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Música

Mika Eichenholz: "Como director invitado, la música chilena es un regalo para mí"

junio 21, 2022

El maestro sueco dirigirá el Concierto de Aniversario UC, con obras de Jorge Urrutia Blondel, Leonard Bernstein y Mozart. Aquí habla de ese repertorio y también de sus concepciones artísticas. "Debemos defender y apoyar la democracia, y eso comienza con nosotros en las orquestas y en casa", dice.

Mika Eichenholz: "Como director invitado, la música chilena es un regalo para mí"

Mika Eichenholz (1960) es uno de los directores internacionales que mayor influencia han tenido en la escena musical chilena. El director sueco ha construido un vínculo muy estrecho con nuestro país a lo largo de tres décadas, cosechando estupendas críticas y ganándose el respeto de los integrantes de cada orquesta con la cual ha trabajado.

Alabado por la crítica por su «maestría en unir gestualidad física y gesto musical» y por «hacerle justicia» a la música, Mika Eichenholz aborda un variado repertorio sinfónico y también operático, y cuenta, además, con una extensa discografía editada por sellos como EMI, Marco Polo y Naxos.

Una versatilidad que también ha exhibido en cada uno de los compromisos que ha asumido al frente de la Orquesta Sinfónica Nacional de Chile y a la Orquesta de Cámara de Chile, al igual que en los proyectos que ha desarrollado para la Sinfónica Universidad de Concepción en las dos ocasiones que ha sido elegido como director titular, en 2016 y 2019. Las temporadas que ha diseñado con la agrupación penquista han implicado una madura renovación del repertorio incorporando obras exigentes y nuevos lenguajes que conducen al perfeccionamiento de ese organismo vivo que es la orquesta. Igualmente ha insistido en tocar música chilena, tanto de repertorio como nuevas composiciones. Para él, tocar en nuestro país música chilena «es un regalo», como nos explicará en esta entrevista.

Mika Eichenholz. Foto: Archivo Mika Eichenholz.

La Corporación Cultural Universidad de Concepción, entidad que administra a la Sinfónica UdeC, tomó la desconcertante y sorpresiva decisión de no renovarle el contrato este año, cuando se ha retomado la actividad presencial en forma constante después de los intermitentes confinamientos obligados por la pandemia.

La decisión difiere de lo que ha sucedido en los más diversos escenarios internacionales y locales, que ante la imposibilidad de un normal desarrollo artístico de las temporadas 2020 y 2021 han optado por mantener los liderazgos musicales, para recuperar esos proyectos suspendidos.

Mika Eichenholz no polemiza al respecto. Por el contrario, indica que no quiere perder la relación que tiene con Chile, que eso sencillamente «no sucederá, ya soy semi-chileno». Por de pronto, ya tiene agendado conciertos en octubre con la Orquesta de Cámara de Chile para finalmente concretar el mismo programa que ya prepararon en octubre de 2019 y que debieron suspender por el estallido social.

Y no sólo eso. Ahora mismo está en Santiago, invitado por el Instituto de Música UC para dirigir el Concierto de Aniversario UC el jueves 23 de junio, con un refinado programa que reunirá a Jorge Urrutia Blondel, Leonard Bernstein y Wolfgang Amadeus Mozart, solistas, dos coros y una orquesta.

Mika Eichenholz en su primer ensayo en el Instituto de Música UC. Foto: Carlos Arriagada.

Radio Beethoven ha conversado con Mika Eichenholz al respecto. También sobre sus profundas convicciones sobre la música y el valor del arte en la sociedad, sus muy positivas impresiones sobre el público nacional y la relevancia de que los chilenos conozcamos nuestra propia música.

¿Por qué es interesante para usted venir a Chile para trabajar con los profesores y estudiantes del Instituto de Música UC en el concierto que celebra el centésimo trigésimo cuarto aniversario de la Universidad Católica?

