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Teatro

Álvaro Viguera y el estreno en Teatro UC de Lo crudo, lo cocido, lo podrido: "Es un acto de desagravio"

mayo 6, 2023

Teatro UC presenta la obra de Marco Antonio de la Parra a 45 años de haber sido censurada. Su director profundiza en la riqueza de este texto icónico y en la facultad que tiene el teatro de generar reflexiones.

Álvaro Viguera  y el estreno en Teatro UC de Lo crudo, lo cocido, lo podrido: "Es un acto de desagravio"

Es claustrofóbico, rápido e inquietante. Incluso cuesta un poco respirar: los personajes están encerrados en un restorán y hablar es lo único que pueden hacer, aparte de repetir una y otra vez las mismas operaciones propias de su trabajo. Así que los diálogos son desesperados y, en cierta manera, quebrados. Saltan de bromas desopilantes -más conocidas como tallas- a preguntas existenciales.

Dos garzones ensayan un ritual, esperando a un comensal específico. Los interrumpe una jefa que hace inventarios como quien teje un cubrecamas. Un garzón con mayor antigüedad- y rango, por supuesto- se instala a dar instrucciones. Estamos, como público, atrapados en una dinámica asfixiante. Irrumpe un quinto personaje dotado de la más expansiva y corporal forma de expresarse, en el limite de lo circense. Sin embargo, la risa franca se va convirtiendo, segundo a segundo, en una risa nerviosa y llena de temor. Estamos en una montaña rusa emocional que nos desafía intelectualmente.

Marco Antonio de la Parra tenía 26 años cuando escribió Lo crudo, lo cocido, lo podrido. Era su primer texto. el dramaturgo terminaría siendo uno de los más prolíficos autores, y su obra, una pieza emblemática del teatro chileno contemporáneo.

Se iba a estrenar en 1978 para celebrar los 35 años de la compañía que nació como Teatro de Ensayo de la Universidad Católica, hoy Teatro UC. Pero la obra fue censurada. Ahora, en el marco de los 50 años del Golpe y con la dirección de Álvaro Viguera, esta creación que se alimenta del surrealismo y del absurdo por igual finalmente ha llegado a las tablas de Teatro UC.

Radio Beethoven conversó al respecto con Álvaro Viguera, sobre esta producción de Teatro UC que tendrá funciones hasta el 3 de junio.

¿Cómo se toma usted poder dirigir una obra de Marco Antonio de la Parra, considerando el espacio que ocupa este dramaturgo en la escena nacional?

«Para mí es una suerte poder encontrarme con un texto así. Es la primera vez que trabajo un texto de Marco Antonio de la Parra a nivel profesional, y además es un texto emblemático. El mismo Marco Antonio lo ha dicho, dentro de su carrera es como una obra madre de muchas otras obras que él escribió. Es súper interesante para mí poder revisitarla e intentar que esta obra resuene hoy en día».

Esta obra en particular tiene una historia que de alguna manera se reivindica ahora al presentarse en el Teatro UC porque fue suspendida justo antes de su estreno, en 1978. ¿Cuán importante es para usted ser parte de lo que es también un acto de reparación?

«Esto me llega como una invitación desde el Teatro UC para conmemorar los 50 años del Golpe militar, y esta obra se eligió justamente porque es la única obra que figura como censurada en la historia del Teatro de la Universidad Católica. Esta obra se censuró en el año 1978 y tuvo versiones posteriores, pero no una producción del Teatro UC, y me parece que es súper importante poder tener este encuentro con el público y sobre todo para que las generaciones más jóvenes puedan entender y enfrentarse a un material que fue, en su momento, censurado. Creo que sin duda es un acto de desagravio frente a la obra de Marco Antonio de la Parra y quienes estuvieron en ese momento involucrados, como su director, Gustavo Meza, quien fue una figura importante también en la obra. Me parece súper coherente pueda estar hoy en día en cartelera y que pueda ser exhibida por el Teatro UC».

Foto: Daniel Corvillón.

Lo crudo, lo cocido y lo podrido, de Marco Antonio de la Parra, había tenido más de cuatro meses de ensayo, en 1978. Pero el día anterior al estreno, éste fue suspendido. La decisión se justificó considerando que la obra era «vulgar e irrespetuosa, tanto en la forma como el contenido». El director del proyecto, Gustavo Meza, la sacó adelante con Teatro Imagen algunos meses después.

