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Artes visuales

"Miguel Cosgrove es el mejor representante de Forma y Espacio"

diciembre 22, 2021

Enrique Solanich analiza el aporte de esta figura basal del Neoplasticismo y la retrospectiva La infinita belleza de la geometría, que exhibe el Centro Cultural El Tranque.

"Miguel Cosgrove es el mejor representante de Forma y Espacio"

Pertenecen a la misma generación y ambos trabajan en el ámbito del arte. Pero siempre lo han hecho desde distintas veredas, y de tanto dialogar, Miguel Cosgrove (1944) y Enrique Solanich se convirtieron en amigos hace décadas.

Este diálogo entre un artista y un historiador del arte se abre ahora al amplio público, a través de la exposición «La Infinita Belleza de la Geometría”, que se exhibe hasta el 14 de enero en el Centro Cultural El Tranque de Lo Barnechea.

Se trata de una singular retrospectiva de un artista no menos singular. Porque el iquiqueño Miguel Cosgrove Lomayer se destaca en la escena del Neoplasticismo por una obra original, consistente e influyente, pero al mismo tiempo, poco exhibida.

La curaduría de esta muestra fue comisionada a Enrique Solanich, historiador del arte que además de una extensa carrera docente ha trabajado activamente en la gestión cultural y en la crítica. Con él hemos conversado al respecto de la figura y la obra de Miguel Cosgrove, y de cómo se ve representada en esta exposición que ha producido la Corporación Cultural de Lo Barnechea.

¿Qué lugar ocupa Miguel Cosgrove en el mapa de la escena chilena?

«Miguel hizo sus estudios en la Escuela de Bellas Artes, en la década del 60. Ahí conoció y tuvo como profesor a don Ramón Vergara Grez, fundador del Grupo Rectángulo en el año 1955. Miguel adhiere al movimiento, que en ese tiempo ya se llamaba Forma y Espacio, en el año 1969. A partir del 70, Miguel empieza a exponer, por eso se están cumpliendo cinco décadas de actividad artística de Miguel, y ése es el sentido que tiene esta exposición, hacer un epítome, una especie de resumen de lo que fueron estas cinco décadas. Como no se puede mostrar todas las obras, se hizo una rigurosa selección de 33 obras, intentando que cada una de ellas representara un hito o algo importante dentro de la trayectoria de Miguel. Entonces son obras que cerraban un ciclo o que abrían otro, una quema de etapa, y por otra parte, un nuevo camino con nuevas indagaciones, nuevos ensayes visuales. Dentro de todos los artistas que han adherido y participado del movimiento Forma y Espacio, Miguel ha sido el más constante. Ha sido el más leal, el que ha sido absolutamente intransigente. No se ha salido de esa doctrina, de esas premisas que se lograron en los años 50, que se han mantenido vigentes hasta el día de hoy y que son lo que se conoce con el rótulo del Neoplasticismo».

Comunión, de Miguel Cosgrove.

¿Qué distingue al Neoplasticismo y por qué toma en Chile, según entiendo, una forma y una fuerza particular?

«Sí, es bastante particular. Como es sabido, el Neoplasticismo es la denominación que le impone el pintor holandés Piet Mondrian a lo que él está haciendo. El año 1920 él decide no pintar más ningún referente, ningún objeto. Él partió como un pintor figurativo, pero cuando estaba haciendo paisajes y estudiaba los troncos y la estructura de los árboles, empezó a sintetizar, a simplificar, a geometrizar las formas, y de repente descubrió que se podía ser pintor trabajando sobre la base de los colores primarios; rojo, azul, amarillo, más los llamados no colores; el blanco y el negro. Y en seguida agregó otra cosa, que es la belleza de la geometría, puros cuadrados o rectángulos. Y ahí nace el Neoplasticismo, cancelar absolutamente el referente, el objeto externo, y dar paso a estas nuevas formas geométricas, a una pintura pura, que brillara o luciera solamente el lenguaje de la pintura, que es el color y la forma».

Cuando entendemos así el Neoplasticismo, ¿qué sucede con lo figurativo y lo no figurativo en la abstracción?