«He estado muchas veces y mucho tiempo en Chile, y es maravilloso vivir una nueva experiencia en Santiago, ciudad donde estuve por última vez hace varios años. Sabía que algunos de mis amigos músicos enseñaban en la Universidad Católica, y como he ensayado con algunos de ellos sabía que su nivel era muy bueno. Cuando la Universidad Católica me invitó, pensé que éste era un buen momento. Acabo de empezar mis vacaciones en Europa, pero amo trabajar. Cando el trabajo es música yo generalmente me sumo, así que venir a Chile es una linda oportunidad para mí».

Usted llegó a Santiago el viernes 18 de junio, en la mañana, y ya al mediodía inició sus primeros ensayos. ¿Cómo fueron? 

«Estoy entusiasmado, y muy feliz. Somos un grupo pequeño, porque es una orquesta de cámara, y eso significa que necesitas lograr una buena interacción y sentir que hay una cierta vibra, porque nadie es anónimo cuando el ensamble es pequeño. También el coro es pequeño, así que sucede lo mismo. Fue un día realmente lindo y empezamos un pequeño viaje juntos».

Entre los intérpretes que están trabajando con usted hay profesionales y también estudiantes, quienes aprenden mucho en una práctica real para un concierto de verdad, ¿no?

«Tienes un punto. Recuerdo que, en mi juventud, cuando se mezclaban profesores con estudiantes era lo mejor, porque tú puedes preguntar y ves cómo hacen los profesores el trabajo. Es una experiencia estupenda».

Porque los estudiantes siempre escuchan a los profesores hablar de ese trabajo, y ahora pueden ver finalmente cómo lo hacen, no lo que dicen.

Eso. Es algo realmente especial. Trabajo una vez al año con una orquesta juvenil en Alemania, y les preguntamos a diferentes profesores si quieren ir, con la condición de que toquen en la orquesta. Es la misma idea, y es realmente estupendo».

¿En cuál estado de Alemania?

«En Schleswig-Holstein. Es una idea tan buena. Además que todos vivimos en ese lugar por diez días, profesionales y jóvenes estudiantes. Tomamos desayuno juntos, hablamos de música y tocamos música juntos. Es fantástico».

Mika Eichenholz, afuera de la sala de ensayo del Instituto de Música UC.

En el Concierto de Aniversario UC, articularán dos obras del siglo XX, una chilena y una de Bernstein, con una obra de Mozart para orquesta solemne. ¿Qué nos puede decir de esta combinación?

«Este programa me pidieron que lo hiciera, y dije inmediatamente que sí, pues es una mezcla muy linda de música. Bernstein y Mozart son dos genios mayores de la música clásica. Son distintos porque vivieron en épocas históricamente diferentes, pero hay mucho en común entre ambos, partiendo por el genio espontáneo. Si lo logramos, y creo que sí lo conseguiremos porque ya en el primer ensayo salió bastante bien, escucharemos el carácter dancístico de la obra de Mozart, a pesar de que su temática sea religiosa. Y lo mismo en la obra de Bernstein, que es una de sus piezas más judías, con textos en hebreo incluso, pero su música siempre es dancística, puedes percibir en ella un vínculo con los coros de las iglesias bautistas, con ese estilo tan norteamericano”.

Un poco gospel, ¿no?

«Eso. Puedes notar que él conoce muy bien esa tradición. Aunque proviene de una familia rusa judía de Ucrania, él nació en Norteamérica, así que en el propio Bernstein hay un mestizaje interesante y quizás por eso mismo su música se mezcla tan bien con las otras músicas. Entre Bernstein y Mozart, tal como lo he hecho frecuentemente en Chile, porque siempre debemos presentar música chilena, tenemos esta obra de Jorge Urrutia Blondel que fue escrita en 1937 y que es un homenaje a Maurice Ravel. Es la primera vez que abordo una obra de él, y he leído sobre este compositor que estudió en Europa varios años, por ejemplo, con Nadia Boulanger, Paul Hindemith y Vincent d’Indy, es decir, estudió con figuras fundamentales. Eso lo sientes en su música, es evidente que conocía muy bien la historia de la música. Sobre su estilo, debo decir que siente nítidamente el sabor de Chile, con algunos elementos del folclor, del Impresionismo y del Neoclasicismo. Nadie en la orquesta ha tocado esta obra, tal como yo, de manera que será una linda experiencia, aparte de que la obra misma es muy hermosa. Adoro este programa”.