Lo cierto es que el rico texto de la obra nos abre, como espectadores, múltiples interpretaciones posibles. De nada más se hablaba tras el estreno, el jueves 4 de mayo pasado. Personalmente, quien escribe imaginó un centro de detención y tortura. Clandestino, por cierto. Para otras personas, estuvimos frente a un limbo, por el concepto de tiempo circular que percibieron. Para otros era directamente la representación de un país y de las instituciones con mayor jerarquía y poder. Entre las coincidencias, todos vimos abuso del poder y una ambigüedad inquietante entre qué es ser víctima y qué es ser victimario. Muchos nos reímos con los juegos de palabras y la desacralización de ciertos artefactos lingüísticos que suelen imponer las jerarquías.

Foto: Daniel Corvillón.

El restorán donde están los garzones se llama Los Inmortales y, definitivamente, no alude a personas que jamás olvidaremos por sus aportes fundamentales a la humanidad. Y son varios los aniversarios que se reúnen en el estreno en Teatro UC: 45 años de la censura, 80 años del nacimiento de Teatro UC y 50 del Golpe.

De los más de 300 montajes que se han puesto en escena en Teatro UC, Lo crudo, lo cocido, lo podrido, era el único que seguía siendo una deuda pendiente. Deuda que, como explica la directora artística de Teatro UC Gabriela Aguilera, «parecía importante saldar en un momento en el que, además, se cumplen 50 años del golpe militar. Queremos celebrar el teatro y el espacio de creación y libertad que ofrece, de aporte al imaginario de un país democrático, en una universidad que alberga el diálogo y vela por generar conocimiento y reflexión en nuestra sociedad”.

Álvaro Viguera.

Académico de la Escuela de Teatro UC, Álvaro Viguera es un reconocido director teatral, responsable de aplaudidas versiones de El cepillo de dientes, Todos eran mis hijos y La gata sobre el tejado de zinc caliente, entre otras.

Ha declarado que Lo crudo, lo cocido, lo podrido, «posee una mirada crítica y aguda sobre la moral de nuestra sociedad, y tiene, además, un potencial muy grande en sus personajes, atrapados en sus oficios. Es un texto misterioso y delirante”.

¿Qué diría usted de la dramaturgia de Lo crudo, lo cocido, lo podrido? ¿Qué lugar ocupa dentro del trabajo de Marco Antonio de la Parra y qué caracteriza a esta obra?

«Creo que es una obra muy importante dentro del trabajo de Marco Antonio. Tiene una especie de impulso iniciático en su escritura, es una dramaturgia que abre muchas lecturas y que interpela varias capas que habitan nuestra sociedad y nuestro país. Ofrece una oportunidad de ver hartos cruces y harta metáfora sobre qué puede significar hoy Lo crudo, lo cocido, lo podrido. Creo que es una pregunta bien interesante que puede quedar abierta a partir de lo que muestre el montaje».

¿Hay cambios importantes en la historia en la versión que usted dirige?

«Trabajamos un poco en el texto mismo, hay una síntesis del texto original. hay un quiebre de la unidad de espacio, tiempo y acción, lo que nos permite jugar un poco más con esta historia de estos garzones que están encerrados en un restaurant, esperando que lleguen los clientes. Me pareció que era interesante que el juego apareciera como una posibilidad para generar preguntas y también para establecer ciertas críticas que pueden ser contingentes, pensando que el teatro siempre es contingencia en sí mismo. También hay cosas particulares, por ejemplo, que un personaje que antes era hombre ahora lo interpreta una mujer, cambios que nos permiten también tener una nueva mirada sobre ciertos lugares que siempre han sido habitados por hombres, como es la antigua garzonería».

Foto: Daniel Corvillón.

Lo entiendo en el sentido de que hay oficios en los cuales se suponía que sólo entre hombres se creaba un diálogo posible, y que hoy en día las mujeres también pueden ser un par en ese diálogo porque hoy la mujer puede ser parte de cualquier diálogo en muchos ámbitos hoy en día. Me gusta la idea de poner como pares a distintas personas en un diálogo.

«Claro, porque eso afecta la percepción. No hay que olvidar que el teatro es situación y es instante, entonces el teatro tiene esa facultad, hay un espacio en el que podemos ver lo que tú dices, podemos percibir ese nuevo diálogo y eso sólo ocurre viéndolo, no leyendo la obra, porque en la obra está enquistado lo otro. Eso me parece interesante».

Respecto de Marco Antonio de la Parra, ¿qué estacaría usted del lugar que él ocupa como dramaturgo en nuestro país, considerando también que usted ha dirigido obras de otros insignes dramaturgos chilenos? ¿Qué diría usted que lo distingue a él?

