Lírica Disidente estrena una nueva ópera: No tengan miedo si viene la niebla, que se creó en el programa Paisajes Líricos, dentro del Encuentro Nacional de Ópera Independiente (ENOI 2025), y con financiamiento del Fondo de Artes Escénicas 2025.

La ópera fue creada por la compositora María Valenzuela, estudiante de composición en la Universidad de Chile y el libreto es de Amada Ceballos.

La dirección escénica es de Ignacio Ramírez, la musical de Miguel Ángel Castro y actúan intérpretes del Ensamble DMUS, el tenor Gerardo Mondaca, la soprano Francisca Jünemann y la mezzosoprano Valeria Vega. Serán tres funciones en el Centro de Extensión del Instituto Nacional (Ceina), desde el viernes 16 al domingo 18 de mayo, y la cuarta presentación se realizará en la Sala Master, el martes 20 de mayo. Las tres primeras funciones contarán con un conversatorio después de la presentación y la cuarta se transmitirá en directo en Radio Universidad de Chile.

Radio Beethoven conversó al respecto con María Valenzuela (1982). Cursa el quinto año de licenciatura en Artes, mención Composición, en la Universidad de Chile. Actualmente estudia con Andrés Maupoint y hasta el año pasado su profesor guía fue Juan Manuel Quinteros. Ingresó a la Facultad de Artes de la Universidad de Chile por Teoría de la música.

Cantaba en coros desde los 10 años y entró a estudiar esa carrera «porque quería aprender el lenguaje musical para poder ser cantante». En cuarto año, se cambió a Sociología y después a Filosofía. En ambas carreras estuvo un par de años. «Cuando empecé a tener una madurez intelectual un poco más desarrollada, creo yo, empecé a entender que la música tenía muchas formas de ser abordada y ya no sólo desde esa parte más interpretativa, sino más intelectual», recuerda.

Para ella, las clases de metafísica fueron reveladoras: «Empecé a entender un poco más el pensamiento abstracto, y me dieron ganas de abordar la música desde este lugar».

¿Cómo se vincula usted con este proyecto de Lírica Disidente que también es parte de ENOI y que da como resultado esta ópera que se estrenará en Ceina?

«Ellos hicieron una convocatoria el año pasado para componer ópera, que se llamaba Paisajes Líricos, a la cual yo postulé en pareja con una dramaturga que no conocía, sino que me la recomendaron: Amada Ceballos. Ésa era una postulación sólo con antecedentes curriculares. Seleccionaron mi propuesta junto a la de dos compositores más, Martín Letelier y Florencia Novoa. El tema de Paisajes Líricos se relacionaba con un tema que tuviera que ver con un aspecto nacional, y a mí se me vino a la cabeza Gabriela Mistral. Siempre me llamó la atención un episodio conflictivo que tuvo lugar con Amanda Labarca, donde Amanda Labarca la invita a pertenecer al movimiento feminista liberal que estaba formando ella, y Gabriela Mistral le dice ‘Sí, con mucho gusto, pero cuando en ese movimiento estén presentes las tres clases sociales y sea, así, verdaderamente nacional’. Ahí tenia a los personajes, que en un principio iban a ser Gabriela Mistral, Amanda Labarca y la voz del pueblo, se lo presento así a Amada Ceballos, Amada toma esta idea y la transforma en el libreto que es el cimiento de la ópera».

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Interesante ese tema, porque se ha recordado últimamente, incluso desde el teatro, con una obra que reinterpreta estos acontecimientos históricos, Mistral, Gabriela (1945), en que vuelve a hacerse presenta una mirada que hubo en Chile por largas décadas y que veía a Gabriela Mistral como no feminista. Sin embargo, la realidad es distinta, y es complejo abordar el tema. En su investigación previa a la creación de la ópera, ¿cómo fue viendo usted el tema del feminismo entre estas dos figuras?

«Pienso que era feminista en sí misma, tal vez sin ninguna etiqueta. Ocurre que para Gabriela Mistral, según se puede desprender de este episodio, era también importante el asunto de clases. Entonces me imagino que la crítica era hacia el movimiento feminista de clases, no hacia el movimiento feminista en sí mismo. Eso creo yo».

¿Cómo fue el trabajo con Amada Ceballos?

«Fue muy fluido. Pese a que nosotras no nos conocíamos y tenemos miradas políticas que no se alejan mucho, pero que tampoco son ciento por ciento congruentes, logramos llegar a un consenso muy interesante. Ella plantea, en la primera y en la tercera escena, su propia idea y su propia dramaturgia. Entonces la primera y la tercera escena son una especie de soliloquio entre Gabriela Mistral y Lucila, porque finalmente la voz del pueblo no está en esta ópera, sino que a Amada se le ocurrió que ese tercer personaje podía ser Lucila, y ahí se genera una conversación íntima de Gabriela Mistral consigo misma. No pretende ser para nada un libreto biográfico, es una especie de ficción. El segundo movimiento, sí, está enraizado con este hecho que está documentado, pero los otros dos, no. Son una ficción, un soliloquio».

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La figura de Gabriela Mistral, señala María Valenzuela, «siempre me ha parecido muy interesante, desde muy pequeña. Primero la conocí como poeta y luego como intelectual, como diplomática. Su visión política para mí es muy inspiradora y desde ahí parte esta idea de trabajar con Gabriela Mistral, para mostrar esta fase de diplomática, de una persona que tenía una visión política muy clara, y que no pretendía esconderla».

¿Qué representa para usted una oportunidad para estrenar una ópera a su edad?

