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Yvaín Eltit anticipa su charla sobre cuadernos de María Luisa Sepúlveda: "Son un fragmento perdido de la historia musical chilena"

marzo 13, 2024

Unas 560 páginas manuscritas suman nueve cuadernos escritos por la compositora chilena entre 1911 y 1924 y un cuadernillo de 1904, documentos que fueron donados a la Sociedad de Folclor Chileno. Para el presidente de la entidad, son sus "memorias", quien adelantará sus contenidos el 14 de marzo, en una actividad virtual.

Yvaín Eltit anticipa su charla sobre cuadernos de María Luisa Sepúlveda: "Son un fragmento perdido de la historia musical chilena"

Yvaín Eltit.

En los últimos años, se ha acrecentado con una particular intensidad el interés por parte de musicólogos, intérpretes e investigadores en general en María Luisa Sepúlveda Maira (1883-1958), compositora, pianista y educadora que después de haber tenido una figuración pública y una posición académica en el Conservatorio Nacional, pero que después de la reforma de esta institución se dedicó a hacer clases en escuelas y su nombre fue desvaneciéndose progresivamente con el tiempo.

Hemos ya difundido el macizo proyecto de investigación de la musicóloga Fernanda Vera -hoy subdirectora del Departamento de Música de la Facultad de Artes de la Universidad de Chile, junto a la antropóloga Isidora Mora y la historiadora Dana Sánchez, que se presentó hace casi tres años (ver nota). También hemos dado cuenta de que existe una creciente tendencia a programar las obras de María Luisa Sepúlveda.

Una de las entidades que se suma a esta cruzada por recuperar la figura y la obra de esta compositora chilena es la Sociedad de Folclor Chileno: era una de sus misiones, según nos comentó su presidente Yvaín Eltit (ver nota). Ello, porque Sepúlveda Maira fue una de las fundadoras de su antecesora, la Asociación Folklórica Chilena, en 1943.

Efectivamente, en los conversatorios virtuales y conciertos presenciales que han organizado se han interpretado en forma sostenida obras de María Luisa Sepúlveda. Ahora, la Sociedad de Folclor Chileno dará un nuevo -y significativo- paso.

El jueves 14 de marzo, en streaming, Yvaín Eltit adelantará algunas de los textos de puño y letra de la compositora que contiene un grupo de cuadernos que María Sepúlveda escribió a lo largo de 20 años. Un acervo manuscrito que fue donado hace algunos meses a la Sociedad de Folclor Chileno, y que el licenciado en Literatura ha podido estudiar.

La actividad será virtual y se transmitirá a las 12 horas a través del canal de YouTube de la Dirección de Extensión de la Universidad de Talca. Yvaín Eltit dictará la charla “Memorias inéditas: los secretos de María Luisa Sepúlveda”, que será comentada por las pianistas Silvia Sandoval Salas y Patricia Castro Ahumada, y por el compositor Pablo Délano Thayer. Además, se exhibirán registros de dos obras de María Luis Sepúlveda: Toque de campanas , a cargo de Castro Ahumada, y Corazón, por la soprano Andrea Barría Inostroza y el pianista Juan Gonzalo Pinto Aller.

Radio Beethoven conversó al respecto con Yvaín Eltit, quien expresa «una profunda gratitud» ante la donación.

¿Cuál es el valor que usted le asigna a estos cuadernos que llegaron a la Sociedad de Folclor Chileno?

«Son documentos históricos patrimoniales. Corresponden a un fragmento perdido de la historia musical chilena, porque lo que conocíamos de María Luisa Sepúlveda era a partir de sus composiciones, biografías de la época, estudios posteriores y publicaciones. Por otro lado, para nosotros es tremendamente simbólico porque hemos tratado de darle el lugar que merece en lo que más nos es cercano, que es el folclor chileno».

Página fechada el 14 de septiembre de 1917 de uno de los cuadernos.

El presidente de la Sociedad de Folclor Chileno detalla cómo se concretó la donación. «Para contar la historia, estos cuadernos son adquiridos por Leopoldo Pizarro, quien los compra junto con un grupo de partituras. Lo que nosotros tenemos son estos cuadernos, estas memorias, porque María Luisa Sepúlveda coloca ‘memorias de mi vida’ en el penúltimo de ellos. Eran una colección privada de Leopoldo Pizarro Leiva, que se los compra a Osvaldo Barros, y no se habían ocupado mayormente en nada. Solamente habían estado en poder de la familia Pizarro Herrera, porque Leopoldo fallece en 1980», explica.

Nueve cuadernos fechados entre 1911 y 1924, y un cuadernillo de 1904, fueron adquiridos originalmente por Leopoldo Pizarro Leiva en 1960, cuando era director del Museo Histórico Nacional y era presidente de la Asociación Folklórica Chilena. Su nieta, Mónica Pizarro Herrera donó en diciembre de 2023 estos documentos a la Sociedad de Folclor Chileno.

