Sylvia Palacios Whitman: "Estas cosas locas, las hago para yo poder vivir"
diciembre 4, 2021
La mundialmente reconocida artista radicada en Nueva York llega a Chile para la retrospectiva en el Centro Nacional de Arte Contemporáneo.
photo_cameraSylvia Palacios Whitman. Captura de video del Whitney Museum of American Art.
Artículo actualizado el 4 de diciembre de 2021, con nuevas actividades de la artista en Santiago. Ver final de la nota.
Sylvia Palacios Whitman (1941) tenía 20 años cuando se instaló en Nueva York, tras menos de un año en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de Chile. Sin embargo, rápidamente se insertó en la vanguardia de la escena local.
Debutó con la célebre coreógrafa Trisha Brown en el Whitney Museum en 1970, y fue parte de esa compañía experimental de danza. Pero no quería ser bailarina. Tampoco coreógrafa o pintora, precisamente. Habitó el mundo del happening en sus inicios, extendiendo las artes visuales hacia las artes escénicas. Fundiéndolas.
En aquellos años, la artista osornina desarrolló su propias performances en espacios tan emblemáticos como Kitchen, Artists Space y Sonnabend Gallery. En general, trabajaba con intérpretes no profesionales y con materialidades efímeras. Simultáneamente, se multiplicaba sus cuadernos con bocetos, dibujos figurativos y abstractos, e incluso collages.
Su primera exposición individual en el Guggenheim la hizo 1979, y la tituló South. Instaló un sobre y una ballena gigantes, y además de una muestra era una suerte de concierto. O más bien, una sinfonía en la cual las diversas performances operan como movimientos. Tuvo un vínculo estreno, además, con la música, y colaboró con compositores tan relevantes como Steve Reich.
Aunque en los años 80 suspendió su práctica artística, al menos aquella pública, en las últimas dos décadas su trabajo ha generado gran interés internacional, desde que en 2013 el Whitney Museum de Nueva York le dedicara un capítulo en la muestra «Rituals of Rented Island: Object Theatre, Loft Performance, and the New Psychodrama — Manhattan, 1970-1980». Allí se recataron sus primeras performances, con abundante documentación y objetos, además de nuevas interpretaciones. En 2017, y junto con otras 12 chilenas, fue una de las 116 artistas incluidas en la influyente muestra «Radical Women: Latin American Art. 1960-1985», en el Hammer Museum de Los Angeles.
Desde entonces, se han sucedido uno tras otro los homenajes. En 2018, en la Tate Modern de Londres, Sylvia Palacios Whitman interpretó ocho de sus trabajos fundamentales, entre ellos, Green Hands (1977) y Elephant Trunk (1975), con la participación del coreógrafo Christopher Rauschenberg. Esas dos performances las volvió a poner en escena en 2019, en la Kunsthalle Wien, sumando además Cup and Tail (1977). Pero, además, estrenó una obra nueva: Visit to the Monkey and Other Childhood Stories (2019). Ese mismo año, participó en los KunstFestSpiele en Hannover.
Chile se suma a los homenajes. Hasta el 4 de enero se exhibe su primera exposición en nuestro país. La acoge el Centro Nacional de Arte Contemporáneo de Cerrillos, que depende del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio. Se titula «Alrededor del borde / Around the Edge» y fue comisionada a la curadora Jennifer McColl Crozier, autora del libro Pequeñas Máquinas de Conciencia: La obra de Sylvia Palacios Whitman (Metales Pesados, 2020).
En esta muestra se han remontado performances de los años 70 como Green Hands, y también obras de gran formato, como Bed (1978) y Jump up a Pyramid (1974), las que se articulan con piezas de su trabajo gráfico, documentos, archivos y dibujos.
¿Entiende Sylvia Palacios Whitman su trabajo como una extensión de su propio cuerpo? ¿Son bocetos de planificación escénica lo que contienen sus cuadernos? ¿Por qué la provocación tiene en sus obras el gesto de una sonrisa? La artista responde a Radio Beethoven, en una entrevista telefónica.
¿Qué le parece que se haya montado una retrospectiva en el Centro Nacional de Arte Contemporáneo, y que es, además, su primera exposición en Chile?
