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Música

Edith Fischer: "Tengo la sensación de que lo más importante que he hecho en mi vida ha sido el enseñar"

junio 15, 2022

La agenda de conciertos de la reconocidísima pianista chilena está muy nutrida. En las próximas semanas actuará en Teatro del Lago, en Valparaíso y en Europa. Aquí habla de la ética de la música que heredó de Claudio Arrau y de la urgencia de educar en la música a los niños.

Edith Fischer: "Tengo la sensación de que lo más importante que he hecho en mi vida ha sido el enseñar"

Es una de las pianistas más importantes en la historia chilena de la música. Fue una niña prodigio y se convirtió en una artista madura que no transa cuando se trata de la ética musical. Jamás la deslumbró ser la más famosa ni un éxito de taquilla. Por el contrario, su búsqueda siempre ha tenido que ver solamente con la música, con el respeto a los compositores y al público.

Hoy, a los 87 años, sigue igual de activa que siempre. Edith Fischer (1935) continúa formando a nuevas generaciones y con una agenda de conciertos muy nutrida, tanto en lo cuantitativo como en lo cualitativo. Ha sido perseverante en ello: a lo largo de su vida, siempre nos ha sorprendido con un programa nuevo tras otro, en cada concierto. Sin repetir ni buscar el aplauso fácil.

Hoy la están postulando al Premio Nacional de Artes Musicales, que debiera dirimirse en agosto. Pero ella sigue dando conciertos y respondiendo cada solicitud de entrevista con la amabilidad y honestidad que la caracterizan. De risa fácil, también frunce el ceño cuando quiere ser categórica. No busca quedar bien con nadie, y esa transparencia la vuelve verdaderamente juvenil. Porque se emociona y se enoja; las cosas le importan.

El sábado 18 de junio, actuará junto a jóvenes intérpretes del Ensamble Teatro del Lago en Frutillar con dos obras de muy distintos períodos de Ludwig van Beethoven. Un compositor en el cual ella es una indiscutida especialista.

Es por ello que fue la elegida para interpretar las opus 101 y 106, Hammerklavier, quizás las más complejas de las 32 Sonatas de Beethoven, cuando el Centro de Extensión Cultural y Artística de la Universidad de Chile estaba presentando la integral de Ludwig van Beethoven, en 2018. Fischer fue también la elegida para celebrar el centésimo septuagésimo aniversario de la Universidad de Santiago, e interpretar con Nicolas Rauss y la Orquesta Clásica Usach el Concierto N°5, Emperador, de Beethoven, al año siguiente.

Lo cierto es que fue formada directamente en la tradición beethoveniana: Edith Fischer fue discípula de Claudio Arrau, y éste, de Martin Krause, quien fue discípulo de Franz Liszt, alumno éste a su vez de Carl Czerny, discípulo de Ludwig van Beethoven.

Por esa herencia y también por la profunda amistad que la unió a Claudio Arrau durante décadas -la última vez que hablaron fue tres semanas antes de la muerte del célebre pianista- Edith Fischer protagoniza siempre todo tipo de actividades que conmemoran el nacimiento o la muerte de Claudio Arrau. Sucedió la semana pasada en Chillán, y el año 2021, cuando se cumplieron tres décadas del deceso del pianista, en el conversatorio en línea que organizó el Instituto de Música UC, y que se puede revivir aquí.

De alguna manera, Edith Fischer ha practicado toda su vida la ética de la música que heredó de Arrau y que, como ella misma ha explicado, tiene que ver con el respeto por los compositores y su entorno, como el camino para entender el mensaje de la música. «Uno tiene que tratar de hacer las cosas lo mejor posible, sin concesiones al público y sin trampas», declaró en 2018. Es decir, sin seguir el camino fácil de sólo pensar en cómo atraer más público, tocando solamente obras muy populares o echando melodramáticamente hacia atrás la espalda al tocar.

Sobre su vínculo con Claudio Arrau y sobre el concierto que ofrecerá en el Teatro del Lago el 18 de junio, así como sus siguientes compromisos en Europa y dentro del país, la pianista Edith Fischer conversó con Radio Beethoven a través de Zoom, después de su primer ensayo en Frutillar.

¿Qué va a tocar con los músicos del Ensamble Teatro del Lago el 18 de junio, en Frutillar?

