Hace cuatro años, el director chileno Luis Toro Araya (1995) hizo historia cuando fue elegido como finalista en dos concursos internacionales de primera línea a nivel mundial, en un rango de 20 días: el Concurso Internacional de Dirección de Rotterdam, ICCR, por sus siglas en inglés y el Herbert von Karajan Young Conductors Award (ver nota).

En el primero, terminó obteniendo dos reconocimientos: el premio en la categoría de ópera y el premio del público, y además estrenó una selección de la Sinfonía Romántica de Enrique Soro en esa final (ver nota). En el segundo, dirigió en el Festival de Salzburgo a la Camerata Salzburgo y estrenó en ese país Canción de Cuna para Fuegia Basket, de Tomás Brantmayer.

En 2022 este director nacido en San Vicente de Tagua Tagua fue elegido asistente de la Orquesta Nacional de España (ver nota). Ese cargo lo ejercería por dos períodos. Además, dos meses después, se anunció que fue elegido Dudamel Fellow y, además de trabajar con Gustavo Dudamel ello implicó su su debut con la Filarmónica de Los Angeles (ver nota).

Su sólida carrera la ha cimentado con serenidad, afianzando cada paso y convirtiendo cada invitación que recibe para debutar con una orquesta en una relación a largo plazo de colaboración artística. «Lo peor que le puede pasar a uno es apurarse, sobre todo en esta profesión, que es una profesión tan larga», nos decía hace un año, cuando estaba a punto de debutar con la Orquesta Sinfónica Nacional de Chile.

Una agrupación que integró por tres años, entre 2014 y 2017, como violinista. Ingresó a los 18 años y sólo un par de meses después de empezar a ser «extra» de la Sinfónica, vivió una experiencia que lo hizo decidirse por el camino de la dirección. Lo convocaron para Así habló Zarathustra, de Richard Strauss, con el maestro invitado Juan Pablo Izquierdo.

«Fue un shock trabajar con una persona así, porque el nivel de comprensión que él tiene de la música y esta energía de lograr un resultado musical al más alto nivel posible me inspiraron profundamente», recordó Luis Toro Araya el año pasado (ver entrevista).

En 2017 se fue a Europa, estudió dirección, entre otros, con Helmuth Reichel, e inició esta trayectoria que implica significativos compromisos internacionales y que ya lo ha hecho debutar con todas las principales orquestas del país y, además, asumir este año la titularidad de la Sinfónica Universidad de Concepción.

En marzo pasado, condujo a la agrupación penquista y, también, volvió al Teatro Municipal de Santiago para dirigir a la Filarmónica de Santiago en conciertos estupendos. Álvaro Gallego, por ejemplo, calificó como «imponente» a ese concierto (ver crítica en ADN).

Ahora, Luis Toro Araya está de vuelta en Chile. Este viernes 1 y sábado 2 de agosto, retomará la batuta frente a la Orquesta Sinfónica Nacional de Chile y en su nueva sala de Vicuña Mackenna 20. Una sala de conciertos que también era para él una añoranza, como nos comentará en esta entrevista, en la cual describe además el potencial sonoro que implica el recinto para el desarrollo artístico de esa orquesta.

También adelantará sus futuras actuaciones del 8 de agosto con la Orquesta de Cámara de Valdivia y el futuro inmediato con la Sinfónica UdeC, así como las relevantes novedades que entregará al país a través de su constante compromiso con la música chilena.

¿Cómo ha sido el trabajo con la Sinfónica de Chile para los conciertos de este 1 y 2 de agosto?

«Ha sido un trabajo muy lindo, porque es una orquesta donde me siento absolutamente en casa: volver siempre es como retornar al hogar. Tenemos muy buena relación con los músicos, la verdad. Más allá del elemento personal vinculado al tiempo que yo toqué aquí, lo cierto es que musicalmente nos entendemos muy bien, ya desde ya el año pasado que fue mi debut con ellos cuando hicimos Zarathustra. Podemos trabajar muy bien y eso me da mucho gusto, así que ha sido una alegría estar con ellos de nuevo, y espero que sea una relación que se cultive con los años».

¿Qué le gustaría comentar de la acústica de la nueva sala de conciertos de la Universidad de Chile? Pensando en dos momentos: en cuando era violinista de esta orquesta y tocaban en el Teatro Baquedano, y en la vez que la dirigió allí, ¿le emociona especialmente ver que finalmente se construyó esa sala? ¿Cómo crece ahora la Sinfónica ahora?