«Lo que pasa es que la abstracción es un término bastante amplio; puede ser una abstracción a partir de la geometría o una abstracción a partir de lo informe. Entonces por eso se habla del Constructivismo Geométrico, que es una manera de hacer pintura abstracta. El Expresionismo Abstracto, la Action Painting, el Informalismo Europeo o el Tachismo Francés son también pintura abstracta. Entonces la abstracción tiene varias vertientes. Una de las vertientes es la Abstracción Geométrica, que es la que cultiva este Grupo Rectángulo. Entonces cuando don Ramón Vergara funda este Grupo Rectángulo en el año 1955, estamos con un atraso de 35 años. En la escena cultural chilena en los años 50 primaba obviamente una pintura post cezannniana, post impresionista, y tal vez los más adelantados estaban en una pintura post cubista y con tildes muy expresionistas. Matta, que es un surrealista, es la excepción, pero se forma en Europa, no en Chile. Entonces, en Chile había un vacío, una ausencia de lo que era el Constructivismo Geométrico, y don Ramón Vergara se propuso practicar, predicar, exponer y divulgar los principios de Mondrian. Y por eso crea ese famoso Grupo Rectángulo por el cual pasan muchas personas. F´íjate que en una conversación Miguel me dijo ‘¿Tú sabes que hay dos premios nacionales de arte que en algún momento expusieron con nosotros?’. ‘No’, dije yo, ‘¿quiénes’. Mario Carreño y Federico Assler. Federico Assler, antes de ser escultor, fue pintor y hacía pintura geométrica. Y Mario Carreño tuvo una etapa de pintor geométrico a fines de los 50 y en los primeros años de los 60. De hecho, ese diseño que hay en el colegio San Ignacio de Pocuro, en la muralla que da a la calle, es de Mario Carreño y de esa época de los 60. Entonces don Ramón Vergara llena un vacío e introduce esta forma de hacer pintura».

Desde Mondrian en adelante, entonces, se toman los dos elementos de la pintura, el color y la forma…

«Exactamente».

Pero la forma, ¿puede ser y puede no ser figurativa?

«Exactamente. Figurativa es que estás haciendo una figuración, pero pueden haber figuras geométricas. Lo que pasa es que el Neoplasticismo es lo que se llama la geometría plana, no los poliedros. Cézanne hablaba de los poliedros, decía que en la naturaleza todo es susceptible a ser reducido a lo que él llamaba formas eternas: el cono, el cilindro, la esfera; poliedros. Mondrian, en cambio, es la cosa de la geometría plana, el rectángulo y el cuadrado. Después vino otro pintor que sigue las huellas de Mondrian, que es Josef Albers, y que en los años 40 empieza a desarrollar esta teoría del cuadrado dentro del cuadrado, le llama el homenaje al cuadrado. Con una figura, que es el cuadrado, en un formato cuadrado, tiene infinitas posibilidades de hacer pintura. Entonces el cuadrado lo mueve en el soporte, para arriba, para abajo, a la derecha, a la izquierda, y lo va cambiando de color. Cambia el color del cuadrado, cambia el color del fondo, y con eso tiene infinitas posibilidades de hacer pintura».

Es bien interesante comprender que abstracto y figurativo no son opuestos.

«Claro, no son opuestos. Porque en la pintura abstracta pueden haber figuras geométricas muy completas, círculos, semicírculos, triángulos, etcétera, y son figuras».

Vista parcial de la exposición en Centro Cultural El Tranque. Una particularidad de Miguel Cosgrove, indica el curador, es que «él no ha expuesto mucho individualmente; ha preferido las exposiciones del grupo, del movimiento». Foto: Corporación Cultural de Lo Barnechea.

Usted mencionó a Josef Albers, de la Bauhaus, que vino a Chile a hacer clases en 1953. ¿Fue importante ese traspaso a la escena chilena en el ámbito de las artes visuales?

