Buscando rendir homenaje a una de las artistas chilenas más relevantes de la actualidad, el ciclo de Encuentros del Club de Amigos y Amigas de Radio Beethoven estrenó un nuevo formato en el mes de junio, en la novena entrega de esa iniciativa.

A propósito de los 90 años que la pianista Edith Fischer cumplió en febrero pasado, se llevó a cabo un íntimo conversatorio que incluyó, además, la interpretación en vivo de un par de obras y una interesante ronda de preguntas del público.

Más de 50 integrantes del Club de Amigos y Amigas de Radio Beethoven vivieron esta experiencia el 25 de junio en el Auditorio del Instituto de Música UC, completando el aforo de ese recinto ubicado en el Campus Oriente UC, y prodigaron una ovación y aplausos que se extendieron por varias minutos a Edith Fischer en el cierre de la actividad.

Esta entrevista realizada por quien suscribe, la periodista Romina de la Sotta, la interpretación de Fischer de Una barca sobre el océano de Ravel y del último Preludio de Chopin, así como las preguntas del público y las reveladoras respuestas de la pianista, fueron grabados en terreno por José Oplustil, productor de Radio Beethoven, y así es como esta sesión es ahora entregada a todos los auditores de la emisora.

Este Encuentro del Club de Amigos ahora se estrenará en Radio Beethoven, a las 21 horas del domingo 14 de septiembre.

Como adelanto, le dejamos aquí algunos extractos de este encuentro irrepetible y testimonios de algunos de los asistentes.

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La bienvenida la dio el director del Instituto de Música UC, Alejandro Vera, quien junto con saludar a Edith Fischer valoró el trabajo del equipo de radio Beethoven en pos de que la emisora «siga creciendo en su alcance y en sus dimensiones».

El musicólogo reconoció que también es parte del Club de Amigos de Radio Beethoven. «Me encanta escuchar la radio en el auto, los fines de semana, en la mañana, en la casa, los distintos programas. Tengo la fortuna de ser parte del directorio en este momento, pero más allá de esos cargos que son transitorios, sigo siendo un aficionado a la radio y a la música», indicó Alejandro Vera.

Quien suscribe ofreció una introducción recordándole a los asistentes que Edith Fischer cumplió 90 años en febrero pasado y que ha tenido un año lleno de conciertos, entre otros, en el Teatro Municipal de Santiago, en Talca, Valparaíso, Suiza, Inglaterra y España.

Después de haberse ido a estudiar a Nueva York muy joven, a los 17 años, se radico en Europa a los 19 y allá se quedó hasta que retornó a Chile en 2006.

«Siempre me preguntan por qué volví y la verdad es que no sé por qué, pero lo he pasado muy bien y no me he arrepentido ni un solo segundo», declaró la pianista.

«En primer lugar, a mí la naturaleza me importa mucho, y creo que los paisajes que a uno le impresionan como niño, que lo emocionan y que lo hacen ubicarse dentro del mundo, esa emoción no se puede sentir en ninguna otra parte con esa intensidad. Yo he visto muchas cosas lindas en el mundo, pero el paisaje de aquí es otra cosa para mí. Y la gente también; son muy cariñosos los chilenos y yo lo aprecio mucho eso», señaló.

La pianista habló de su infancia, en el seno de una familia musical, dado que es hija de Zoltan Fischer y Elena Weiss y de cómo fue que debutó con la Orquesta Sinfónica de Chile a los 13 años, cuando el célebre director Hermann Scherchen le preguntó si tocaba algo. «Tontamente, a esa edad, yo no sabía que Scherchen era muy especialista en Bach y empecé con el primer Preludio y Fuga en Do Mayor. Al tercer compás me paró. ‘Pero no, eso no se toca así tan lento. Parece un Ave María‘», recordó Edith Fischer, riendo.

También entregó detalles de cómo fue que decidió no ir al Curtis Institut, donde ya Rudolf Serkin la hapía aceptada como alumna, y cambió rumbo hacia Nueva York a los 17 años.

«Bueno, yo conocí a Arrau bastante chica, porque él venía con relativa frecuencia a Chile, gracias a Dios, a ver a su mamá, y mis padres consiguieron que me escuchara tocar y me dio consejos. Más o menos a los 10 años me escuchó; me acuerdo incluso de lo que le toqué, y de las cosas que me dijo también me acuerdo», rió.

Para ella, Claudia Arrau siempre representó un ideal. Y en varias dimensiones: «En primer lugar, como sonido de piano y como idea de repertorio, como actitud, toda una ética que ya yo tomé conciencia muy joven de lo que significaba y no vacilé. Yo quería eso y no me arrepentí nunca».

Con los años, ambos pianistas forjaron una amistad.

«Él era muy ligado a Chile y a las cosas que representaban a Chile. Y algo raro fue que nunca perdió el acento chileno, a pesar que vivió desde tan chiquito en el extranjero», confidenció Edith Fischer.