«Durante el segundo semestre de 2023 iniciamos un diálogo fraterno y cercano con Mónica Pizarro, ella vio el trabajo que nosotros habíamos desarrollado desde lo académico, lo territorial y lo musical, había visto también el interés que tenemos en María Luisa Sepúlveda, por ejemplo, que algunas obras las había interpretado Juan Gonzalo Pinto, quien es pianista y director de la Sociedad de Folclor Chileno y que va a estar moderando el foro del 14 de marzo. Ella sintió esta cercanía y creyó que podría estar en buenas manos en el directorio de la Sociedad de Folclor Chileno, pues ya habíamos conformado el Archivo Patrimonial Oreste Plath, con documentos históricos, patrimoniales, notas y fotos de Oreste Plath, así como los diplomas que nos dio Alejandro Glade Reyes, nieto de Victoriano Reyes Covarrubias, Premio Nacional de Periodismo mención crónica el año 1960. Estos cuadernos de María Luisa Sepúlveda, más el cuadernillo de 1904, vienen a inaugurar el Fondo María Luisa Sepúlveda de dicho archivo», especifica YvaínEltit.

Usted mencionó que en alguna parte de los cuadernos decía «Memorias de mi vida», ¿es el título de ese cuaderno?

«Claro. En el cuaderno que titula ‘Memorias de mi vida’ habla de cómo es, para ella, el ejercicio compositivo, y cómo esta idea musical va reflejando su existencia. Por otra parte, para mí, que soy muy cercano a la obra de Domingo Santa Cruz, uno puede ver en estos documentos, que si bien son anteriores al proceso que va a venir después con la reforma del Conservatorio Nacional, que María Luisa Sepúlveda tiene diferencias de praxis y en cuanto a su trabajo compositivo. Diferencias no sólo con cómo son esas cosas en el interior del Conservatorio, sino que también respecto de su época. Esto muestra que las diferencias que tuvo con Domingo Santa Cruz a partir de ciertos procesos se generaron ahí. O sea, son cuadernos que de alguna manera revelan también el pensamiento de la compositora en su juventud».

Estos cuadernos fueron adquiridos por primera vez en 1960. ¿Cuánto se ha trabajado con estos materiales desde entonces? ¿Qué ha nacido de ellos? Imagino que ya ha revisado si se utilizaron, por ejemplo, en tesis, u otros estudios.

«Nada».

¿No se hicieron investigaciones en estos 63 años? ¿No hay citas, nada?

«No, nada. Han estado resguardados como materiales de una importancia tremenda, sobre todo para la música clásica y folclórica chilena. Pero no se han ocupado en ningún trabajo académico hasta ahora. Nosotros vamos a empezar a publicar facsimilarmente el cuadernillo de 1904 en la Revista de Folclor Chileno desde mayo de este año. Y los otros cuadernos idealmente los queremos presentar a algún Fondart, o bien publicarlo también poco a poco, para que puedan empezar a circular y puedan seer conocidos por todo el país y quienes estén interesados».

Yvaín Eltit desclasifica algunos otros contenidos de esta colección manuscrita: «El cuadernillo de 1904 tiene un título muy especial, dice ‘Libro de la lucha’, y María Luisa Sepúlveda relata los últimos tres meses de 1904. Comenta, por ejemplo, lo que para ella es la experiencia de ir a una misa. Comenta las clases que tiene con Bindo Paoli, por ejemplo que él, de manera coloquial, la manda a estudiar a Liszt y ella no sabe qué tiene que estudiar de Liszt. En otros pasajes de los cuadernos, en 1911 y 1917, ella relata su acercamiento con Luigi Stefano Giarda y con Javier Rengifo. ‘Sí, conocí al señor Rengifo, y la verdad es que no significó mayor experiencia para mí’, escribe».

¿Cómo podemos dimensionar, en cuánto a volumen, estos materiales, por ejemplo en cantidad de páginas?

«Son más de 560 páginas. Y de distintos temas. Por ejemplo, hay un cuaderno en el cual habla de lo que para ella es el magnetismo, hay otro que habla de la espiritualidad, hay una página en la que comenta cuáles son las cosas que ella va a encargar a Europa. En el cuadernillo de 1904, dice que tiene la esperanza de que también van a becar a algunos estudiantes chilenos. En otro, ella empieza a ver cómo son las posiciones de las mujeres en la época. Dice que ella está enamorada de Rosenthal, y que ‘Rosenthal se va a X’. Y uno no entiende qué es eso de X. Entonces conversábamos con un estudioso de la obra de la María Luisa Sepúlveda, Gonzalo Cuadra, ye pensábamos que tal vez hay que leer esto entre líneas. Para nosotros, como Sociedad de Folclor Chileno, es un tremendo orgullo poder aportar esto, pero hacerlo con la mayor modestia, porque es entrar en el pensamiento de la compositora. Por eso le quise poner a la conferencia, de una manera muy respetuosa, ‘Los secretos de María Luisa Sepúlveda’, no porque necesariamente sean secretos de la intimidad profunda, aunque sí se puede traslucir un poco lo que ella siente, lo que ella narra, lo que ella vive, sino en el sentido de cuáles son los personajes y cuál es la atmósfera en la cual ella se mueve en estos 15 años de los nueve cuadernos de 1911 a 1924, además del cuadernillo de 1904, que da luces de cuando ella tenía 21 años de edad».