Podemos ver un nexo entre Pastoral de Alhué de Urrutia Blondel y Chichester Psalms de Bernstein. Pastoral de Alhué se inspira en una práctica religiosa de la cultura popular en un pequeño pueblo cerca de Santiago y que existe desde la Colonia, la Novena del Niño Dios, de universo del Canto a lo poeta, que se practica con décimas y guitarra.

«Por eso él usa la guitarra en la orquesta de cámara, lo que es muy inusual y también muy interesante».

Es impresionante cómo Bernstein ha sido reconocido en los últimos años como compositor, sobre todo porque antes las grandes audiencias lo conocían más bien como director.

«Es cierto. Desde que él murió, al inicio de los años 90, tomó un tiempo para que lo dejara de eclipsar su fama como director, hasta que la gente empezó a escuchar a Lenny, más allá de West Side Story, que siempre fue popular. Ahora, en cambio, se tocan sus sinfonías. Chichester Psalms se ha tocado bastante, al menos en Europa, porque es una obra tan buena para el coro. Tan interesante. Es muy lindo verlo a él mismo conduciendo esta obra; hay videos y lo puedes ver cómo canta desde el corazón, tremendamente concentrado en los textos que él mismo eligió. Porque él tomó lo textos e hizo algunas alteraciones que cambian el orden para que encajaran bien con su música. Es similar, en cierta manera, con el caso de uno de sus compositores preferidos, Mahler. En su tiempo, Mahler era visto sólo como director, y cuando él interpretaba su propia música era mucho peor para él que para Lenny porque había gente que reclamaba que no era más que un ruido horrible, no querían escucharlo, y luego se convirtió en uno de los compositores sinfónicos más escuchados. Algo parecido le pasó a Lenny, así que comparten un poco esta situación».

Con respecto a Vísperas Solemnes del Confesor, de Mozart, entiendo que se llaman ‘solemnes’ por la orquestación, porque usa timbales y trompetas.

«Sí, las trompetas se usaban para apoyar al coro en las obras más destacadas de Mozart, como su Réquiem. Además, las trompetas representan en la tradición el sonido de los ángeles».         

¿Es un un poco operática esta obra?

“Justamente le pedí a la orquesta que no olvidara que Mozart era un compositor de ópera fundamental, que aquí hay una pequeña ópera, algo que suelo decir también cuando hago sus sinfonías. En esta obra hay bastantes elementos gloriosos. Fue la última que compuso para la Catedral de Salzburgo, y sabemos que al propio Mozart le gustaba pues le escribió una carta a su padre, muchos años después, pidiéndole que le enviara a Viena esta pieza para poder mostrarla, creía que ganaría dinero con ello. La verdad es que estaba muy orgulloso de esta obra, y le gustaba. Bueno, a m{í también me gusta».

Usted también dará una clase magistral de dirección el miércoles y jueves, en el Instituto de Música UC, con inscripciones gratuitas. ¿Cuál será el foco, cuáles serán los temas principales?

«En la clase magistral trabaremos con la Patética de Tchaikovsky, la Primera Sinfonía de Brahms y la Sinfonía N°40 de Mozart. Esperamos crear interés para el futuro para ver si hay algo que debiera construirse pensando en que pueda nacer un curso. Quizás una vez al año o varias veces al año, pero construir una tradición educativa a través de clases magistrales. Esperamos que pueda ser. Ya lo veremos».

¿Cómo invitaría a los auditores de Radio Beethoven a este concierto del jueves 23 de junio?

«El programa que haremos es muy hermoso, con Chichester Psalms de Leonard Bernstein, una pieza muy, pero muy linda y maravillosa, en versión de cámara para pocos instrumentistas, coro y con voz de niño soprano solista, que la haremos con contratenor. Es una de esas obras realmente electrizantes y la combinaremos con las Vísperas Solemnes de Mozart, su último trabajo para la Catedral de Salzburgo, de 1780, con su famoso Laudate Dominum. Y entre estos dos famosos maestros tenemos al compositor chileno Urrutia Blondel; tocaremos una pieza que fue originalmente escrita para orquesta de cuerdas, Pastoral de Alhué. Es una obra muy, pero muy bella. Así que, queridos auditores de Radio Beethoven, vengan y únanse a todos nosotros en este hermoso programa».