«Obviamente me siento muy contento de que al fin tengan su teatro. De cierta manera, yo también me siento parte de esa añoranza que existió durante años para que la orquesta tuviera un teatro para hacer música sinfónica de buen nivel; el que se haya logrado es un tremendo hito para la orquesta. Además, me pone muy contento también ser parte de este proceso justo en los inicios de esta nueva sala. Ahora, sobre la sala misma, es una sala que les permite explorar un poco más los extremos dinámicos: permite explorar sobre todo los pianissimos y también la dinámica forte, algo que el teatro anterior no permitía porque el sonido era muy duro. Como el sonido no corría bien, tenía muchas limitantes. Esta nueva sala le permite a la orquesta tener una paleta de colores mucho más amplia. Creo que ése el trabajo más importante que debieran realizar desde ahora, y en esa dirección también hemos trabajado en nuestros ensayos. He tratado de escuchar desde la sala para ver cómo suena, y es una muy buena sala que le va a hacer muy bien a la orquesta. Creo que ellos ahora empiezan un proceso muy lindo de buscar su propio sonido y de buscar también en qué dirección artística quieren ir, y va ser un proceso interesante para ellos el definir eso, el definir qué colores quieren lograr, qué tipo de sonido quieren desarrollar en esa sala».

¿Qué les diría a los auditores de Radio Beethoven como invitación a sus próximos conciertos con la Orquesta Sinfónica Nacional de Chile?

«Que espero que nos acompañen. Tenemos un programa fantástico, con extractos de Parsifal, la última ópera de Richard Wagner, música que está muy cerca de mi corazón y que significa mucho para mí. Por otro lado, tenemos a Ana Romero, una trompetista fantástica que nos acompañará desde España en el Concierto para trompeta de Hummel, y vamos a terminar con la muy original Primera Sinfonía de Sibelius. Es un universo sonoro que no se pueden perder».

El programa se titula «búsquedas sagradas» y los conciertos se efectuarán a las 19:30 horas del 1 y 2 de agosto en el Teatro VM 20 (Vicuña Mackenna 20), con entradas desde $9 mil a $30 mil, aquí.

¿Cómo fue su experiencia de este año en el Teatro Municipal de Santiago, con la Octava de Bruckner y Canción de cuna para Fuegia Basket de Brantmayer?

«Fue una alegría porque es una orquesta con la que me entiendo muy bien desde la primera vez. La primera vez representa un recuerdo muy especial porque fue un concierto muy emotivo y, de hecho, nos dieron el Premio de la Crítica ese año, y porque dirigir en un escenario como el Teatro Municipal de Santiago siempre va a ser un honor. estos últimos conciertos fueron también un granito de arena. Era la tercera vez que se interpretaba en Chile la Octava de Bruckner; no se había hecho hace 29 años. ¡Imagínate, desde 1996! Yo nací en 1995, entonces traerla a Chile nuevamente fue muy lindo, sobre todo porque Bruckner es un compositor que significa mucho para mí, me siento muy cómodo con su lenguaje y tengo el sueño también de que Bruckner esté algún día poco más presente en las temporadas nacionales y el público también lo aprenda a conocer. Por otro lado, la Canción de cuna de Tomás Brantmayer es una obra que me ha acompañado en hitos muy importantes de mi carrera, como en el Festival de Salzburgo. Con Tomás tenemos una relación de amistad y musical también, que data de unos cuantos años ya, y nos entendemos muy bien, y siempre es una alegría trabajar con él». 

Usted asumió en marzo pasado como titular de la Sinfónica Udec. ¿Cómo ha sido hasta ahora esa titularidad?

«La titularidad con la Orquesta Sinfónica Universidad de Concepción ha sido un lindo hito. Me siento muy contento, me da mucha alegría que hayan confiado en mí. Acabamos de empezar y la verdad es que creo que vamos bien; tenemos una linda temporada. Por un tema de fechas, mis visitas este año fueron un poco espaciadas, pero ya el próximo año voy a poder pasar un poco más de tiempo con ellos. Me hace mucha ilusión tener una búsqueda de sonido con esta orquesta, ver lo que podemos lograr, el repertorio que podemos hacer y ampliar el repertorio de la orquesta, que es una de las cosas que para mí son primordiales, así como buscar nuevas audiencias, que es algo que siempre debe ser uno de los pilares para cualquier orquesta hoy en día. Está siendo un período muy lindo, creo que nos entendemos bien también musicalmente y me pone muy contento trabajar con ellos».

¿Qué le gustaría adelantar de la Gala Strauss que conducirá en septiembre próximo con su orquesta, y que celebra el bicentenario de este compositor?