«Vamos a interpretar dos tríos de Beethoven que es muy interesante hacerlos juntos. Uno de ellos es con flauta y lo escribió cuando tenía 15 años; esta mañana lo ensayamos por primera vez y en realidad es una maravilla sentir cómo ya está toda su personalidad ahí. Por supuesto, está escrito menos bien pensando en el instrumento que como escribirá después, sobre todo el piano, curiosamente. Me ha llamado mucho la atención la parte de piano; es muy linda, pero sumamente incómoda, tiene cosas casi imposibles. Como lo escribió a los 15 años, a lo mejor en ese momento no tocaba mucho piano o no lo probó nunca en el piano, que también puede ser. Pero se siente ya su personalidad y además unas cosas un poco bruscas, unos cambios de matices muy sorprendentes, que toca un compás fuerte y un compás piano y un compás fuerte, y estamos todos así (ríe). Es muy interesante. Y después de eso tocamos el Archiduque, que es como el broche de oro de todos los tríos de Beethoven. Es una maravilla de obra, muy grande, muy madura, fantástica desde el punto de vista estructura y riqueza de elementos. O sea, da el camino del primer paso, y después el más grandioso al final. Es increíble. Así que es un placer muy grande».

Usted siempre ha trabajado con personas de distintas generaciones que la suya; cuando era muy jovencita colaboró con personas ya muy grandes, y ahora que usted tiene ya más experiencia, tocará con jóvenes. ¿Es interesante esa interacción?

«Sí, por supuesto, es fantástico. Bueno, ésa es la maravilla de la música, ¿no? Que a uno no se le acaba nunca el deseo de seguir buscando y seguir tratando de acercarse a lo que hace, y de hacerlo, dentro de lo posible, cada vez mejor. Ésa es la maravilla, si no no creo que tendría el coraje a mi edad de seguir estudiando y seguir buscando, porque por ejemplo el Trío con flauta es primera vez que lo toco, lo aprendí para tocarlo aquí. El otro lo he tocado muchísimo (ríe)».

Edith Fischer, en el Teatro Universidad de Chile, cuando participó en el ciclo dedicado a la integral de Beethoven, en 2018. Foto: Patricio Melo.

Hija del húngaro Zoltan Fischer, violista de la Sinfónica y del Cuarteto Santiago, y Elena Waiss, fundadora de la Escuela Moderna de Música y pianista, su hermano Edgar es chelista, y ella es tía del director Rodolfo Fischer.

Edith Fischer era extraordinariamente joven cuando debutó con el célebre director Hermann Scherchen, en 1948. «Yo tenía 13 años. Scherchen estaba ensayando no sé qué obra con clavecín, con mi mamá, y la comunicación parece que no iba muy bien (ríe). Entonces yo pasé por ahí y él me preguntó si podía tocar algo. Y como yo estaba muy enseñadita de que tenía que tocar lo que ya sabía muy bien, y nada de cosas nuevas, toqué el Primer Preludio y Fuga de Bach. Me paró a los dos compases, enojadísimo. ‘¡Pero qué tempo es ese! ¡Eso se toca mucho más rápido’, y qué sé yo. Se lo tomó a pecho. Y cuando terminamos el Preludio y Fuga al tempo que él quería, me dice: ‘¿Qué es lo más difícil que tocas?’ Y le toqué la Fantasía Impromptu de Chopin, que no era lo más difícil que yo tocaba, pero era lo que yo mejor sabía en ese momento», recordó en una entrevista en 2018 (ver aquí).

Su madre le había inculcado el sentido de la responsabilidad. Y era una profesora muy severa. «Y cuando me estaba despidiendo, Scherchen me dice: ‘¿Y tocas algún Concierto con orquesta?’. ‘Sí, estudié el Mozart 453’. Me llamaron de la Sinfónica al día siguiente. Estudié todos los días con él, durante dos semanas, y aprendí muchísimo, me acuerdo de todo lo que me dijo. Y en el concierto tuve que estar sentada con mi vestidito blanco en el camarín del director en el Teatro Municipal. No dejó entrar ni a mi mamá ni a mi papá. Así que los de la orquesta hacían muchas bromas, decían que yo iba a ser su novena esposa, porque él se había casado muchas veces», reconoció, riendo, en esa misma entrevista publica en el diario El Mercurio.