«A mí me parece fenomenal, ¡qué lindo el centro! Es como un museo, me encantó. Y las cosas mías se ven muy bonitas ahí, en ese lugar tan grande y tan fantástico. Lo encontré increíble».
El Centro Nacional de Arte Contemporáneo está en Cerrillos. ¿Qué opinión le merece que un espacio como ése se haya instalado en el área sur-poniente de Santiago?
«Yo no me había dado cuenta de eso, ahora me vengo a dar cuenta con todo lo que me han contado. Pero el lugar mismo es fenomenal, es muy, pero muy lindo. Y qué bueno que los chilenos tengan esto, no sólo para mostrar mis obras, sino que para mostrar los trabajos de todos los artistas».
¿Cómo refleja esta retrospectiva el trabajo artístico que usted ha hecho en su vida?
«Algunas de las cosas que reconstruyó Jennifer las hice en 1970, y nunca las había vuelto a hacer, porque paré por tantos años de trabajar en estas cosas. Después de nuevo vino el vuelo de hacerlo de nuevo, pero ahora parece que todo el mundo está entusiasmado con lo que hizo Jennifer en Chile. Todos quieren presentar esas enormes cosas que hice yo en los años 70».
La exposición fue comisionada a Jennifer McColl, autora del libro Pequeñas Máquinas de Conciencia: La obra de Sylvia Palacios Whitman. ¿Cuán relevante es para usted que ella haya sido la curadora de Alrededor del borde?
«Para mí, lo que ella hizo en Chile es extraordinario. Me conoce y conoce mi trabajo tan bien, además de que es amiga mía, nos queremos, ella ha estado aquí en mi casa. Ella sabe bien lo que yo hago. O sea, no es como si fuera una persona que de repente aparece y hace esas performances. Jennifer las hace de verdad, ella las conoce, sabe cómo y dónde poner las cosas, dónde van las luces. Yo le agradezco infinitamente; ella ha sido, para mí, una persona increíble».
Sylvia Palacios es enfática con respecto al trabajo que ha hecho la curadora en la exposición. «No es que se conozca solamente acá en Nueva York, donde yo he trabajado más, o en Chile porque yo soy chilena, a pesar de que en Chile jamás había yo mostrado absolutamente nada. No. En todas partes se conoce esto, me han llegado felicitaciones de Europa por lo que están haciendo en Chile. Yo les digo que es una muestra excelente. Voy a ir a principios de diciembre, y voy a llevar más cosas».
En el Centro Nacional de Arte Contemporáneo podemos conocer obras que usted desarrolló en los años 70. ¿Cómo era la escena en Nueva York cuando usted llegó allá, y cómo se insertó en ella?
«Estamos hablando de hace muchísimos años… Yo me vine de Chile muy joven y llegué a Nueva York en un tiempo donde pasaban cosas distintas. Realmente había muy pocos happenings, era más la pintura y la escultura lo que había. Y de a poco empezó a ser más la danza, entonces uno se metía en eso, y trabajaba también con los músicos. Estaba Trisha Brown, con la cual yo también bailé al principio. Después uno va buscando lo que uno quiere. O sea, me he rodeado con toda esta gente, pero lo que yo tengo que decir es distinto, y aquí está. Y así fue como en los 70 mostré en todos lados, en muchos museos y en muchas galerías, fui a Suecia, todas esas cosas que todos hacíamos un poco. Pero ahora es completamente distinta la escena en el mundo. Ahora mismo, que me he hecho muy amiga de algunos ingleses en Londres, ellos saben lo que está pasando en Chile. Les mostré un video y les encantó lo que pasó, les encantó el lugar donde lo están haciendo. Yo me muero de ganas de llegar allá y ver ese lugar, porque se ve increíble».
Con respecto a su práctica como creadora, la extensión de su propio cuerpo, ¿es importante en su trabajo?