«Estoy contentísimo. Johann Strauss es uno de mis compositores favoritos, yo crecí escuchando valses y polcas. De cierta manera, es uno de los repertorios que más bellos me parecen. Allí hay sólo belleza y en él existen todas las emociones posibles, desde alegría, melancolía y paz hasta un poco de tormento a veces, y depende mucho de la opinión del espectador, es decir, de qué sienten con las melodías de los valses, por ejemplo. Así que tengo muchas ganas. Nunca he hecho una gala sólo de la música de Strauss, y creo que va a ser un lindo espectáculo para el público».

Más adelante, también con la Sinfónica UdeC, usted tiene diversos programas este año, con Canción de cuna y también con el estreno de una obra comisionada a Tomás Brantmayer, con el Cuarto concierto para piano de Beethoven, con el solista Javier Lanis, a Tercera y la Cuarta sinfonías de Brahms y con el Concierto para arpa de Jongen, con la solista Patricia Reyes. ¿Qué le gustaría destacar?

«Con los programas que continúan en Concepción estoy muy contento porque se cierra un poco el ciclo que estamos haciendo este año con las sinfonías de Brahms y que van emparejadas con obras de Tomás Brantmayer. Siempre es una alegría para mí hacer Brahms, es uno de los compositores con los que más conectado me siento, en especial con su lenguaje, y creo que la orquesta lo está enfrentando de muy buena manera. Ya hicimos la Primera y la Segunda a principios de año, y tengo muchas ganas de, después de varios meses, ver cómo van a enfrentar la Tercera y la Cuarta. Por otro lado, seguir colaborando con Tomás Brantmayer obviamente me pone muy contento; de hecho, es la primera vez que voy a estrenar una obra de él, y está escrita para nosotros, para esta orquesta, lo que también me alegra mucho. Estrenamos en Chile Morbus Sacer hace poco, pero ésta va a ser una partitura inédita que nunca se ha tocado antes: me entusiasma mucho ver qué es lo que logramos con esta nueva obra».

Todos los detalles de la Temporada 2025 de la Sinfónica UdeC se pueden encontrar en su sitio web: corcudec.cl. Los próximos programas con la dirección de Luis Toro Araya serán «Cruzadas sinfónicas: tres voces en tres tiempos», el 26 y 27 de septiembre, y «Cruzadas sinfónicas, cumbre y revolución», el 7 y 8 de noviembre. La Gala Strauss, en tanto, se realizará el 5 y 6 de septiembre.

Antes, con la Orquesta de Cámara de Valdivia, usted dirigirá uno de los programas más refinados de este año de esa agrupación, con Pierrot Lunaire de Schoenberg, Voy y vuelvo de Felipe Pinto dÁguiar y Ró de Anna Thorvaldsdottir. ¿Qué nos podría comentar?

«Poder dirigir de nuevo a la Orquesta de Cámara de Valdivia es un gusto porque la primera vez que trabajamos juntos hace un par de años hicimos Schoenberg también, hicimos la Primera Sinfonía de Cámara, que es una de mis obras favoritas. Y funcionó muy bien, fue un trabajo muy lindo, así que me alegra mucho que ahora podamos hacer Pierrot Lunaire, que es muy desafiante. Es una obra muy rupturista también, que requiere mucha teatralidad, que cae mucho en lo satírico, en la ironía, un poco en lo grotesco a veces también en su estética, por lo que me parece muy interesante poder presentarla con la orquesta. Va a ser la primera vez que colaboro con Claudia Pereira como solista, y tengo muchas ganas de trabajar con ella. Por otro lado, las otras dos obras que componen en el programa, tanto Ró como Voy y vuelvo, juegan mucho con los colores orquestales. Siempre he pensado que es muy interesante hacer obras colorísticas con un ensamble más pequeño, porque todos estamos acostumbrados quizás al lenguaje sinfónico, pero el ensamble camarístico tiene muchas posibilidades también cuando son pocos instrumentos. Y estas dos obras son muy contemplativas y requieren un cuidado especial por el color y la textura, creo que va a ser un interesante complemento para el Schoenberg. Así que creo que es un programa bastante redondo y obviamente espero que el público lo disfrute».

En su calendario 2026, en tanto, Luis Toro Araya ya tiene varias semanas comprometidas de febrero y marzo a la asistencia de Manon Lescaut de Puccini en el Liceu de Barcelona, invitado por el director musical de ese teatro, Josep Pons.

«La próxima temporada, la verdad, va a estar bastante dedicada a Chile y especialmente a Concepción, porque para mí pasar un poco más de tiempo con la orquesta. Además de la asistencia en el Liceu vuelvo a dirigir varias orquestas, pero estaré más enfocadoen mi relación con la Sinfónica UdeC, así que el próximo año tendré un poco más de presencia en Chile», cierra el director chileno.

Romina de la Sotta Donoso | 01-08-2025.