«Lo siento como un gran privilegio, es una instancia emocionante. En Chile se hace poca ópera porque los recursos son escasos. Creo que aquí se debe celebrar la iniciativa de Lírica Disidente que, a pulso, como una compañía independiente, logra poner en marcha un proyecto de esta magnitud. Yo lo veo más como un regocijo intelectual ya que fue una experiencia muy intensa y muy enriquecedora. Creo que nunca he sido más feliz en la vida que cuando estuve componiendo la ópera. Hay que pensar en muchas cosas, por ejemplo en la escena, y eso implica distintos tiempos, porque el tiempo escénico es distinto del tiempo musical, y hay que tratar de juntar esas dos partes. Entonces es demasiado gratificante. Eso te puedo decir».

Los recursos con los cuales usted trabaja, ¿cuáles son? ¿Qué me puede decir de los recursos musicales en No tengan miedo si viene la niebla?

«Dentro de la convocatoria había ciertos pies forzados: no podían ser más de cuatro cantantes y tampoco más de cinco instrumentos. Entonces yo tengo tres personajes, Amanda Labarca entra en la segunda escena, y esta obra está instrumentada para un cuarteto mixto que está formado por un piano, un violonchelo, violín y clarinete en Si bemol».

Lo conformarán intérpretes del Ensamble del Departamento de Música de la Universidad de Chile, con la dirección del profesor Miguel Ángel Castro.

«Así es».

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¿Qué pueden esperar las personas que vayan a esta ópera en términos escénicos?

«Por lo que he sabido, es una experiencia inmersiva, no sé qué tanto puedo contar (ríe). Pero es una música muy introspectiva y la escena está muy de la mano con eso. Se podría decir que es un tanto minimalista la puesta en escena y yo creo que está precioso».

Respecto de sus referentes como compositora, ¿hay dos o tres nombres que representen para usted algo muy relevante como compositores a nivel mundial? Y después hagamos el mismo ejercicio dentro de Chile.

«Kaija Saariaho es un gran referente para mí, me gusta mucho su música. Toru Takemitsu es otro referente, y los otros son mis profesores. Soy admiradora de la música de Juan Manuel Quinteros y de Andrés Maupoint. También de Jorge Pepi. Creo que aquí tenemos muy buenos compositores también».

Saariaho efectivamente compuso ópera, y con gran éxito. Ese ámbito es bastante especial para la creación musical, porque no es lo mismo que hacer una obra por completo musical, ¿no? ¿Cómo se toma esta responsabilidad en cuanto a trabajar colaborativamente? ¿Le pareció interesante?

«Sí, por supuesto. De hecho, una de las cosas que me impactó fue esa capacidad de poder trabajar en equipo de manera colaborativa y creo que tiene que ver con que el fin común es la música; lo que importa es la manifestación artística. Y de pronto se empieza todo a entregar hacia ese lugar, uno se transforma en una especie de sirviente de eso, y en esa actitud estamos todas las personas que estamos haciendo que esta producción sea posible».

¿Ya había estrenado obras? ¿En qué circunstancias fue?

«Sí. La primera obra que estrené fue en 2023, en el Festival de Música Contemporánea de la Universidad de Chile, se llama El eterno retorno. El año pasado, Chaya, que es una obra para corno y piano, se estrenó en el Festival de Cornos, y hay otra obra que estrenó José Luis Urquieta en el Festival de Música Contemporánea de Valdivia, el año pasado, que era para oboe, percusión y piano. Ésas han sido las tres obras que he estrenado».

De El eterno retorno me acuerdo. También de Chaya.

«Chaya es sobre la leyenda de Chaya y Pujllay. Esa obra también va a ser tocada ahora en estos conciertos de la ópera, pero en una adaptación para clarinete y piano, que va a preceder a la ópera. Va a ser una especie de teloneo».

Pensando en invitar a los auditores de Radio Beethoven, ¿qué tipo de experiencia vivirán quienes asistan a No tengan miedo si viene la niebla?

«Las personas que asistan a las funciones se encontrarán con una música nueva, rica en texturas tímbricas, una música que la mayor parte del tiempo es atonal y que busca evocar atmósferas que sostienen la dramaturgia del libreto. En cuanto al espacio escénico, éste refuerza el carácter íntimo y abstracto de la obra, pero también invita a encontrarse de frente con un episodio que formó parte de la vida real de dos mujeres importantísimas para nuestra cultura: Gabriela Mistral y Amanda Labarca. Quedan todas y todos muy invitados al estreno y a las próximas funciones». 

¿Por qué decidió trabajar con la figura de Gabriela Mistral?

«Decidí abordar a Gabriela Mistral por todo lo que representa para nuestro país, más allá de su figura como poetisa. Si bien ella misma decía que nunca había hecho política, tal vez porque nunca perteneció a ningún partido, fue una diplomática con un pensamiento político muy definido, que apuntaba claramente al reconocimiento y al trabajo en pro de los sectores más vulnerables. Creo que ese pensamiento orientó gran parte de sus acciones y que, por lo mismo, es importante mostrar esta faceta de Gabriela Mistral, que pudiera ser menos conocida que su faceta artística». 

Coordenadas

Centro Cultural Ceina (Arturo Prat 33)
Viernes 16 de mayo, 19 horas
Sábado 17 de mayo, 18 horas
Domingo 18 de mayo, 12 horas
Entradas por $1.000 aquí.

Sala Master (Miguel Claro 509)
Martes 20 de mayo, 19:30 horas + transmisión en directo en Radio Universidad de Chile
Descarga gratuita de entradas aquí.

Por Romina de la Sotta Donoso | 15-05-2025.