«Me acuerdo de cuando era joven, que leí un libro de Marco Antonio de la Parra, Cartas a un joven dramaturgo, y que me marcó mucho en su momento. Fue muy interesante poder tener la mirada que tenía Marco Antonio sobre el acto creativo, una mirada desde la libertad, desde el no temor, desde romper ciertos códigos, tanto en la formalidad de la escritura como en el tratamiento de las temáticas. Marco Antonio siempre ha sido una figura que tiene un punto de vista muy particular y muy claro sobre el acto de la creación y la creación misma, y también de la obra. Creo que su naturaleza de siquiatra hace aun más complejo el análisis de sus obras, que no por eso dejan de ser muy potentes y una bonita posibilidad para ponerlas en escena».

Foto: Daniel Corvillón.

Respecto del elenco, y del trabajo que hay en iluminación, diseño, vestuario y música en este montaje, ¿le gustaría destacar algo?

«Me gustaría destacar a todo mi equipo, creo que es un equipo maravilloso. El elenco, compuesto por Francisco Ossa, Mariana Muñoz, Marcela Salinas y Luis Cerda, es un gran elenco, son intérpretes que tienen una versatilidad y un juego muy interesante en escena, son grandes actrices y actores. Luego está, en el diseño integral, Rodrigo Ruiz; en vestuario, Andrea Contreras; en música original, Camilo Salinas, y en asistencia de dirección, Pascale Zelaya. O sea, hay un grupo bien interesante ahí que ha hecho de esto por sí una propuesta súper atractiva creo yo».

Retomando el tema de que Lo crudo, lo cocido, lo podrido se presenta ahora en el Teatro UC con motivo de los 50 años del Golpe de Estado, ¿cuál es el rol que usted cree que juega el teatro en la construcción de la memoria nacional?

«Cumple un rol muy importante desde su vereda. Tenemos que ser honestos en eso, es una vereda muy difícil, porque el teatro siempre es difícil que ocurra, es difícil llegar a puerto por asuntos de producción y recursos, esas variables son determinantes. Pero el teatro parecer ser un espacio en el cual se juntan elementos heterogéneos, y creo que hoy en día, si hay algo que es importante en las miradas más críticas en el sentido de poder hacer una reflexión o generar preguntas, estas miradas están en la construcción de lo heterogéneo, y creo que el teatro tiene esa facultad, es una de sus cualidades principales. Entonces, creo que ahí hay una posibilidad de que el teatro, y sin duda esa posibilidad está con esta obra, haga una invitación a que resuenen estas temáticas y a no olvidarse de que la censura siempre es un acto violento unilateral y que nunca debe ocurrir bajo ningún contexto, sobre todo cuando hablamos de expresiones artísticas».

Foto: Daniel Corvillón.

¿Le gustaría invitar a los auditores de Radio Beethoven a ver Lo crudo, lo cocido, lo podrido en Teatro UC?

«Claro. Quiero invitarlas, invitarlos a que puedan ver Lo crudo, lo cocido, lo podrido, una obra fundamental de Marco Antonio de la Parra en esta nueva propuesta. Es una propuesta que trata de reflexionar y de invitar a una nueva mirada sobre lo que ha pasado en nuestra historia política en estos 50 años, cosas que muchas veces creemos que se han solucionado, pero que siguen ahí como grandes fantasmas, dando vueltas. Creo que es interesante poder enfrentarse a eso y esta obra invita a eso. Además, la obra misma es muy interesante y la puesta en escena es atractiva. Ojalá que no se la pierdan, es una temporada no muy larga, así que ojo ahí con agendar con tiempo para que no se la pierdan, en el Teatro UC».

¿Usted tiene algún vínculo personal, fuerte, con la música?

«Sí, por supuesto. Me gusta mucho la música, para mí en las obras la música es muy importante y siempre ha sido un punto de inicio para mis trabajos, así que es una parte fundamental». 

Foto: Daniel Corvillón.

Ficha artística

De Marco Antonio De la Parra | Dirección Álvaro Viguera | Elenco Mariana Muñoz, Marcela Salinas, Francisco Ossa y Luis Cerda | Asistente de Dirección Pascale Zelaya | Diseño de escenografía e iluminación Rodrigo Ruiz | Diseño de Vestuario Andrea Contreras | Música original Camilo Salinas | Maquillaje y pelucas Carla Casali | Asesoría coreográfica Carla Baeza | Producción Teatro UC.

Coordenadas

Funciones a las 20:30 horas, de miércoles a sábado, desde el 4 de mayo al 3 de junio. Sala Ana González del Teatro UC, (Jorge Washington 26, Ñuñoa). Entradas en boletería: $12.000, general; $6.000, miércoles, $8500, jueves.

Por Romina de la Sotta Donoso | 06-05-2023.

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