde viene, sino que tenemos nuestra propia cultura, tenemos gente con talento, tenemos gente que puede llegar lejos. Creo que eso es lo principal que logró él».

Este año usted debutará en el Teatro Municipal de Santiago. ¿Qué representa eso para usted?

«Creo que es una de las cosas más lindas que tengo por delante, y de las que tengo más ilusión de hacer. El Teatro Municipal es una institución obviamente importantísima en Chile y la Filarmónica es una orquesta que yo siempre he admirado muchísimo. La escuché en muchos conciertos, muchas veces, mientras vivía en Santiago. De hecho, me acuerdo de varios conciertos icónicos con ellos. Volviendo a Juan Pablo Izquierdo, por ejemplo, que cuando retornó a la Filarmónica con la Sexta de Mahler, ¡fue un conciertazo! Fui a ver Zaratustra también con Juan Pablo Izquierdo, un par de años más tarde. Es una orquesta que tiene mucha tradición y que en los años 80, cuando Juan Pablo Izquierdo era titular, tuvo una historia importantísima en cuanto a mejorar el nivel. En estos conciertos, voy con un repertorio que a mí me encanta, así que tengo muchas ganas y mucha ilusión de estar ahí, y de disfrutar los conciertos con esa orquesta tan maravillosa».

Ese programa con la Filarmónica de Santiago es bien interesante; están Robert Schumann, con la Obertura Genoveva, Preludio y muerte de amor de Tristán e Isolda, de Richard Wagner y la Sexta Sinfonía, Patética, de Piotr Ilich Tchaikovsky (ver más aquí).

«Exacto. Schumann, que es de la parte de la tradición alemana de la música con la que más me siento conectado; Wagner, que sin duda es uno de mis compositores favoritos y, de hecho, he tenido la suerte de hacer mucho Wagner últimamente y para la próxima temporada también tengo harto Wagner, sobre todo de Tristán e Isolda, que es una obra maravillosa, yo creo que por lejos de mis obras favoritas. Entonces, llevar esos extractos de la ópera, obviamente que es un lujo. Y claro, la Sinfonía Patética de Tchaikovsky, que ya la he dirigido antes, y que requiere involucrarse mucho emocionalmente, sobre todo esa sinfonía, más que las otras de Tchaikovsky. Va a ser es un programa bastante intenso, pero seguro que vamos a encontrar la forma también de convencer con estas obras».

Hablando de Juan Pablo Izquierdo, el año pasado, cuando vino para debutar con la Orquesta de Cámara de Chile nos contó que se encontraría personalmente con él. ¿Cómo fue ese encuentro?

«La última vez que vi al maestro fue la última vez que vine a Chile, en mayo del año pasado. Fue bonito, obviamente, porque al maestro lo conocí cuando yo tocaba en la Sinfónica. Estábamos haciendo Zaratustra, y yo me acerqué a él y le planteé mi inquietud con la dirección. Él fue siempre muy amable conmigo y se dio tiempo para conversar conmigo. Yo tenía en ese tiempo 18 o 19 años, y él fue siempre muy cercano, me dio muchos consejos, hablamos mucho de música también, de las cosas que él ha vivido, de sus enseñanza. Obviamente yo trato siempre de estar en contacto con él, también a veces de escribirle, y me da la impresión de que siempre se ha alegrado mucho. Verlo fue una alegría y conversamos mucho también de sus cosas, de su formación. Fue bonito. Creo que es el referente más grande que he tenido cerca, digamos, de manera personal. Y quizás él fue una de las grandes inspiraciones que me llevó a enamorarme de la dirección. Entonces es siempre especial tener ese contacto con él».

Se lo pregunto también porque es importante recordar a cada una de las figuras que han hecho cosas importantes. Pasa mucho en Chile que la gente se va olvidando de las personas, a medida que van creciendo, que van avanzando en edad, y que ya no van teniendo los mismos puestos que tenían antes. Las personas van quedando un poco marginadas, y terminando quedando como un recuerdo, en vida. Sin embargo, es importante volver a hablar de lo que hicieron estas figuras porque al final cambiaron la escena del país.