Es interesante que en Beethoven siempre se pueda encontrar algo nuevo e interesante. En las obras más tempranas está el arrojo, está siempre el futuro adentro de él, ¿no?

«Sí, sí. Sobre todo esa valentía, ese coraje para expresarse, es maravilloso. Bueno yo cada día parece que lo quiero un poco más (ríe)».

Cuando la entrevisté en 2018 me decía usted que la obra de Beethoven era tan fuerte que había cambiado incluso su carácter.

«Bueno, yo creo que eso pasaría no sólo con Beethoven. Por supuesto yo, para preparar las 32 sonatas estudié mucho y un tiempo me dediqué nada más que a eso, y claro, uno se influye con la personalidad del compositor. ¡Por supuesto! Pero yo creo que si uno tocara mucho Bach también tendría una influencia. A lo mejor les pasará lo mismo a los actores, cuando interpretan mucho un tipo de personajes, quizás terminan pareciéndoseles».

Usted hizo la integral, es decir, las 32 sonatas para piano de Beethoven catorce veces, ¿no?

«Trece (ríe). Así que puede ser que esa equivocación que acaba de tener se transforma en realidad (ríe). Pero la verdad es que no sé si me atrevo actualmente. Eso pide una energía y una concentración tan increíbles, que abordar eso me daría un poco de temor ahora. Pero a lo mejor con más tiempo, porque yo lo hacía muy seguido; hacía un concierto por semana y como a veces hice tres integrales paralelas, simultáneamente en tres ciudades, se me iba juntando la tercera con la primera. Sería incapaz actualmente de abordar algo así. Pero a lo mejor haciendo un concierto por mes podría en un año hacer la integral (ríe)».

Ojalá que sí, sería fantástico que se animara. Esta pregunta que le voy a hacer abre algo que es muy importante para mí respecto de la música y de los intérpretes. ¿Por qué hizo la integral trece veces? ¿Qué es lo que puede suceder de un año al otro, de un escenario al otro, de una década a la otra? ¿Qué es lo que pasa con la música de tradición escrita que vale la pena hacer tantas veces estos desafíos tan grandes, maratónicos?

«Bueno, por supuesto que la primera vez era una aventura, algo que yo esperaba hace mucho tiempo, y fue también para mí un poco un descubrimiento, porque al tocar tanto las obras uno llega cada vez más lejos, y al hacer toda la serie de un compositor yo creo que se llega más lejos en la comprensión, y se ven relaciones, entre las primeras sonatas y las últimas, como si hubiera un germen de las grandes sonatas en las primeras. Así que eso es muy interesante. Y después, como son obras tan extraordinarias, yo creo que uno nunca termina de tener la sensación de que todavía hay más que encontrar adentro. Y, además, al hacer la integral tantas veces y en distintos lugares y con distintos públicos, se producen cambios de la influencia exterior. Yo estoy convencida de que siempre hay un diálogo misterioso con el publico. O sea, que no se toca igual para los públicos, ni se toca igual en dos lugares. Yo creo que nunca se toca idéntico dos veces. Sería casi mal signo, me parece. Ya ponerse indiferente al entorno y tocar, ¿no? (ríe). Creo que eso no existe, que uno siempre siente para quién está tocando. Por eso que el hecho de haber vuelto a las cosas presenciales me parece importantísimo, no sólo para nosotros los músicos, sino que también para el público, porque por más que les guste escuchar un lindo disco y todo lo demás, el contacto en vivo es otra cosa, hay ahí algo que no entendemos mucho, pero que sucede».

Edith Fischer grabó Camanchaca nel fiume, de Juan Manuel Quinteros, en el auditorio del Instituto de Música UC. El concierto se puede ver aquí. Foto: Carlos Arriagada.

¿Cómo fue para usted la pandemia, esto de no poder hacer actividades con público presencial? Aunque recuerdo sí que tocó una obra en el Festival de Música Contemporánea de la Universidad Católica en el verano de 2021: Camanchaca nel fiume, de Juan Manuel Quinteros, que la tocó sin público y en plena pandemia.

«Exacto. Bueno, y además aprendí un par de obras nuevas. Puesto que como no tenía conciertos con viajes y todo lo demás, aproveché para algunos huequitos que me quedan en el repertorio, para llenar un poco (ríe)»

¿Qué fue lo que aprendió? ¿Cuáles obras y de cuáles compositores?