«Un poco. Con ciertas piezas. Por ejemplo, con las Manos Verdes. Cuando estás creando, ¿no quieres acaso que las cosas vayan más allá, que sean más grandes y más fuertes? ¿Que sean tuyas, pero de otro color? De ahí salieron todas esas Manos Verdes, que ahora los niño andan con ellas (ríe). Pero fuera de eso hice otras cosas también que tenían mucho que ver con la extensión de mi cuerpo, como dices tú. Sí».
Uno ve un ámbito de su trabajo que tiene un carácter coreográfico, de happening, de arte escénica. Y hay otro ámbito que es el de los cuadernos, que es el de la expresión gráfica. Estos dos ámbitos, ¿usted los ve como dos caminos paralelos?
«No, Es igual que cuando te levantas y pasa todo de un viaje. La verdad es que he estado dibujando como loca últimamente y a principios del 2022 voy a presentar un show completo, de todo; de mis dibujos, de las locuras que hago, de los happenings. O sea, va a ser una cosa completa, que así tiene que ser, yo no entiendo cómo podría ser de otra manera, En este momento estoy haciendo unos dibujos locos que les llamo ‘dibujos de piso’ porque los estoy haciendo de un papel que es casi de envolver, y dibujo con muchas cosas, no solamente con pinturas de agua, sino que con óleo, con lápiz y con todo lo demás que tengo. Y los voy a presentar. Me encantaría que en Chile pudiesen ver estos dibujos enormes que estoy haciendo en el suelo en este momento, y que para mí son tan importantes como el resto de la obra que yo he hecho».
Entonces, su trabajo gráfico ¿no es una etapa de planificación a la que sigue después la puesta en escena?
«No. No paro de hacer una cosa por hacer otra, son todas juntas. Vamos a ver qué pasa aquí en Nueva York, yo creo que éste va ser un show tremendo, son varios pisos para mostrar todas mis cosas».
¿Dónde será esa exhibición?
«En un lugar que se llama Americas Society, creo que en la 76 y Park Avenue, es un lugar enorme. Quieren que yo muestre todo, que use completamente el edificio, cada piso para distintas cosas, y va a estar expuesto por cuatro meses. Voy a mostrar dibujos, performances, todo lo que hago. Últimamente he estado haciendo unas performances que en los años 70 había gente que hacía un poco lo mismo, y a mí me gustaba eso, que es hablar sobre lo que uno está mostrando. Entonces yo hago estos dibujos chiquitos de mi niñez y que representan cosas que para mí obviamente fueron importantes en ese tiempo. Narro el cuento divertidísimo de mi papá de llevarnos a ver los monos cuando éramos chicos, de mi mamá y las niñas en el segundo piso… Las primeras performances son realmente de cuando yo era una niña chica. Y todo eso les encanta acá, y va creciendo, o sea, tengo que hacer más y más y más».
Ya que estamos hablando sobre los orígenes, ¿cree que la infancia y la pertenencia se queda siempre con uno? ¿Lo propiamente chileno sigue vivo en usted?
«Absolutamente. A veces me preguntan ‘¿y de dónde sale esto?’ o ‘¿cómo puede ser esto?’. Y es de mi niñez, de Chile, del sur, de lo que vi, de lo que no vi, de lo que me dijeron, de cuando me caí, de todas esas cosas. Y estoy segura de que somos todos iguales, pero ésta es la manera como yo lo expreso. Y sí, viene todo eso de allá… En este show en Nueva York voy a hacer una performance en la que yo estoy dentro de una caja, de esas cajas donde mandan cosas. Hice una nube con una bailarina adentro, y atrás me estoy dando cuenta de que lo que hice es la Cordillera de los Andes. Es algo de plástico; lo miré y dije ‘Esto es Chile de nuevo’ (ríe). Es increíble. De repente me di cuenta de qué era lo que estaba haciendo. Y ahora que tengo 80 años, imagínate… Seguro que todo viene de allá».
Bueno, en 1979, cuando expuso por primera vez en el Guggenheim, esa intervención se llamaba South y había referencias a Chile…
«Claro, South. Y ahora va a haber otra muestra en el Guggenheim, también en el 2022, claro que van a mostrar mis bocetos y dibujos, y las cosas que hice allá, no la performance, sino que todo lo que se refirió a esa performance. Pero tienes toda la razón, también es el sur, es Chile. Son los caballos, claro. Hice un sobre enorme donde había gente abajo, y eso se refería seguramente a escribir, porque en lo años 60 y 70 uno no hablaba por teléfono como estoy hablando contigo ahora, si no que me llegaba una carta como cada seis meses, y yo escribía de vuelta. De ahí venía todo eso».