Mika Eichenholz en su primer ensayo en el Instituto de Música UC. Foto: Carlos Arriagada.

Mika Eichenholz es una de las principales personalidades artísticas en su país natal, Suecia y, como tal, es invitado constantemente a trabajar con los principales elencos y teatros de esa nación y de Finlandia. Pero su campo de acción es extenso y tiene incontables compromisos en Austria y también en Europa del Este y América del Sur.

Su carrera internacional despegó en 1990, cuando reemplazó a Neeme Järvi en una gira con la Orquesta Filarmónica de Israel. Su repertorio es igualmente amplio, tanto en el ámbito sinfónico como el operático, y tiene una nutrida discografía con EMI, Marco Polo y Naxos.

Ésta es la primera vez que usted trabajará con elencos de la Universidad Católica, pero ha sido titular de la Sinfónica UdeC, y ha actuado varias veces tanto con la Orquesta Sinfónica como con la Orquesta de Cámara de Chile. ¿Cómo es su relación con nuestro país?

«Me lo preguntan bastante. La gente en Escandinavia, especialmente en Suecia, mi país, me lo pregunta diciéndome que soy el único sueco que viene tantas veces a esta parte del mundo.  Pero sabes, yo soy un poco mestizo; tengo distintos antecedentes familiares. Supongo que hay un cierto carácter escandinavo que es parte de mi personalidad, pero cuando era un niño me di cuenta de que no era un niño completamente normal comparado con mis amigos de infancia. Hay algo en el temperamento que no alcanzo yo mismo a definirlo. Más tarde en la vida, cuando empecé a dirigir, cosa que sucedió bastante tarde pues empecé cuando ya tenía 26 o 27, años, mi padre, que era un muy buen músico, me dijo que fuera al extranjero si me invitaban. ‘Suecia es muy pequeño y acá e acostumbra a trabajar mayoritariamente con extranjeros, anda afuera del país’, me dijo. Así que empecé a viajar, ´primero a Europa del Este, que recién se estaba abriendo después de la caída del Muro de Berlín. Empecé a ir mucho a Polonia, la República Checa, Hungría y Eslovaquia, y podía hacer buen repertorio. No conocía los idiomas, tal como ahora tengo un muy malo español. Y me di cuenta de que te podías comunicar muy bien a través de tu temperamento, incluso mejor que con el lenguaje, a veces. En música es algo que debemos hacer porque tenemos un tiempo limitado en los ensayos, no tenemos tanto tiempo como tenemos ahora en esta entrevista». 

Tiempo para hablar.

«Eso.En los ensayos tú tienes que ser eficiente, usar frases cortas, colores, una idea filosófica, ¡y adelante!.

Usan mucho los ojos y la gestualidad del rosto, en los ensayos.

«Por supuesto, los ojos. Todo tiene que ver con la comunicación y con la vibra que haya en el recinto. Bernstein dijo una vez que ante todo era un ser humano y que lo era a través de la música. Y cuando le preguntaron si era sobre todo un director, dijo que no, que era un músico normal que quería dirigir a otros músicos. Yo no soy Bernstein, desafortunadamente, pero siento lo mismo. Cuando empecé a viajar, me di cuenta asombrado de que existe algo más allá del lenguaje que encaja con mi personalidad. Un día, un sueco chileno que vino desde Moscú y se quedó en Estocolmo la mayor parte de su vida, me vio dirigir y me dijo que tenía una conexión con Santiago, y que acostumbraba enviar a algunos directores rusos de Moscú para allá, que en ese momento necesitaban a alguien y me preguntó si yo iría. Me pareció interesante, ý ése fue el inicio. Después fui conociendo a muchos músicos y nos hicimos amigos, lo somos hasta el día de hoy. Y ahora soy un hombre bastante mayor, así que fue hace mucho tiempo. Entonces, para volver a tu pregunta, fue una coincidencia que haya ido a Chile, después he ido a Argentina y a Brasil también. Empecé a venir a Concepción, y a trabajar en Santiago con la Orquesta de Cámara y con la Sinfónica. Ahora mismo, estoy muy feliz de volver a Santiago después de varios años, porque estaba trabajando con la Orquesta de Cámara de Chile cuando empezó la rebelión social de 2019 y me mandaron a casa. la siguiente temporada tuvimos el Covid. Estoy feliz ahora de trabajar en la Católica, y en octubre volveré de nuevo si todos ustedes en Chile no se contagian de Covid o algo así. Tal vez podamos retomar la Novena de Schubert que íbamos a presentar en 2019».