«Totalmente. Creo que es importante lo que tú dices, sobre todo porque Chile es un país relativamente ingrato con sus artistas, eso no es un secreto para nadie, basta ver lo que pasó con los premios de literatura de Gabriela Mistral y de Pablo Neruda, que hubo casos de otorgar Premios Nobel antes que otorgar un Premio Nacional. Eso te habla un poco de algo que yo creo que está cambiando con el tiempo. Pero sí es importante mantener y que lo conversemos, que es lo que tú dices, en el fondo valorar estas figuras, estar en contacto con ellas, comprender por qué son importantes para la historia de Chile, qué fue lo que hicieron, cuál fue su aporte, y que compartan su experiencia. Y hacerlo todo ahora que los tenemos con nosotros, eso es muy importante».

Claro. Y en la música, si pensamos por ejemplo en Claudio Arrau, que cuando se le da el Premio Nacional se arma un debate, se dice ‘pero él no está aquí’, como una objeción. Como si por no estar aquí no pudiera ser un referente.

«Claro. Exactamente. Creo que siempre es importante estar cuestionando cómo la sociedad evoluciona, pero ésas sí son cosas a las que ponerle atención, de cómo valoramos a nuestras figuras, cuánta apreciación les tenemos, cuánto contacto tenemos con ellos. Creo que es importante».

Luis Toro Araya. Foto: Alicia Olmos Ochoa.

Recuerdo que uno de sus mayores intereses como director es la ópera. De hecho, ganó el premio en la categoría de ópera en el Concurso de Rotterdam. ¿Cómo se ve aspectado el ámbito de la ópera? ¿Tiene algún plan?

«La ópera es mi gran pasión, sin duda. Y creo que tengo un sentimiento y una cercanía con la ópera que se ha demostrado también en el Concurso de Rotterdam, con ese premio en ópera. Además, llegué a la final en el concurso de ópera en Liége, en mayo. Creo que tengo una afinidad por la ópera que funciona. Pero se hace difícil en el sistema alemán, por ejemplo, que se basa en las casas de ópera y que hay un camino mucho más natural que empieza desde el piano, desde ser correpetidor. Yo no soy pianista, de hecho, soy muy mal pianista, entonces es difícil encontrar las oportunidades. Lo que por ahora se ha dado es hacer asistencias; el próximo año voy a estar asistiendo en Liége, vamos a hacer Capuleti e I Montecchi de Bellini. Estamos también planeando, no te lo puedo adelantar, pero hay óperas también en España, donde quizás va a salir un asistencia. Entonces ése sería un camino interesante para acercarse más a ese mundo. Y lo otro es el trabajo con los cantantes, que para mí siempre es un agrado; trabajo harto con cantantes, y eso te da una cercanía importante en torno al trabajo con la ópera».

¿Qué hace especial al trabajo con los cantantes?

«Creo que para un director que quiere hacer ópera es muy importante entender que es un mundo que tiene otras perspectivas que trabajar porque partes de la base de que el instrumento de los cantantes está dentro del cuerpo de ellos, y eso genera un nivel de conexión con el instrumento muy distinto de trabajar con un instrumento que está fuera del cuerpo humano. Eso crea una sensibilidad distinta, y eso hay que ser capaz de comprenderlo, hay que entender muy bien la respiración, hay que entender el fraseo que ellos necesitan. Creo que requiere una perspectiva diferente a lo netamente sinfónico».

Luis Toro Araya. Foto: Patrick Marek.

Sus primeros conciertos en este viaje a Chile serán con la Orquesta de Cámara de Valdivia y marcarán el debut de Luis Toro Araya conesa agrupación. Ekl programa incluye el estreno absoluto de una obra comisionada a Tomás Brantmayer: M’amor m’amor, que contará con la narración de Edgard Campos, además de Arpeggione de Franz Schubert, con Paulina Riquelme como solista en viola, y la Sinfonía de Cámara nº1 de Arnold Schoenberg. Serán dos conciertos, a las 19 horas: el viernes 11 de agosto, en el Aula Magna de la Universidad Austral de Chile y el sábado 12 de agosto, en el Teatro Cervantes de Valdivia.