¿Y se identifica quién es Rosenthal?

«Es muy curioso, porque en el cuadernillo de 1904, que son 30 páginas, todas escritas a mano, con un lápiz muy fino además, comenta ella que Matilde, que es una amiga suya, espera a Federico, y que ella espera a Rosenthal. Y que ‘Rosenthal se va a X’. Y después habla de León, entonces al final uno dice ‘¿Se llamará León Rosenthal?’ Pero también uno puede entender que finalmente no sabe adónde va a ir su enamorado. Uno puede concluir que en 1904 es el enamorado de ella; la interrogante es que no sabemos quién es Rosenthal».

Página fechada el 3 de marzo de 1922 de uno de los cuadernos.

Cuando dijo que alguien «va a X», pensé en el Grupo de los Diez, aunque es un poco posterior, ¿no?

«Claro, o que se va a algún lugar con esa simbología. Pero es tremendamente significativo. Hace poco escuché una entrevista que le hizo José Manuel Izquierdo a Catalina Sentis, que es una musicóloga que sabe bastante de la obra de María Luisa Sepúlveda (escuchar ese capítulo de Músicas Olvidadas). Ahí entendí que hay muchas dudas. Y esto viene a poner algo de luz en ciertas dudas. En cuanto a lo musical, hay cuadernos que eminentemente hablan del ejercicio compositivo de ella. Me refiero a cómo ella lo asume, porque al final del día los cuadernos son diarios de vida, entonces va contando cómo ella misma va viviendo y cómo va sintiendo ese proceso compositivo, y cómo eso se desarrolla en su contexto y en su entorno. En otro fragmento, habla de su amiga Estela, que era monja, y dice que las religiosas tenían mucha suerte de tener a alguien tan inteligente como su amiga Estela. Pero siempre a las personas las nombra por el apellido o por el nombre de pila, nunca por el nombre y el apellido, salvo a su maestro, que era Bindo Paoli».

¿Hay algo que lo haya sorprendido especialmente al revisar estos cuadernos?

«Sí. Yo diría que dos cosas particularmente. Primero, que es una mujer tremendamente autónoma, una mujer que a pesar de su frustración, porque ella siente que no es reconocida, que no se le da el lugar que merecería, porque al final del día entrega todo y se esmera por hacerlo, persiste y persiste. Sigue y sigue: hay una especie de voluntad infranqueable. Y por otro lado, y persevero en ese punto, en mi percepción estos documentos desploman toda la supuesta rivalidad o tensión que ella habría concentrado exclusivamente en Domingo Santa Cruz Wilson, y esto era más bien era una cuestión anterior a las experiencias y vivencias que María Luisa Sepúlveda tuvo con otros personajes dentro del Conservatorio Nacional de Música y, por cierto, también en la escena cultural y musical chilena de la época».

¿Podría profundizar en esa idea. ¿Por qué desploma la idea de que hubo un conflicto entre ambos, si los cuadernos son muy anteriores a la salida de María Luisa Sepúlveda del Conservatorio Nacional y no se refieren a esos acontecimientos que fueron posteriores?

«Porque muchas veces lo que se trata de decir actualmente es que después de que ella salió del Conservatorio, después de que se hizo la reforma, que fue liderada por un grupo de personas, entre ellos, Santa Cruz, María Luisa Sepúlveda sentía ciertas distancias con el Conservatorio, a partir de estas reformas. Pero lo que uno entiende porque se trasluce es que incluso en 1904, cuando ella tiene 21 años, ella siente que las prácticas y las formas que el Conservatorio tiene para operar en la época ya no la convencen. O sea, no es una cuestión que se remonta a la reforma del Conservatorio o a las posibles discrepancias que tuvo con Domingo San Cruz, sino que son cuestiones que son anteriores a ese episodio. Ella consideraba que el Conservatorio y otras instituciones, que el mundo musical chileno de la época no funcionaba de manera acorde a como ella creía que debía funcionar».

Me parece que más que aclararse, la situación se complejiza más, porque la reforma se hace porque había un convencimiento más bien amplio de que había que modificar la enseñanza. Y en eso estaban de acuerdo los reformadores y María Luisa Sepúlveda.

«Sí, absolutamente. Porque ella estuvo en estas comisiones de reforma del Conservatorio en 1928, 1927, un poco antes. Es un poco lo que tú dices. Quizás ahí hay algo plenamente personal, de su experiencia propia, por en los 20 años que se pueden ver en la totalidad de los diez documentos incluyendo el cuadernillo, es que ella concibe que hay que hacer un cambio, y lo piensa desde que estaba estudiando, desde 1904».

¿Qué les diría a los auditores de Radio Beethoven como invitación a sumarse a la transmisión en streaming el 14 de marzo?

«Los invito a que se sumen a conocer un fragmento de la historia musical chilena que se creía perdido, que pone ciertos contextos, personas y también lugares en su justa medida, y que de alguna manera revela también la autonomía y la independencia que tenía una compositora que lo dejó todo por lo que más amaba».

Por Romina de la Sotta Donoso | 13-03-2024.

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