Mika Eichenholz con la Orquesta de Cámara de Chile. Foto: Ministerio de las Culturas.

Comentó usted que su padre es músico. ¿Qué instrumento tocaba?

«Tocaba el violín, era una suerte de niño prodigio, así que hizo su debut con orquesta a los seis años de edad. Vivía en Cracovia, tenía un profesor de Viena y debía empezar a estudiar en Berlín con Carl Flesch cuando comenzó la guerra. Entonces imagino que no tocó por algo así como cinco o seis años, y después vino a Estocolmo. Yo nací bajo sus atriles».

Y usted, ¿con cuál instrumento se inició?

«Empecé con el violín cuando tenía cinco años, pero mi padre, ahora es demasiado tarde para culparlo, pero era un profesor muy duro, era de la viaje escuela. ‘Mika, ¿por qué tocas desafinado? Por favor, usa la técnica de cuerdas rusa’, me decía, y yo tenía seis años. ‘¿Técnica de cuerdas rusa?’, preguntaba. ‘Arco ruso y técnica rusa, las dos’, me respondía. ‘Padre, ¿qué es eso?’. ‘Deberías saberlo’, decía. Así que mis hermanos y yo empezamos con el violín, y todos lo dejamos después. Yo me cambié al clarinete, mi hermano a la flauta, y etcétera. Pero aprender fue muy bueno, porque cuando tocas un instrumento de cuerdas, que es bastante complicado, adquieres el sentido de ese instrumento aunque no lo toques más».

¿Y cómo pasó del clarinete a la dirección?

«Estudié en la Royal Stockholm Academy of Music, hice mi concierto debut en Estocolmo, y toqué como freelancer y también tuve un contrato con una orquesta por un tiempo bastante breve. Y entonces repentinamente cambié».

Usted viene de una familia con con músicos como su padre, y su mujer también es música, la soprano Agneta Eichenholz. Recuerdo que con la Sinfónica UdeC presentaron juntos la Cuarta Sinfonía de Mahler, en 2011. ¿Cómo es un matrimonio de un director y una soprano con carrera solista? ¿Es interesante?

«Nos gusta trabajar juntos, pero no lo hacemos muy seguido. Hace tres o cuatro años hicimos una gira por Israel, y yo dirigí su debut en la Ópera de Estocolmo hace ya 20 años. En enero deberíamos haber hecho un concierto en Estocolmo, con la Royal Philharmonic, pero se suspendió por el Covid. La verdad es que disfrutamos trabajar juntos en un programa, aunque no tengamos muchas oportunidades para hacerlo tan seguido. Trabajamos en distintos lugares y las producciones de ópera toman mucho tiempo, así que antes de la pandemia, yo me concentraba por un par de semanas en un concierto en cualquier lugar, y después la llamaba para saber dónde estaba, y tomaba un avión. Llegaba, visitaba algunos museos, escuchaba algunos ensayos y después volaba a la siguiente ciudad donde me tocaba trabajar. Así es como vivíamos antes del Covid. Pero si hubo algo positivo en la pandemia fue que estuvimos obligados a buscar otra forma de vivir. Nosotros nos mudamos a la casa de verano en una isla y prácticamente todo el tiempo éramos sólo nosotros dos. Recibíamos a algunos pocos amigos, para no correr riesgos, en el invierno, cenábamos afuera en la nieve, sentándonos en pieles y haciendo fuego. Cosas que no haces normalmente. Durante la época Covid fuimos como una matrimonio normal (ríe). Los músicos tendemos a conocer a otros músicos porque hay distintos períodos en tu vida en los que trabajas mucho».