El Encuentro de Música Docta de la Escuela de Música de San Vicente de Tagua Tagua, se realizará el 18 y 19 de agosto, en una edición que celebrará 25 años de actividades y que contará con jóvenes intérpretes que provienen de Arica, Antofagasta, Santiago, San Fernando, Concepción, Valdivia, Coyhaique y la propia localidad de San Vicente. También habrá participantes de Basilea y Zúrich, y estudiantes tanto de la Universidad Católica como de la Universidad de Chile (más información aquí).

En la Temporada 2023 de la Orquesta Sinfónica Universidad de La Serena, Luis Toro Araya dirigirá dos conciertos. Con el oboísta José Luis Urquieta como solista ofrecerán el estreno absoluto del Concierto Ataraxia de Manuel Bustamante, en un programa se completa con Pastorale d’été de Arthur Honegger, el Entreacto de Rosamunda de Franz Schubert y la Sinfonía de Cámara nª2 de Arnold Schoenberg. Serán dos conciertos gratuitos, a las 19 horas ambos, el jueves 24 de agosto en el Centro Cultural Palace de Coquimbo y el viernes 25 de agosto en el Aula Magna de la Universidad de La Serena.

Luis Toro Araya volverá luego a Europa, para ya en septiembre, asistir en la Orquesta Nacional de España, en el Concierto para violín de Edward Elgar, con Frankz Peter Zimmermann en violín, y Las campanas de Sergei Rachmaninov, con la soprano Anush Hovhannisyan, el tenor Pavel Petrov y el bajo Anatoli Sivko como solista. Eso será el 23 y 24 de septiembre (ver más aquí).

Luis Toro Araya. Foto: Alicia Olmos Ochoa.

Desde septiembre de este año y hasta junio de 2024, asistirá nueve programas distintos, con repertorios tan diversos como Preludio y muerte de Tristán e Isolda (Wagner), Poema del éxtasis (Scriabin), la Octava Sinfonía de Bruckner, el oratorio Paulus de Mendelssohn, Siete canciones de Alma Mahler, la Séptima de Bruckner, la Quinta de Mahler y la Missa Solemnis de Beethoven, además de conciertos de Mozart y estrenos absolutos comisionados a compositores como Juan Colomer y Teresa Catalán.

Ya en diciembre, actuará con la Sinfonieorchester Wuppertal y después, en febrero, con la Dresdner Philharmonie y con la Sinfónica del Principado de Asturias. Con esta última, abordará El compositor ha muerto, una obra de Nathaniel Stookey que presenta a los más jóvenes los instrumentos de una orquesta. Seguirá en abril con la Sinfónica RTVE, en mayo con la Opera Royal de Wallonie-Liége, en la asistencia que mencionaba, en la ópera I Capuleti e I Montecchi de Bellini.

Antes, eso sí, debutará en el Teatro Municipal de Santiago, los días 20 y 21, con la obertura Genoveva Op.81 de Robert Schumann, Preludio y muerte de amor de Tristán e Isolda Richard Wagner, y la Sexta Sinfonía Patética de Piotr Ilich Tchaikovsky (ver más aquí).

Coordenadas
Concierto junto a la Orquesta de Cámara de Valdivia
11 de agosto, 20 horas. Aula Magna de la Universidad Austral de Chile (Isla Teja; Valdivia)
12 de agosto, 20 horas, Teatro Cervantes (Chacabuco 210, Valdivia)
Entradas entre $2.800 y $7.850, venta aquí.

Concierto junto a la Orquesta Sinfónica Universidad de La Serena
24 de agosto, 19 horas. Centro Cultural Palace (José Santiago Aldunate 599, Coquimbo)
25 de agosto, 19 horas. Aula Magna de la Universidad de La Serena (Benavente 980, La Serena)
Acceso liberado, sin retiro de invitaciones. Más informaciones aquí.

Por Romina de la Sotta Donoso | 08-08-2023.

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