«Sí, por supuesto. Hasta donde yo estoy informado, Josef Albers vino a Chile y dictó un curso en la Universidad Católica, y ese curso tuvo un alumno privilegiado, superdotado, que se llama Eduardo Vilches, y ése es el hombre que ha enseñado las teorías de Albers en la Católica. Por supuesto que tuvo importancia. Y después, para todo el desarrollo de esta pintura constructivista geométrica, está la obra que desarrolla Matilde Pérez, quien adhiere en un instante al grupo, después por razones diversas se separa del grupo y cae en lo que se llama el Arte Óptico y el Arte Cinético. Son otras búsquedas, otras investigaciones que emprende la Matilde Pérez, pero todo eso ayuda a que este movimiento se vaya asentando, instalando. Y lo que uno ve en Chile es que hoy día esta pintura geométrica, constructivista geométrica o abstracta geométrica está de nuevo en la escena, tiene una vigencia muy plena. Hay muchos cultores, sobre todo muchachos jóvenes, y los compradores andan detrás de las obras de Matilde Pérez y de este tipo de manifestación pictórica. En el caso de Miguel Cosgrove, él ha sido un permanente investigador visual. Ha sido profesor en la Universidad de Chile, en la Portales, y durante un tiempo dirigió el Departamento de Arte en la antigua Universidad Técnica del Estado, tuvo una permanencia de diez años en esta área. Siempre ha sido una persona muy dedicada a la experimentación; ha sido sistemático, metódico en su trabajo. Y con la otra particularidad de que él no ha expuesto mucho individualmente; ha preferido las exposiciones del grupo, del movimiento. Pero individualmente no ha expuesto, y menos en galerías comerciales. Las pocas veces que él expone lo hace o en espacios universitarios o espacios culturales municipales, pero no en galerías comerciales. No es que haya un desdén, sino que ha sido renuente, porque él tiene una concepción acerca de lo que podría ser la educación visual, estética y social que cumple el arte. Y un poco persiguiendo esta idea de que el arte, la pintura y la geometría deben integrarse con todo el contexto urbano, con la arquitectura, con el diseño de objetos, etcétera. Por ahí van las búsquedas y los pensamientos de Miguel».

Ser parte del paisaje urbano, que es cultural, de la sociedad.

«Claro, que esté integrado, que sea todo armónico. Como las ideas de la Bauhaus, el arte total en todas partes».

Es complejo para un creador manejarse en sus concepciones éticas y de comprensión de la sociedad en este sentido, porque finalmente o vive de la docencia o vive de que logra vender.

«Exacto.»

Y si no entra en el circuito de las galerías es complejo. ¿Cómo lo ha logrado articular en su caso Miguel Cosgrove?

«Bueno, Miguel es una persona bastante mesurada en todo orden, es bastante austero, ha vivido de su trabajo como profesor, y en la actualidad él ha dejado la docencia universitaria, pero tiene un taller donde da clases particulares».

El sol, la luna y las estrellas, de Miguel Cosgrove.

En su texto curatorial, Enrique Solanich destaca que en estos 50 años Miguel Cosgrove ha desarrollado una investigación visual, en dos vertientes acotadas. La primera, indica «es con el color y sus variaciones en tono, matiz e intensidad, asumiendo que cada uno tiene su valor preciso cotejado con otros y que la forma y la línea se potencian por los diferentes valores y las sensaciones físicas que portan, sea avanzando o retrocediendo en el plano, prescindiendo, para ello, de las maniobras ilusionistas, propias de la perspectiva euclidiana y el modelado».

La segunda vertiente, señala el curador, «radica en las variaciones ilimitadas que ofrece la geometría, como fundamento teórico y morfológico de sus diseños, unidas las sugerencias ópticas derivadas, interrogándose sobre los desafíos que supone la composición y estructura del soporte bidimensional y las amplias posibilidades oculares que proveen los ejercicios compositivos lineales».

Miguel Cosgrove (1944). Según Enrique Solanich, el artista «ha sido fiel a sus primeros credos artísticos y creo que es el mejor representante, el más sistemático, el más coherente y el más contundente de todo el grupo del movimiento Forma y Espacio».

Miguel Cosgrove estudió pedagogía en Artes Plásticas y se integró al Movimiento Forma y Espacio cuando antes incluso de licenciarte en Arte, en la Universidad de Chile. Poco después inició su carrera docente, con etapas en la misma Universidad de Chile y en la Universidad Técnica del Estado entre 1972 y 1981, y también con un año haciendo clases en la Universidad Diego Portales.

Enrique Solanich, por su parte, hizo clases en la Facultad de Artes de la Universidad de Chile desde 1975 a 1993, llegando a ser director del Departamento de Teoría e Historia del Arte. Volvió a la Universidad de Chile como docente, pero a la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile, dictando los ramos de Teoría e Historia del Arte I y II, entre 2000 y 2017. Entre 1993 y el año 2000, además, fue director del Instituto Cultural de Providencia. «Básicamente me defino como profesor en distintas casas de estudio de educación superior e historiador del arte. No me gusta que me digan crítico de arte porque los críticos de arte escriben permanentemente. Y yo no tengo espacio, yo no escribo todas las semanas. Entonces yo prefiero decir que soy un historiador del arte que hace clases de historia del arte», comenta Enrique Solanich.