Mika Eichenholz en su primer ensayo en el Instituto de Música UC. Foto: Carlos Arriagada.

¿Cuál es la situación actual con la Orquesta Sinfónica Universidad de Concepción?

«Ahora la situación es la siguiente: Ha terminado mi contrato, aunque durante el contrato tuvimos la problemática situación del Covid, y nos reuniremos al menos una vez en la nueva temporada. Eso es lo que sé respecto de la situación actual».

Usted ha venido a Chile y ha pasado períodos extensos en nuestro país, trabajando y ofreciendo conciertos. A lo largo de este tiempo, ¿qué impresión tiene de las audiencias de la música clásica en Chile?

“Creo que el público es muy cálido. Tengo muy buenos recuerdos de las audiencias. En Concepción, por ejemplo, hicimos bastante música contemporánea y chilena, y la reacción del público fue cálida, se interesaban y tenían paciencia. Tampoco me olvidaré nunca de cuando vine justo después del terremoto, había sucedido tan cerca de Concepción, y estuve en muchas réplicas. Traté de ser moderno y subí algunas fotos en Facebook para mostrar lo que había pasado, y la gente me decía ‘estás loco cómo puedes haber ido para allá’. ‘Son mis amigos’, les respondía, ‘si ellos pueden vivir acá, yo también puedo hacerlo por diez días. Esto me ha dado un cierto alivio del carácter escandinavo que, en cierto sentido es más lógico. Creo que mi sistema nervioso no fue hecho para una vida completamente tranquila, para una vida completamente lógica. No soy ese prototipo».

Quisiera profundizar en la relevancia de algo que usted ha dicho, en cuán importante es tocar nueva música y también música del país donde trabaje. Me parece que ésa es la única manera de mantener viva la música de tradición escrita.

«Completamente. Éste es un tema muy interesante. En Suecia casi todos los directores titulares han sido extranjeros; algunos de ellos se interesan en la música sueca, y otros no, y creo que es justo observar esta situación en forma crítica. Siempre he solicitado hacer mucha música chilena, me siento comprometido con tu cultura, a mostrar interés. Como director invitado, la música chilena es un regalo para mí. Y debes saber recibir este regalo; mostrar interés genuino. Por eso siempre he pedido hacer música chilena. Es igual que cuando leemos todo tipo de libros, con la música pasa lo mismo. Imaginemos que uno no lee ninguna nueva literatura o que nunca ve arte moderno. Por eso es peligroso cuando escuchas frases como ‘necesitamos llenar las salas de concierto, toquemos la Quinta de Beethoven cada semana’, yéndome a un extremo. Es muy peligroso, porque eso destruye el espíritu del arte. Después de oírla, podemos hablar de eso, de si nos gustó, no la entendimos, etcétera. Pero tocar música contemporánea, o más moderna, te da una idea de la música del mañana, así que es una pregunta importante. Es una buena pregunta».

En el norte de Europa, en cierto momento, ustedes decidieron a nivel central del Estado hacer comisiones a los compositores locales.

«Muchísimas». 

Y gracias a esta política de Estado, ahora conocemos a muchos compositores del norte de Europa, compositores que pudieron practicar con instrumentos reales, escuchar sus partituras.

«Absolutamente. Así es».

Si pensando en esa experiencia histórica, ustedes nos mostraron a todos los demás, cómo hacerlo con éxito.

