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Música

Catalina Vicens asume dirección de la Colección Tagliavini

julio 11, 2021

La premiada intérprete e investigadora de la música antigua fue nombrada directora artística de este fundamental museo de la música en Boloña. En paralelo, Catalina Vicenes sigue abriendo diálogos con su ensamble Servir Antico, a través de innovadores programas que reflexionan sobre Christine de Pizan, feminismo, patriarcado y colonialismo.

Catalina Vicens asume dirección de la Colección Tagliavini

Es una de las músicas chilenas con mayor proyección internacional. Estudió piano en la Universidad Católica, y clavecín en el Curtis Institute. Pero además de ser una virtuosa intérprete, también es una intelectual que ejerce su práctica musical con una base sólida en la investigación.

Especialista en claves de cuerda pulsada y órganos medievales, Catalina Vicens Jeldrez (1983) aborda un repertorio que va desde el siglo XVII hasta inicios del XVIII, y tiene un promedio de siete conciertos al mes.

Es titular de la cátedra de clavecín del Conservatorio Real de Bruselas. Es doctora en Musicología y tiene tres magísteres: en música barroca y clavecín, en música medieval, y en interpretación de música contemporánea con instrumentos antiguos.

De hecho, ha tocado más de 60 instrumentos históricos originales de todo el mundo, incluyendo el clavecín más antiguo «tocable» que existe y que fue construido en Nápoles en 1525. En él grabó su disco Il Cembalo di Partenope (2017), que ganó un Diapason d’Or por la excepcional recreación que hizo del repertorio que pudo haberse tocado en ese instrumento: la dominación española destruyó todos los registros.

Hace un par de semanas, fue nombrada directora artística de la valiosa Colección Tagliavini del Museo de San Colombano, Boloña. En paralelo, está desarrollando varios proyectos artísticos con su propio ensemble, Servir Antico. De estas novedades conversó en forma exclusiva con Radio Beethoven.

Usted acaba de ofrecer con su ensemble, Servir Antico, un concierto que viene a articular el trabajo que llevaba años desarrollando con decena de museos que custodian instrumentos históricos. ¿Nos puede comentar cómo surge este ciclo de conciertos en museos e iglesias?

«Durante este tiempo que no se podía hacer conciertos, debido al Covid-19. ha sido una forma de crear proyectos junto con museos y con festivales, trabajando también para formatos digitales. Haciendo música antigua, muchas veces he estado hablando de historia, de arte, de instrumentos antiguos, y los museos tienen toda una historia por contar y que se puede conectar muy bien con un programa de concierto. Ahora tenemos una serie de cuatro conciertos hechos exclusivamente como producciones digitales, y algunos mixtos. Todos tienen una naturaleza distinta. Por ejemplo, empezamos este año con con un proyecto que es un programa de concierto alrededor de Christine de Pizan, y que también será un disco, pues la idea es que cada programa tenga distintas vidas, lo que es posible porque hay muchas historias que contar cuando trabajas con temas sociales. Entonces, la historia de Christine de Pizan, que es una de las primeras feministas europeas luchando por los derechos de la mujer y los derechos de educación, la pusimos en un contexto en el Museo de Erasmo de Rotterdam, que es uno de los humanistas más importantes del Renacimiento y que también tiene su parte en la defensa de los derechos de la mujer, y que es una figura muy importante en el desarrollo político y social de Europa en el siglo XVI. Entonces trabajamos en un museo que funciona en la casa donde vivió Erasmo de Rotterdam, en Bélgica».

Su trabajo curatorial desde la música le permite abordar aspectos históricos, sociales y políticos. ¿Le llama la atención el hecho de que las temáticas sociales son tan vigentes hoy como lo eran hace cinco siglos?

«Sí, a mí siempre me llama la atención. Yo sigo escuchando estos textos e historias, y a veces también entrando en un diálogo con gente que tiene mucho conocimiento al respecto; los directores y los curadores de museo, por ejemplo. Yo les cuento lo que yo sé de la parte de investigación que viene ligada con mis intereses, ¡y ellos también tienen tanto que compartir! A veces en su rol diario no tienen cómo explayarse, pero hay una riqueza tan grande, en este trabajo de la historia todos estamos intentando vincularlo con la actualidad, con cómo entendemos el mundo y dónde estamos como sociedad».