Autor de los libros Precursores de la pintura chilena, Dibujo y grabado en Chile y Réplicas de arte, dedicado a Marco Aurelio Bontá, el primer director del Museo de Arte Contemporáneo, Solanich también publicó Escultura en Chile: otra mirada para su estudio, que ya tiene tres ediciones, la última de 2019.

Con Miguel Cosgrove, se conocen desde el año 1969. La muestra “La Infinita Belleza de la Geometría” la componen 37 obras: 21 óleos sobre tela, 7 acrílicos sobre tela y 9 grabados.

¿Cuáles son las mayores complejidades de hacer una curaduría de 50 años de trayectoria de un artista que no sólo está vivo sino que puede opinar respecto de todo?

«La amistad fue muy útil, porque hubo siempre consenso. ¿Qué queremos hacer? Un resumen, un epítome, dije yo. Ya, perfecto. Separemos por década Miguel. Okey, cinco décadas. ¿Qué hiciste en la primera de las cinco décadas que para ti fue significativo? Esto. ¿Qué te propusiste en la segunda década, en la tercera década? De esas propuestas que tú hiciste, de esas proposiciones, de esos anhelos, ¿cuáles crees que son las obras que mejor te representan o más logradas conforme eran tus investigaciones? Ésta, ésta y ésta. Listo. Fue un trabajo muy bonito. Como no ha expuesto mucho y como tampoco ha vendido mucho, porque ésa es otra particularidad y herencia de don Ramón Vergara: Miguel no es de los que venden sus obras. Buena parte de su obra la conserva, entonces lo que hubo que hacer es un trabajo también muy bonito: hubo que hurgar, buscar cuadros en sus bodegas, mirarlos, re-mirarlos y requete-mirarlos. Algunos estaban muy deteriorados, hubo que retocarlos. Y otros que también consideró que eran importantes, hubo que rehacerlos, porque estaban muy deteriorados. Fueron muy pocos, pero se rehicieron esos mismos cuadros en el mismo formato, exactamente, para que tuvieran una presentación muy digna».

Entonces, en esta exposición el público podrá identificar con claridad los focos de las investigaciones del expositor, porque se estructura en torno a eso.

«Exactamente. Y las variantes que de la geometría se pueden dar, sobre la base de que a veces prima la forma, el diseño, y otras ocasiones lo que está primando es la búsqueda del color. Todo eso muy interesante, muy valioso».

La estructura de la ira, de Miguel Cosgrove. La obra original es de 1970, y esta imagen corresponde a la versión reconstruida en 2020.

¿Qué distingue a Miguel Cosgrove dentro de nuestra escena? ¿Qué hace que su voz sea original?

«Yo diría que la consecuencia que él ha tenido, la adhesión a estos principios. No estar mirando para el costado, no andar vitrineando, sino que haber asumido un ideario plástico y haber tratado de ser fiel a ese ideario y, dentro de ese ideario, hacer ensayes, investigaciones personales. Por ejemplo, en los años 90 él se propuso trabajar con el tema del círculo, entonces todas sus obras partían con el diseño del circulo, y creó infinitas obras con ese tema. Yo creo que lo más importante es eso, no ha mirado para el lado, ha sido fiel a sus primeros credos artísticos y creo que es el mejor representante, el más sistemático, el más coherente y el más contundente de todo el grupo del movimiento Forma y Espacio».

La producción que más se conoce de Miguel Cosgrove son pinturas. ¡Ha trabajado en otras materialidades y formatos?

«Hay grabados, pero básicamente lo que tú vas a ver son pinturas. Pero incluso en la pintura que él hace se nota la manualidad. Son pinturas muy rigurosas, pero donde se nota el pincel, y una levísima textura, porque él también quiere dejar patente que él es pintor, y que usa los materiales tradicionales de la pintura. Entonces eso también es un acento muy importante dentro de su producción».

Fui a visitar las obras que se realizaron hace algunos años para completar la construcción del Centro de Extensión del Instituto Nacional, Ceina, y me impresionó el mural de Miguel Cosgrove, que él donó para ese centro cultural que estuvo sin terminar por décadas. Se llama Alma mater nacional y domina el hall central del Ceina. No me esperaba una obra de Cosgrove de esas dimensiones.