A lo largo de los años, ¿usted siempre ha seguido conectada con Chile?
«Sí, porque mi familia está allá. La verdad yo voy muy poco a Chile. A Santiago no he ido hace muchísimo tiempo. Voy a ver a mi hermana que vive en el sur, y al resto de mis familiares, pero no paso por Santiago. Si a mí me dejan por ahí en Santiago, yo no sé dónde estoy (ríe)».
Le preguntaba por su conexión con Chile por la situación singular que se está viviendo, con las movilizaciones y la redacción de un nueva Constitución, ¿alimenta la realidad social su trabajo?
«Siempre un poco. Claro. ¿Cómo podría ser que no? A mí me interesa, me preocupa y por supuesto que me afecta. Por lo menos en algunos de los dibujos que yo tengo aquí, que estoy mirando ahora mismo, podría decir que sí, que muy afectados están. Absolutamente».
¿Cree que, así como la pertenencia, el contexto social de un artista tiene que ver con su trabajo? Hay gente que dice que el arte no es necesariamente político.
«¡Pero cómo podría no serlo, si eso es donde uno está metido a diario! A mí me afecta cuando escucho cosas de Chile, lo que pasa en la calle, y también las cosas que me alegran que estén pasando. A veces la familia de uno no está de acuerdo, pero yo tengo mis propias ideas, y todo eso me afecta. Afecta mi trabajo, afecta cómo yo me siento y afecta lo que yo hago. Absolutamente».
Entiendo que el artista siempre tiene un convencimiento profundo, o vocación por desarrollar su trabajo, y le dedica toda su vida, independiente de los sacrificios, la precariedad laboral, de si podrá vivir de eso.
«Claro».
Pero, más allá de ese convencimiento o vocación, a veces se da el reconocimiento. En su caso, los especialistas la valoraron tempranamente, cuando era muy joven, y ahora ha habido un reconocimiento masivo desde su retorno a la práctica artística pública, en 2013. ¿Cómo se relaciona usted con el reconocimiento?
«No sé. Te puedo decir que siempre que yo hice algo y que lo mostré, fue acogido. Apenas salí de nuevo a mostrar, es increíble lo que pasó, cómo se abre el mundo, se abre en todas partes. Yo no sé cómo será para otra gente, no tengo la menor idea, y además que no tengo esa ambición de algunas personas que he conocido que trabajan para le guste al resto y lo quieran. Yo trabajo porque es lo que hago, es lo único que puedo hacer. Estos dibujos locos y estas cosas locas, las hago para yo poder vivir, es lo que me sale a mí, no me importa el reconocimiento tanto como lo que yo le pongo a mi trabajo».
Guillermo Núñez me respondió una vez algo parecido, que su trabajo era lo único que podía hacer, por estar vivo, independiente de los efectos que tuviera.
«Exacto. Estoy completamente con él en eso. Yo no podría no hacer lo que hago, y es lo único que sé hacer. A veces se vuelven locos con algo, y yo digo ‘bueno, pero esto era solamente algo que yo tenía que hacer'».
Usted colaboró con figuras como Steve Reich. ¿Cómo se relaciona usted con la música?
«En los años 70, porque vivía en Nueva York y con mi marido, un americano que también hace performances y porque conocíamos a todos los músicos, nos relacionábamos con ese mundo. Yo incorporaba música porque en ese tiempo era parte de lo que yo hacía. Por ejemplo, toda la música que hice para el Guggenheim, que era de americanos que estaban haciendo música. Pero ahora, fíjate, no se me ha ocurrido poner música con mis performances, con los dibujos. Quizás me gustaría, pero no tengo una relación continua con la música».
O sea, puede suceder que una obra o el lenguaje de un compositor le parezca muy interesante en un momento y sea parte de su trabajo, pero no es que permanentemente usted esté tratando de descubrir música.