«Aprendí la Cuarta Balada de Chopin, que no la había tocado nunca antes; aprendí una maravillosa sonata en La mayor de Schubert, que tampoco había tocado nunca antes, y esa obra contemporánea también, que lo hice con gran placer. Eso (ríe)».

Edith, hablemos de por qué a usted le interesan tantos repertorios. Si bien uno siempre la asocia más a Beethoven, porque ahí usted es como una gigante, y como una gigante reconocida, ¿por qué a usted le interesan todos los repertorios?

«La gigante no soy yo, es Beethoven el gigante, entonces cuando uno se dedica a él hace cosas gigantes, efectivamente (ríe). Lo que pasa es que el repertorio de piano es de una extensión y una variedad impresionantes. Y, además, tenemos la suerte de que incluso pedagógicamente se puede aprovechar eso casi desde el comienzo. Después de que los niños aprenden un poquito a leer las notas, después de doce meses, digamos en el segundo año de piano, ya hay la posibilidad de ponerlos en contacto con distintos estilos. Y esa posibilidad la tienen muy pocos instrumentos. En el piano ya hay maravillas de Bach, de Mozart y de Schumann para los chiquitos, entonces eso les da a los pianistas una posibilidad de entrar en contacto con distintos estilos desde muy pequeños. Yo estudié primero con mi mamá, que era excepcionalmente ordenada en su manera de organizar el programa, así que me acostumbré en realidad desde muy, pero muy chica, a tocar entre Bach y Bartok. A tocar de todo (ríe). Y después he ido más lejos que Bartok, pero cuando empecé a estudiar, era eso lo más allá (ríe)».

Cuando la entrevisté en 2018, usted me decía que por razones que no sabía explicar muy bien, nunca en su vida había tenido más cosas que entonces, y que tenía que decir que no a algunas cosas porque o si no se la pasaría «como trompo». Pero ahora mismo, cuatro años después, sigue teniendo muchísimas actividades.

«Sí, sí. En realidad tengo todos los meses algo nuevo. Es una felicidad, en realidad, lo agradezco mucho. Es muy increíble que a mi edad se abran puertas, porque estoy haciendo cosas que antes no había hecho, es increíble (ríe). Y me hace muy feliz eso, y espero de tener el regalo de la salud todavía un tiempo para poder seguir haciéndolo».

A inicios de julio tiene un recital en el Aula Magna de la Universidad Técnica Federico Santa María. ¿Qué va a tocar ahí?

«Me estoy repitiendo un poco en los recitales, lo que antes no hacía, antes tocaba cada vez otro programa. Ahora me estoy repitiendo un poquito. Toco la Fantasía en Re menor de Mozart, después las Variaciones de Brahms sobre un tema de Haendel, y en la segunda parte la Cuarta Balada de Chopin, y Cinco Preludios de Debussy, que me gusta mucho tocar Debussy. Tocar Debussy en Chile a veces es un desafío porque uno se encuentra con instrumentos muy malos, y como ahí se trata de buscar sonoridades y variedad, a veces cuesta. Pero, bueno, por suerte como yo también estudié en Chile al principio a veces estudiaba en cualquier piano, en el que estuviera libre, y me acostumbré y me adapto con relativa facilidad».

Esta presentación marcará su retorno, después de diez años, al principal escenario de la música clásica en Valparaíso, y se materializará el 9 de julio. Ver detalles aquí.

Después va al 3er Festival de Piano de Málaga, por una semana, a fines de julio.

«También. Voy a Málaga a un festival, y ahí tengo un montón de clases que dar también. No sé cómo lo voy a hacer, porque parece que tengo 23 alumnos que están esperando tener clases. Y recitales por supuesto»

Y en agosto dará un recital de piano en Bayreuth, un epicentro bien importante de la música.

«Por supuesto. Ahí hay un piano de ensueño, porque es de la fábrica Steingraeber, y en este momento son los pianos que más me inspiran, en realidad. Me encantan. Así que en nuestro festival en Suiza también tenemos un Steingraeber».

Jorge Pepi-Alos y Edith Fischer conforman un dúo de piano y abordan un muy interesante repertorio juntos.

Edith Fischer y Jorge Pepi-Alos fundaron en 1989 el Festival Sipiano en Blonay, Suiza, que además de conciertos cuenta con un nutrido programa educativo para jóvenes intérpretes de todo el mundo.