Ya cuando ella misma tenía a sus propios alumnos en Suiza, invitó a Claudia Arrau a escucharlos tocar. Para recibirlo, le preparaba, por ejemplo, palta.

«Le encantaban las empanaditas. Todo lo que fuera un recuerdo de lo que significaba para él Chile le daba un gusto enorme», declaró.

La primera obra que interpretó Edith Fischer fue Una barca sobre el océano de Maurice Ravel, a 150 años del nacimiento de este compositor francés. Los aplausos fueron atronadores.

Profundizó Edith Fischer en la herencia que recibió de su maestro y que ella misma heredó a sus alumnos. La lectura permanente y el estudio constante, por ejemplo.

«Eso es lo que es maravilloso en nuestra profesión, que nunca se termina, porque siempre uno piensa que se puede ir más lejos, puesto que las obras son siempre más grandes que nosotros. Entonces, para llegar a entender eso, no nos basta la vida», declaró.

Como intérpretes, dijo, «tenemos que ser dignos» de la misión que tiene, de convertir «esos puntitos y rayitas negras» en música.

«Mi mamá decía que estudiar tenía que transformarse en algo como lavarse los dientes y yo creo que tenía razón, que el día que uno no estudia se siente muy incómodo y muy raro. A mí me ha costado bastante aprender a hacer vacaciones, por ejemplo, y por supuesto que lo he hecho, pero nunca muy largas porque después de unos días empiezo a dibujar notitas en la arena, o sea, me siento rara», detalló la pianista.

Confesó Edtih Fischer de dónde viene ese vínculo tan estrecho con Ludwig van Beethoven y que la llevó, por ejemplo, a hacer 13 veces la integral de las 32 sonatas de este compositor, una labora maratónica y de gran exigencia, por cierto.

Cuando era niña, y sus padres la llevaban a los conciertos, la primera vez que una obra le impresionó tanto como para preguntar el nombre fue el Alegretto de la Séptima Sinfonía de Beethoven.

«Haber hecho la integral de las sonatas creo que es lo más importante que he hecho en mi vida y lo que más me ha cambiado», reconoció.

Antes del cierre, hubo preguntas del público.

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Rosario Acuña, estudiante de piano de 14 años le pidió un consejo.

«Lo principal es que te guste hacer música y compartirla, y que sientas que cuando vas a tocarle a la gente estás dando un regalo. Y que te guste transmitir eso y enseñar. Y la música de cámara creo que es muy importante y es una de las cosas más lindas que tenemos la posibilidad de hacer. Si no, somos muy solitarios los pianistas. Muchas gracias por la pregunta, felicitaciones», le respondió.

Emilia Almarza le pidió que diera algún ejemplo de alguna obra que no le guste y que no haya tocado.

«Hay veces que a uno no le gusta algo en un momento de la vida y después le gusta mucho en otro momento de la vida. Nada de eso es muy definitivo. Pero la verdad es que yo pocas veces he dicho que no. Y hay muchas obras que he estudiado, pero que no he considerado que pueda hacer una contribución. Por ejemplo, he estudiado muchísimo Liszt, pero no lo he puesto nunca en un concierto. Me parece que, por el momento, y digo por el momento, como si fuera a vivir todavía otros 90 años (rió), por el momento no es lo que me parece que doy mejor», explicó.

En el fondo, cuando decide no tocar alguna obra, resumió, «es más bien por respeto a creaciones que creo no entender a fondo».

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El cierre fue con otra interpretación al piano de Edith Fischer, esta vez de un Preludio de Frédéric Chopin. Los aplausos se extendieron por varios minutos, y Edith Fischer accedió a tomarse una fotografía grupal.

Dos integrantes del Club de Amigos y Amigas de Radio Beethoven comentan, en retrospectiva, cómo vivieron esta experiencia.

Emilia Almarza confesó que «quedé emocionadísima. Me costó quedarme dormida porque quedé sobrestimulada; fue muy emocionante, muy bonito. Disfruté mucho no sólo de la experiencia musical y la conversación, que fue muy interesante, sino también de esa linda persona que es Edith Fischer, lo agradable que fue encontrarse personalmente con ella. Quedé con gusto a poco». La sicóloga calificó la experiencia como «extraordinaria».

El abogado Gonzalo Gálvez, por su parte, declaró: «Me gustó mucho la posibilidad de que nos encontráramos integrantes del Club de Amigos en torno a un diálogo y un par de piezas que tocó Edith Fischer. Pero, además, porque se trataba de alguien que tiene una importancia trascendental. Fue muy interesante».

Aquí, los últimos segundos y los aplausos finales, como un anticipo a la emisión, el 14 de septiembre a las 21 horas, de este programa especial en Radio Beethoven.

Por Romina de la Sotta Donoso | 28-08-2025.