«Claro. Ésa es otra faceta: su interés en poder trabajar casi anónimamente con arquitectos. Tiene esa particularidad Miguel, es muy quitado de bulla también, trabaja en silencio. A él le interesa mucho esta unión, en la presencia del color en el espacio, es decir, el color en la superficie, en el pequeño espacio o en el gran espacio; cómo el color puede conquistar el espacio, cómo se puede integrar, etcétera. En el fondo, cómo el hombre puede participar perceptivamente de esta propuesta cromática que el artista hace. Todo eso son las cosas que rondan en la mente de mi querido amigo Miguel Cosgrove».

Enrique Solanich indica que la investigación visual de Miguel Cosgrove, a lo largo de 50 años, se ha desarrollado en dos vertientes acotadas. Una es el color y sus variaciones en tono, matiz e intensidad; la otra, son las variaciones ilimitadas que ofrece la geometría.

Si tuviera que invitar a los auditores de Radio Beethoven a la exposición «La infinita belleza de la geometría» en el Centro Cultural El Tranque, ¿qué destacaría?

«Que esta exposición rescata pintura relevante de su producción durante 50 años. Muchas son sacadas de la bodega del artista, remiradas y revisadas todas; algunas retocadas y pocas rehechas, examinadas ahora desde una perspectiva crítica y estética para determinar cuáles son las más logradas; cuáles, las que pasan las exigencias que la valla del tiempo impone a cualquier actividad humana, y cuáles devienen hitos representativos de su larga y contundente producción. Por ello esta exhibición se plantea como una pequeña retrospectiva, de rigurosa selección, de contadas piezas procurando dar cuenta cabal de una práctica pictórica restringida y de escasa comparecencia públicas. Es una puesta en escena que podríamos denominar ‘muestra de gabinete’ o ‘epítome de obras’ que marcan hitos, rumbos, o cierran ciclos, pero que son reveladoras de la persistencia, disciplina, rigor y metódica que singularizan la obra de Miguel Cosgrove».

Vista parcial de la exposición, en la cual el curador indica que se puede distinguir «las variantes que de la geometría se pueden dar, sobre la base de que a veces prima la forma, el diseño, y en otras ocasiones lo que está primando es la búsqueda del color». Foto: Corporación Cultural de Lo Barnechea.

Enrique Solanich, además, es un auditor fiel de Radio Beethoven. Es enfático al respecto. «Yo la única radio que escucho es la Radio Beethoven. De repente me voy a alguna radio de noticias, pero vuelvo a la Beethoven, 97.7. Cuando desapareció la Radio Beethoven yo sufría, yo le decía a mi mujer y a mis amigos, ¿qué escucho ahora?. No tengo qué escuchar. Yo estoy todo el día con el computador, necesito una música. Estar poniendo compact discs, estar sacándolos, era una lata. La Radio Beethoven tú la prendes en la mañana y no la apagas más en todo el día. Por eso mismo, le envío saludos a José Oplustil, que lo escucho y tiene muy bonita voz, igual que este muchacho, Pedro Rolle, que es espectacular y además En un día como hoy, el programa que hace, es fantástico».

¿Quisiera profundizar en lo que representó para usted el fin de la radio, en noviembre de 2019, y el retorno de la radio, en abril de 2020?

«El día que la Radio Beethoven desapareció del dial fue, para mí, un día de duelo, una defunción audífona, por decirlo de alguna manera, o acústica. Y el día que retornó, gracias a las gestiones del rector de la Universidad Católica, a quien aprovecho de mandar un gran saludo porque fue alumno mío, don Ignacio Sánchez Díaz, yo era uno de los seres más felices. Yo empiezo el día con la Radio Beethoven y termino el día con la Radio Beethoven, y todos los programas los agradezco. Me gusta escuchar los timbres de las distintas voces. Es más, me he percatado que últimamente están incorporando voces femeninas en algunos comerciales, situación que también me parece muy rescatable y pertinente. Estoy atento a esos pequeños detalles». 

“La Infinita Belleza de la Geometría”. Centro Cultural El Tranque (avenida El Tranque 10.3000, Lo Barnechea). Hasta el 14 de enero de 2022. Abierta de 9:00 a 19:00 horas, de lunes a domingo. Gratis, con pase de movilidad.

Por Romina de la Sotta Donoso | 22-12-2021.

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