«Exacto. No es que yo ande buscando a ver cuál será para esto o lo otro, sino que es una algo que ocurre, como un choque. Uno viene de un lado, el otro del otro y pum».
Por lo que conozco de su obra, me parece que trabaja bastante con el humor. ¿Cree que es un gran vehículo de expresión el humor, que facilita el entendimiento?
«Fíjate que yo soy bien loquita, tengo un gran humor. Me encanta reírme, lo paso siempre bien. El humor, para mí, es una cosa diaria. Lo necesito y todo lo que hago, lo hago con humor porque es la única manera en que lo puedo hacer, y por eso es que me salen estas cosas, por eso es que en las performances la gente me dice ‘¿cómo se te ocurrió hacer tal cosa?’ Y les digo ‘porque es divertido’, ‘porque es loco’, ‘porque se me ocurrió de esa manera’. El humor para mí es muy muy importante. Te voy a advertir que yo tengo amigos que son muy serios y hacen cosas completamente distintas, cosas que me encantan también, pero para mí tiene que ser humorístico todo lo que yo hago, los dibujos, las performances, cómo yo como, cómo me levanto, cómo me acuesto».
He leído algunos textos donde la identifican como feminista. ¿Cómo es su relación con el feminismo, o mejor dicho, con los feminismos que ha habido a lo largo de su vida?
«Seguramente soy más feminista que no feminista, es lo único que puedo decir, Ha sido una cosa simple para mí, nunca se me ocurriría pensar que no lo soy, o que haya amigos míos que no lo son. Es una cosa que existe y que yo la adopto».
¿Cómo invitaría a los auditores de Radio Beethoven a la exposición «Alrededor de Borde»?
«Vayan con humor, riámonos. Me encantaría que estén allá, les voy a mostrar todas estas cosas de las cuales hemos estado hablando. Vayan cuando yo vaya. Llego a Santiago el 5 de diciembre, y vamos a hacer unas demostraciones enormes en el lugar tan lindo ése. Vengan todos y lo pasamos estupendo».
Agenda de Sylvia Palacios Whitman en Chile
La artista residente en Nueva York realizará una serie de actividades en torno a la muestra comisionada por el Centro Nacional de Arte Contemporáneo a la curadora e investigadora Jennifer McColl Crozier.
Serán tres actividades gratuitas, el sábado 11 de diciembre. A las 12:00 horas, la propia artista conducirá una visita guiada por la muestra, con aforo de 20 personas e inscripción aquí. Asimismo, el mismo día, el público podrá asistir a dos performances que contarán con la participación de Sylvia Palacios Whitman: Love of Tree (1980), Cup & Tail (1977) y Green Hands (1977). El aforo es de 50 personas en cada una y se realizarán a las 16:00 y a las 19:00 horas, con inscripciones para las 16:00 horas aquí, y para las 19:00 horas, aquí.
Además, la artista estará en los ensayos de diversas performances que se realizarán desde el lunes 6 de diciembre: Change of Line (1976), Jump Up a Pyramid (1974) Human Paper Coil (1974), Curve and Weight (1975), Bed (1978),Elephant Trunk (1975), Negatives (1981), With a Tree, (1976) Last Chance (1980) y Leaf (1978). Desde las 10:00 y hasta las 17:00 horas, con excepción del miércoles 8, que se realizarán hasta las 14:00 horas por ser feriado.
Como parte de esta exposición, además, las artistas Janet Toro, Claudia Vásquez y Paula Baeza Pailamillla, están realizando una serie de laboratorios de creación y práctica en performance, con inscripciones aquí. Además, la primera semana de enero se presentará en el CNAC el libro Pequeñas Máquinas de Consciencia. La obra de Sylvia Palacios Whitman, de Jennifer McColl Crozier, editado por Metales Pesados en 2020.
Alrededor del Borde / Around the Edge se exhibe hasta el 5 de enero de 2022 en el Centro Nacional de Arte Contemporánea, que está en Pedro Aguirre Cerda 6.100, metro Cerrillos, en la Línea 6. Abre de martes a domingo de 10:00 a 18:30 horas, y la entrada es liberada.
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