«Ese festival en Suiza tiene lugar en el mes de agosto, y es un festival de piano y música de cámara, o sea casi todos los programas son mezclados, hay una parte de piano y una parte de música de cámara. También hay un par de recitales y un par de conciertos de tríos, pero en general es mezclado, y somos seis pianistas, muchos músicos invitados con los que nos entendemos muy bien y en general hay una relación de amistad también, y paralelamente, simultáneamente hay masterclasses, o sea todos los pianistas dan un día y medio de clases, así los estudiantes pueden conocer distintos estilos, distintas opiniones. Estoy orgullosísima este año porque un tercio de los alumnos son chilenos. Estoy feliz con eso. Espero que sea una experiencia realmente enriquecedora para todos ellos», comenta Edith Fischer.

La semilla que ha plantado Edith Fischer como pedagoga, ha germinado de múltiples formas. Por cierto que lo ha hecho a través de los intérpretes que ha formado, como Liza Chung, profesora del Instituto de Música UC, que estudió con ella en Suiza, y como tantos otros que ha educado mientras fue académica de la Facultad de Artes de la Universidad de Chile, hasta hace pocos años. Pero también ha germinado en iniciativas como el Festival Paisajes Sonoros, que fundó una de sus alumnas, Cristina Rodríguez, en Valparaíso y que combina justamente los recitales con las clases intensivas para becados.

Usted participó activamente la semana pasada en las conmemoraciones en Chillán por un nuevo aniversario de la muerte de Claudio Arrau en Chillán. ¿Cómo fue?

«Muy lindo, y fue muy impresionante, tienen un teatro maravilloso en Chillán, muy lindo, con muy buena acústica, y un piano regularcito que espero que lo puedan cambiar luego. Pero además organizaron magníficamente todo y el teatro estaba lleno y fueron extremadamente atentos, así que me dio mucho gusto. Encuentro muy importante todo lo que descentraliza Chile. Cada vez hay más lugares donde da gusto ir a hacer música y que la gente está entusiasmada y hay público y hay gente joven. Había un público muy mezclado, y mucha gente joven, y eso me dio mucho gusto también».

Edith Fischer dio un recital en el Teatro Municipal de Chillán, el 9 de junio, que ahora se puede ver en YouTube aquí. Pero, además, la ciudad misma apoyó además su postulación al Premio Nacional de Música.

Siempre es importante para usted recordar al maestro Claudio Arrau por la figura que fue él no sólo como maestro suyo, sino también a nivel de humanidad, lo que él representa, ¿no?

«Desde luego. Cuando uno estuvo tanto tiempo estudiando con él y conociéndolo después, en contacto, creo que se puede emplear la palabra discípulo en el verdadero sentido de la palabra. Es mucho más que aprender a tocar mejor, o entender mejor lo que hace. Es toda una ética y un concepto de lo que significa la responsabilidad que es ser un músico. Y yo creo que eso era lo más esencial en Arrau, por supuesto al lado de su capacidad increíble en todo sentido, técnica y en fin, porque era de una inteligencia excepcional también. El repertorio que tenía es increíble, podía en cualquier momento tocar cualquier cosa».

Edith Fischer, en el recital que grabó la productora Botanika Films en 2019 para la plataforma Home Sessions. Este recital en casa de la pianista se puede ver aquí.

Edith Fischer ofreció muchos conciertos en Chile cuando era adolescente. Y una de las personas que la escucharon en vivo fue el famoso director Eugene Ormandy. Impactado, le dio una elogiosa carta para que Rudolf Serkin la aceptara en el Curtis Institute. Sin embargo, no la usó. Cuando obtuvo una beca para ir a Estados Unidos, optó inmediatamente por Claudio Arrau. «Él me había oído, me había dado consejos, y yo le tenía una admiración enorme. Se la sigo teniendo», confesó hace unos años.

Cuando la entrevisté en 2018, me dijo que cuando usted era niña sabía que Claudio Arrau tocaba muy bien, que su sonido era fantástico y que él era amable y era gentil. Pero después, cuando lo fue conociendo con el tiempo, vio que no sólo era un músico muy profundo, sino que era un intelectual, una persona muy culta y una persona muy buena, muy generosa y con un muy claro sentido de la ética de la música.