«Sí. Ha sucedido más que en algunas otras partes del mundo, y es una tradición muy buena. Eso se materializa a través de un comité técnico, como lo llamamos, un comité encargado de la programación, con representantes de la orquesta junto con el director titular, como debe ser, y por supuesto con alguien de la administración. Ellos debaten mucho. Generalmente tienen a un compositor en residencia por una temporada

And it makes often the technical commites we call them, the program comite ussualy, represented up the orchestra together with the titular as it should be and also of course from the management someone, they discuten mucho. Generalmente tienen a un compositor que está en residencia por una temporada. También, y esto comenzó con la Royal Philharmonic, deben to dedicarle toda una semana al año a un compositor, ya sea sueco o internacional; van alternando. Los músicos de la orquesta están comprometidos con el comité técnico, y son pacientes, apoyan las decisiones que se toman de programar a tal compositor o hacer tan festival».

Es un sistema que permite que las decisiones se tomen en forma transparente, todos saben cómo funciona.

«Sí. El comité técnico es señal de una buena tradición democrática. Las orquestas son complejas, porque somos muchos. Por supuesto que si tenemos a 70 personas, hay 70 ideas distintas. Es necesario un sistema que nos permita escuchar a cada uno de ellos, de alguna manera. Ellos tienen a sus representantes en el comité, y cuando éste se renueva son los propios colegas quienes van decidiendo quién entra por la siguiente temporada. Este sistema permite que los músicos hagan un aporte relevante en cada temporada de la orquesta. Es importante tener a los músicos a bordo, para poder desarrollar ideas. Esto es algo que hemos conversado mucho en Chile, porque es relevante que haya conciencia de que ésta es una forma moderna de tomar las decisiones. Porque generalmente no nos gusta escuchar otros puntos de vista; no nos gusta que la gente nos diga que podemos estar equivocados, que alguien nos diga que tiene una idea mejor. Pero cuando les dices intentémoslo ya estás logrando dar un nuevo paso. Debemos ser un equipo y funcionar como tal».

Mika Eichenholz en su primer ensayo en el Instituto de Música UC. Foto: Carlos Arriagada.

¿Cuán importante es para usted la idea de desarrollar un tipo de democracia dentro de la orquesta y en la relación con el director, recordando que aún existe ese estereotipo de los directores-dictadores?

«Sí, pero eso era antes. Los directores más antiguos, los mayores».

Para usted como director y como músico, ¿cuán importante es que haya una práctica democrática dentro de la orquesta y en la relación con el director?

«Son dos temas diferentes. En el mundo libre, el de la democracia, dentro de la orquesta debe haber un comité técnico con representantes elegido por los propios colegas, que se reúnen con el administrador y con el director titular. Tal como los directores deben ser elegidos por la orquesta, como sucedió en Concepción.Solamente en los estados totalitarios los gobiernos tienen a tal o cual caballero por 40 o 20 años. Las formas democráticas son más fuertes. Si trabajamos en una forma extremadamente individualista, ¿cómo podríamos transformar nuestras ideas en un concierto? La orquesta espera una idea clara y transparente para trabajar. Por ejemplo, cuando ensayamos por primera vez en la Universidad Católica la obra de Urrutia Blondel. En una parte de la partitura que está indicado acelerando, les pedí que aceleráramos tal como decía la partitura a ver qué sucedía. Y resultó un poco problemático de tocar, no sonaba lógico, pero les expliqué que sólo necesitaba probar lo que veía. ‘Ahora intentemos doblar la velocidad, tal como creo que a ustedes les gustaría tocar esta parte’, les dije después. Y sonó mejor. Esto también es transparencia. ‘Como esto es mejor, hagámoslo como ustedes quieren’, dije. Y después, con el coro, en uno de los momentos de la obra de Mozart, sucedió algo parecido con los bajos, probamos más lento y más rápido, y nos decidimos por la forma en la cual ellos ya habían practicado. Artísticamente, siempre hay un dar y recibir. Por supuesto que un director tiene permitido expresarse, pero el trabajo en conjunto requiere sensibilidad e inteligencia. Un buen director generalmente recoge de los músicos aquello que puede ser mejor de lo que él había visto, algo que está más allá de sus propias ideas. Si no tienes un sistema democrático en el interior de las orquestas que les permita a los músicos tomar decisiones, vendrán artistas que ellos no eligieron y tendrás un problema, porque los más antiguos y buenos, aquellos con más experiencia, se irán. Si no escuchas a la orquesta, ¿cómo puedes saber lo que ellos quieren? Como artistas, y como seres humanos, todos somos sensibles. Es un trabajo realmente difícil. Si sientes que te han dejado de lado, que políticamente no te escuchan, si sientes que estás en peligro, todo eso se expresará de alguna manera a través de tu instrumento. La democracia tiene sus dificultades, pero he estado en países con otros sistemas y son peores en todos los aspectos humanos. Debemos defender y apoyar la democracia, y eso comienza con nosotros en las orquesta y en casa. Es algo importante. En los últimos 20 años ha bajado drásticamente la cantidad de países democráticos, he visto los números y es alarmante. Así que es una buena pregunta. Gracias».