Catalina Vicens en uno de los apasionantes diálogos con la asesora científica del Museo Erasmo, Hélène HaugFoto: Mortiner Prete.

Tradicionalmente, los museos se comprendían como galerías de exhibición, pero en las últimas década se han asumido como centros culturales, donde también las artes musicales tienen un espacio y un rol. ¿Cómo es para usted, como música, ser protagonista de la nueva vida que adquieren los museos con estos nuevos ejercicios?

«Para mí es espectacular, se unen muchos intereses que se han ido desarrollando en los último años. Es algo natural, porque la música antigua siempre tiene que buscar nuevos espacios, principalmente porque en el último siglo la música clásica se ha limitado más y más al tener como fin tocar en una sala de conciertos grande, un espacio destinado exclusivamente a eso, y que acústicamente están hechos para una orquesta moderna. Por eso mismo, nuestros instrumentos no suenan tan bien ahí. En la música antigua, en cambio, al tocar en una iglesia histórica ya te sumerges sensorialmente en otro mundo, en un lugar que es religioso también y que tiene mucho arte propio. Por otro lado, está esta apertura de los museos, justamente como tú dices, que son conscientes de que no pueden ser solamente expositores de de objetos sin vida. Entonces, los museos buscan atraer al público a través un programa cultural. La música la capacidad de darle un sentido a la arquitectura donde estás, porque la llena de sonido. Al llenar un museo de música, el auditor, que no es como el auditor de una sala de conciertos, sino una persona que está explorando el espacio, también se compenetra del espacio y del arte que expone este museo, a través del sonido».

Hablemos de su nombramiento como directora artística de la Colección Tagliavini, en el Museo San Colombano, en Boloña. ¿Es un museo de música? ¿Cómo es esa colección?

«Es un museo de música, y es muy particular. Tiene una colección de más de 60 instrumentos de teclado antiguos; instrumentos originales desde el siglo XVI hasta comienzos del siglo XX, y mayormente de los siglos XVII, XVIII y XIX. Son sobre todo instrumentos de teclado, y también hay instrumentos automáticos que a comienzos del siglo XX se desarrollan mucho. También hay reconstrucciones de instrumentos medievales también. Lo particular de esta colección es que en este caso las obras son los instrumento musicales; tienen una pinturas increíbles y un trabajo artesanal sorprendente. La mayor parte de estos instrumentos están en muy buen estado y se tocan en conciertos. La idea de toda la colección es que sea un museo de música viva; los instrumentos llaman a la exploración sonora a través de música del pasado».

El Museo San Colombano custodia la Colección Tagliavini en Boloña. «Es un museo de música viva y las obras de arte son los instrumentos», dice Catalina Vicens.

 Es justamente lo que usted ha hecho durante años, darles una nueva vida a instrumentos de colecciones de todo el mundo, al tocarlos. ¿Qué es lo que le gusta de esta línea de trabajo?

«Es cierto. Cuando uno se forma como músico tiene conciencia de algo que en realidad todos los artistas aprendemos y que vale para todas las personas; nunca se termina de aprender. Estos instrumentos representan para mí un trabajo cercano de exploración sonora, de investigación y sensorial. Es como estar con un gran maestro, que además ha sido maestro de generaciones. Es un maestro que tiene más de 300 años, imagínate lo que te puede enseñar. Esta ha sido una fascinación para mí hace ya muchos, por poder tener momentos de gran iluminación gracias a estos maestros. Maestros que a primera vista son simples objetos pero que, según yo, tienen un alma y una capacidad de comunicación increíble».

Recuerdo lo usted decía del clavecín más antiguo «tocable» que existe, que fue construido en Nápoles en 1525, y con el cual usted grabó su disco Il Cembalo di Partenope. Decía que cada instrumento histórico es una entidad que tiene cierta latencia vital, que vuelve a vivir cuando lo toca.