«Muy claro, sí. Desde el punto de vista cultural, él leía sistemáticamente un par de horas todos los días. Y a mí me gusta mucho leer también, y en esa época, cuando era joven y estaba estudiando, yo creo que leía más incluso que ahora, más constantemente. Y nunca encontré algo que él no hubiera ya leído. Me pasó muchas veces hablarle de un libro, y al conversar con él sobre eso parecía que lo estaba leyendo él y no yo, porque se acordaba de todos los detalles mucho mejor (ríe)».

Hablemos de la ética de la música que usted hereda de Arrau. Eso es súper importante en una época tan dominada por el marketing y la publicidad.

«Absolutamente, desde luego. Y es lo que yo he tratado de transmitir lo más posible. Sinceramente tengo la sensación de que lo más importante que he hecho en mi vida ha sido el enseñar. Ahora, por ejemplo, fui a enseñar a España de nuevo, después de un tiempo, y la cantidad de personas que llegan ahora, adultos que están en la profesión y que están enseñando y tocando, que siguen adelante… Esto irradia enormemente, en muchas partes del mundo. Tengo alumnos en China, en todas partes (ríe)»

¿Usted es optimista con respecto al futuro de la música clásica?

«A ver, ésa es una pregunta difícil porque me cuesta imaginar que algo que ha logrado pasar a través de tantas épocas diferentes y mantenerse ahora con la misma vida, porque uno va a tocar un trío de Beethoven y parece que en ese momento lo estamos viviendo, ¿no? Nos hacemos contemporáneos de lo que estamos tocando. Y no me puedo imaginar cómo eso de repente… Yo creo que hay algo esencial en la música que es necesario para el ser humano, y que no no se podrá dejar de lado eso. O sea, soy optimista, sí, creo que de alguna manera se va a conservar. Sobre todo cuando uno enseña y ve cómo los niños pueden ser sensibles a la música, creo que lo esencial sería que desde el punto de vista educación se le dé la importancia que tiene porque ya científicamente se sabe que es muy importante incluso para el desarrollo de la manera de pensar, del cerebro, se ha hecho toda clases de pruebas en colegios, comparaciones de cursos que hacen música y de cursos que no hacen música, y los que hacen música tienen mejor resultado en todos los ramos. Eso se sabe, pero desgraciadamente se está aplicando en muy pocos lugares todavía. Evidentemente la única manera de llevar la música adelante tienen que ser con los chiquitos, o sea en la escuela primaria, cuando es importante. No los podemos agarrar en la adolescencia cuando ya están fijados con sus aparatitos y sus juegos y sus cosas, ¿no? Tiene que ser antes de que eso se transforme en una necesidad».

He visto que la están postulando para el Premio Nacional de Artes Musicales. ¿Cómo se ha tomado el cariño de la gente?

«Con mucha emoción (ríe). Con mucha emoción, porque realmente es impresionante, es muy lindo eso. Pero en Chile es especialmente lindo».

¿Qué les diría a los auditores de Radio Beethoven para invitarlos al concierto Beethoven Camerístico, que dará con músicos del Ensamble Teatro del Lago el 18 de junio?

«Que ojalá sean muchos los que puedan gozar de un programa tan lindo, que nosotros cuatro que vamos a tocar, porque un trío es con flauta y el otro con violín, lo vamos a pasar muy bien ese día y nos encantaría llevarlo a todos por el mismo camino».

  • Coordenadas
  • 18 de junio. 19:00 horas. Teatro del Lago (Philippi 1.000, Frutillar). Concierto «Beethoven Camerístico»: Trío en Sol mayor WoO37 y Trío N° 7 Op. 97 Archiduque, con Edith Fischer en piano, Nicolás Faunes en flauta, Tania Donoso, en violín, y Pablo Silva en violonchelo. Entradas desde $15.000. Ver más aquí.
  • 9 de julio. 19:00 horas. Teatro Aula Magna Universidad Federico Santa María (España 1.680, Valparaíso). Recital de Edith Fischer: Fantasía en Re menor de Wolfang Amadeus Mozart, Variaciones y Fuga sobre un tema de Haendel, de Johannes Brahms, Balda en Fa menor de Frédéric Chopin y cinco Preludios, de Claude Debussy. $8.000 y $5.000. Ver más aquí.

Por Romina de la Sotta Donoso | 15-06-2022.

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