Otro tema importante es el equilibrio entre las decisiones artísticas y financieras. Sin un buen sistema democrático que permita debatir y hacer un trabajo mancomunado, se pueden tomar decisiones ejecutivas que sacrifican la naturaleza artística de la música clásica.

«Tristemente, puede suceder que en la administración haya personas que no vienen de la familiar musical y que además no vayan a los ensayos, no les interese tratar de entender cómo se hace el trabajo musical. Nunca me atrevería a liderar una orquesta si no tuviera la educación musical, si no hablara el lenguaje, tal como yo no entrenaría la selección chilena de fútbol».

O un hospital, o una empresa de construcción…

«Es la misma situación. Pero se pueden dividir los roles, una persona se puede concentrar en lo económico, y otra persona, en lo artístico. La Royal Stockholm Philharmonic Orchestra ha tenido por muchos años como jefe artístico y ejecutivo a un trompetista que además había estudiado economía y liderazgo, y que ha sido muy exitoso (Stefan Forsberg, desde 2003). Hay muchos casos; una dama que fue jefa de la Orquesta Sinfónica de Gotemburgo y después de la Sinfónica de la Radio Sueca, y que estudiaba trombón cuando yo estudiaba clarinete (Helena Wessman). Ellos han sido exitosos, y también son muy respetados por parte de los músicos debido a ciertas cosas que ellos saben. Quizás somos personas difíciles, pero a veces en el arte te olvidas de la realidad humana y no debería ser olvidada. Durante los días del Covid tuve muchos estudiantes y la verdad es no hice más que confirmar que deberíamos siempre comunicarnos de igual a igual, como seres humanos, independiente del cargo que tengamos».

Me parece que el respeto es connatural al trabajo. Todos somos trabajadores, algunos son trabajadores artísticos, otros trabajan en la ciencia o el arte. El mismo respeto que merecemos como trabajadores debemos ejercitarlo hacia los demás, y eso implica comprender qué trabajo estoy haciendo y cuál están haciendo los demás.

«El respeto es la palabra clave. De hecho, lo central de todo lo que hemos hablado es el respeto. Tienes razón».

En el fondo, al respetar a los demás nos estamos respetando a nosotros mismos.

«Claro. Y si la otra parte no está haciendo un buen trabajo, se supone que debes decirle, porque eso también es respeto».

¿Le interesa seguir vinculado a Chile?

«No quiero perder la relación con Chile. Eso no sucederá, soy semi-chileno. Ahora mismo tengo un estudiante chileno en Estocolmo, becado, estudiando intensamente dirección por dos meses. Mi intercambio con amigos y con estudiantes continuará, y creo que profesionalmente también».

Coordenadas
23 de junio. 19:00 horas. Salón Fresno del Centro de Extensión UC (alameda 390) y con transmisión directo en musica.uc.cl. Concierto de Aniversario UC. Chichester Psalms de Leonard Bernstein, Pastoral de Alhué de Jorge Urrutia Blondel y Vísperas Solemnes del Confesor de Wolfgang Amadeus Mozart. Solistas: José Muñoz, contratenor; Andrea Aguilar, soprano; Javiera Lara Barrios, mezzosoprano; Gonzalo Quinchahual, tenor, y Patricio Sabaté, barítono. Coro de Cámara UC y Coro de Estudiantes UC más la Orquesta de Cámara UC.

Por Romina de la Sotta Donoso | 21-05-2022.

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