«Sí. Es un instrumento que tiene tanta información dentro, que se puede ver como un ser vivo. Imagínate que tú escribes un diario de vida en un computador todos los días, y en 300 años alguien accede a eso y puede ver cómo alguien pensaba, cómo sentía. Creo que hay algo que queda grabado en estos aparatos. Uno se termina preguntando quién es la máquina y quién es el ser vivo, hay preguntas bien filosóficas por detrás de todo esto. Por supuesto que es un campo muy específico, que a muchos no les haría sentido. Incluso a muchos músicos, porque toma mucho más tiempo conocerlos, y porque muchas veces no están perfectos tampoco. Sin embargo, tienen mucho que decir».

Hay una característica bien singular en los instrumentos históricos de este tipo, cuya factura es tan excelente que están en óptimas condiciones después de siglos de uso; todos son distintos, ¿no?

«Sí, absolutamente, y ésa es una de las cosas que me fascinan, que frente a cada instrumento tienes que pensarte a ti mismo como músico, nuevamente. Es algo maravilloso, y ahora tengo una cantidad de instrumentos que voy a pasar los siguientes años conociendo día a día».

«La Ciudad de las Damas», Servir Antico en la producción audiovisual para el Museo Erasmo.

A fines de junio, se estrenó el programa «The City of Ladies», con Catalina Vicens en el organetto y la dirección atística de Servir Antico. El concierto se realizó por encargo del museo y vincularon las luchas de Christine de Pizan’s y Erasmode Rotterdam. En esta producción audiovisual, se incluyen diálogos muy reveladores de la investigadora e intérprete chilena con la asesora científica del Museo Erasmo, Hélène Haug. Se puede ver gratis en Vimeo, aquí.

Además, en el segundo semestre podrá verse también en Chile el fruto de un nuevo proyecto que Catalina Vicens está desarrollando ahora mismo con Servir Antico.

«Es una coproducción con el Festival Barroco de Pontoise, y el Museo Nacional del Renacimiento de Francia, y este concierto va a ser transmitido también por el Teatro del Lago en los próximos meses. Se realizará en un castillo renacentista del siglo XVI que se llama Château d’Écouen. Este programa fue diseñado como un comentario musical para darle otras dimensiones a las historias contadas en las principales obras de arte que se alojan en este museo. Esto va ser lanzado por el festival en Francia dentro de unas semanas y después por el Teatro del Lago».

¿Y tienen más conciertos programados con Servir Antico?

«Sí, después en octubre hay un proyecto también con un museo, pero que es de una naturaleza bien distinta. Es con el Museo de Memling, quien es uno de los pintores del primer renacimiento flamenco de los Países Bajos, y es un gran innovador en la pintura a fines del siglo XV. Pero aquí la idea es reinterpretar lo que hay en sus cuadros. Estas pinturas están llenas de detalles, de historias religiosas que fueron repetidas por siglos, y que cada artista le da un poco su propio sabor, algo que muchas veces es individual, pero que también refleja algo del zeitgeist, de la mirada del tiempo. En este cuadro, que es uno de los más importantes en Bélgica, hay escenas del Apocalipsis y se ve la tierra que está en llamas. Es bastante dramático. Este cuadro fue pintado justo antes de la llegada de los europeos al continente que ellos bautizaron como las Américas. Entonces la idea es provocar una reflexión acerca del patriarcado que se instala en estas tierras americanas, acerca de cómo se instala la opresión y cómo eso resuena hoy en día con la crisis climática, con las crisis sociales y los estallidos sociales alrededor del mundo. También se abre un diálogo con las voces silenciadas de pueblos nativos de distintas partes en las Américas; vamos a trabajar con poetas y músicos de las naciones Cree y Métis, de lo que hoy en día es Canadá, y también con textos de Elicura Chihuailaf, nuestro Premio Nacional de Literatura».

¿Dónde será este concierto?

«Es una producción del Concertgebouw de Brujas; será un concierto y además una producción audiovisual. El proyecto está en transformación, porque hay muchos aspectos de creación, de música contemporánea con música antigua, y sobre todo porque estamos intentando crear un diálogo entre distintas culturas, es decir, que no sea una imposición de una idea a otra cultura, sino tratando de crear algo conjunto, a ver si la inclusión puede partir también por nosotros».

Por Romina de la Sotta Donoso | 11-07-2021.

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