“Nací en una casa donde el 80% del living lo ocupaba un piano de cola”. Es lo primero que cuenta el artista visual y miembro del Club de Amigos de la Radio Beethoven Gonzalo Cienfuegos al pedirle que recuerde su infancia. Su papá, dice, fue un melómano que trató de inculcarle a sus hijos la pasión que sentía especialmente por dicho instrumento. “Empecé de niño con clases. Me inicié primero con el piano que con la pintura”, reconoce. Los derroteros lo llevaron finalmente a este último ámbito, en el que ha destacado como uno de los exponentes chilenos más relevantes a nivel internacional.

La profesora que tuvo en su niñez era demasiado rígida, y lo alejó de la práctica. Por otra parte, comenzó a pintar con mucho entusiasmo. Era algo que lo entretenía bastante y que tempranamente lo absorbió; la música, sin embargo, ha ido en paralelo como amiga inseparable. “Siempre la tuve como compañera, y hasta el día de hoy ha sido mi gran compañera, ha estado desde que abro un ojo en la mañana hasta que lo cierro”, comenta. En ese sentido, ha tenido una importante influencia en sus procesos creativos, y en particular la Radio Beethoven, que, en su taller, suena el 80% del tiempo.

“El arte es uno”

La música, explica, le es naturalmente más distante, generándole emociones como asombro y ayudándole a salir de la realidad: “Admiro mucho a los músicos, su capacidad de organizar el sonido de forma tan inteligente, tan fluida, que llega a conmover el alma. Ver, sentir y entender la genialidad de una sinfonía de Beethoven a mí me parece una experiencia maravillosa, a pesar de haberla escuchado 400 veces. Siempre me conmueve”. Por ello, describe su vivencia musical como algo único, “y cuando salto de ese momento a solamente ser oído y entrar en el Preludio a la Siesta de un Fauno, de Debussy, que es una melodía, un sonido envolvente y emotivo, me alejo del análisis racional”.  

“El arte permite entrar a una realidad, ampliar la contingencia, entrar a un mundo paralelo que no tiene nada que ver con lo cotidiano. Entra en esa espiritualidad, que es maravillosa. No se la pierdan, vean que por ahí pueden entender el sentido de la trascendencia”.

Gonzalo Cienfuegos

El artista reflexiona que, pese a haber dedicado su vida a las artes visuales específicamente, la sensación de trascendencia que estas generan no le son exclusivas: “La capacidad de emocionarse con la lectura, con la música, con el ballet, esa capacidad de trascender el momento, de estar en una realidad paralela, es lo que yo siempre trato de entusiasmar. El arte permite entrar a una realidad, ampliar la contingencia, entrar a un mundo paralelo que no tiene nada que ver con lo cotidiano, pero entra en esa espiritualidad, que es maravillosa. No se la pierdan, vean que por ahí pueden entender el sentido de la trascendencia. Creo que el arte es uno, la emoción es una, y tiene distintos caminos de realización y de aceptación”.

Gran escuela

Gonzalo Cienfuegos destaca que la 97.7 ha sido no solo su compañera, sino también una gran formadora como auditor. Es algo no menor para él, a quien su padre solía desafiar de pequeño a identificar lo que estaba sonando: “Lo revivo casi con desesperación cuando en la Radio Beethoven ponen estas pruebas de decir ‘a qué corresponde el trozo’”. Dice que, cuando no logra dar en el clavo, la rabia y frustración fluyen: “Siento que mi memoria musical es bien frágil”. Quizás por ello es que valora tanto la curatoría que el equipo de la estación realiza con esmero: “Siento que ha sido mi gran escuela, porque ella, con sus locutores y directores, han tenido la capacidad de enseñar, de mostrar la música en su historia, en sus contenidos, además de pequeñas cápsulas que van enriqueciendo todo esto”, comenta el también profesor, que ejerció la docencia en la Escuela de Arte de la Universidad Católica por 37 años.

Su relación de 40 años con la estación que dirige Adolfo Flores se vio abruptamente interrumpida en 2019, cuando se anunció su cierre. “Sentí que fue el equivalente a una muerte, o sea, que se moría un amigo cercano que me había acompañado durante tantos años, y que ahora estaba en silencio. Era una sensación de ausencia muy fuerte”. Recurrió a la música envasada, pero no era lo mismo: “Si bien el concierto x es igual en la radio que puesto en el aparato, el contexto donde se da es distinto. Además, siempre tengo esa manía de tratar de reconocer qué es lo que está sonando, y cuando está la radio, a veces no llego al momento en que lo anuncian, y empiezo a elucubrar quién es el autor. Es una relación interactiva de lo que entrega la radio, lo que me pasa a mí”, afirma.

Por ello, el también académico de número de la Academia de Bellas Artes del Instituto de Chile asegura que no dudó en unirse al Club de Amigos de Radio Beethoven cuando se anunció su nacimiento, hace un año: “Me pareció inmediatamente que era algo que yo estaría dispuesto a hacer, así que por eso soy modestamente un colaborador y pido que ojalá se incorpore más gente, porque es un lujo tener la frecuencia de la radio, del dial, la calidad de un sonido estupendo con un acervo musical, con una discoteca, una cantidad de música muy rica, porque no es solamente la clásica romántica, sino el jazz, incluso algunas experiencias folklóricas, que son siempre en la dirección de entender que la música es un mundo maravilloso”.

Por Marisol Silva Balbontín.