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Eduardo Gatti: "Radio Beethoven es la que escucho siempre en mi casa, con programas tan interesantes. Felicito a ese tremendo equipo de programadores y de productores"

abril 29, 2025

"Es muy importante tomar la música como un oficio y no como una carrera al estrellato", sostiene el reconocido cantautor e integrante del Club de Amigos de la emisora. En esta entrevista recorre su carrera y su vínculo con la música clásica. También profundiza en el rol que cumple Radio Beethoven.

Eduardo Gatti: "Radio Beethoven es la que escucho siempre en mi casa, con programas tan interesantes. Felicito a ese tremendo equipo de programadores y de productores"

Es una figura central de la música chilena del siglo XX. Autor de canciones que son verdaderos himnos y que mantienen intacta su vigencia 40 años después. Los momentos, Quiero paz y Navegante están en el subconsciente colectivo y cada una continúa siendo una obra única e indivisible en la cual se conjugan estética, texto y sentido.

Eduardo Gatti (1949) fue un pionero con su grupo Los Blops, amalgamando experimentación y elementos del rock, el folclor y la música clásica, siento también parte de una de las creaciones más originales de nuestro repertorio al colaborar con Víctor Jara en El derecho de vivir en paz.

Con una agenda de conciertos muy intensa, con recitales casi todos los fines de semana, sus otras canciones, ésas que no sonaron en las radios, tienen ahora una nueva vida y están encontrándose con el público de siempre y con los nuevos públicos.

Declarado auditor de Radio Beethoven, Eduardo Gatti asegura que «es la radio que siempre escucho en mi casa, con programas tan interesantes. Felicito a ese tremendo equipo que tienen de programadores y de productores. Radio Beethoven es mi compañía diaria, está siempre presente, y además con una programación tan variada y tan interesante».

El cantautor chileno Eduardo Gatti. Foto: Alfonso Yunge.

En esta entrevista el cantautor cuenta que se integró al Club de Amigos y Amigos de la emisora en el momento mismo en que se implementó esta comunidad.

También se explaya en su personal vínculo con la música de tradición escrita, sus estudios de guitarra clásica con el maestro de maestros Arturo González, su abuela pianista que fue examinada por Camille Saint-Saëns y el momento exacto en que decidió ser músico, cuando escuchó por primera vez la Novena Sinfonía de Beethoven, un compositor que fue su amigo en su infancia de hijo único, y su ídolo.

Asimismo, se explaya en la importancia de la libertad creativa y en por qué la música hay que tomarla «como un oficio, y no como una carrera a un estrellato».

Hablemos de sus primeros recuerdos musicales, que me imagino son de todos los ámbitos, como cualquier niño que cree en una familia donde se escucha música, y sobre lo que significó para usted la figura de su abuela, Madeleine Prevost, que entiendo era pianista, ¿no?

«Sí, mi abuela fue tercer premio en el Conservatorio de París en piano. Fue examinada por Camille Saint-Saëns (ríe)».

«Cuando escuché la Novena por primera vez, a los 9 años, dije ‘yo quiero ser músico’

Eduardo Gatti

¿Cómo fue esa infancia?

«Estuve siempre rodeado de música gracias a mi madre y a mi abuela. A mi madre le gustaban las cosas más populares y así pude conocer los comienzos de Elvis Presley, Brenda Lee, Frankie Laine, todos los más representativos de la música popular norteamericana en ese tiempo y, además, a Cuco Sánchez, un cantautor mexicano maravilloso. Por otro lado, mi abuela me inculcó la música clásica. Cuando escuché la Novena por primera vez, con ella. Yo tenía 9 años y cuando terminó, pensé que era lo más maravilloso que había escuchado nunca, y dije ‘yo quiero ser músico’ (ríe)».

Tan joven.

«Sí. Uno a esa edad quiere ser bombero, pero en mi caso fue la música al tiro. Ahí me tomaron clases de acordeón porque el piano era una cosa demasiado aparatosa, durante dos años más o menos, después estudié piano un tiempo y finalmente me encontré con la guitarra a través de un amigo, y la verdad es que la guitarra me cautivó totalmente. Ahí ya empecé las clases de guitarra clásica con Arturo González».

Arturo González es uno de los pilares de la guitarra chilena, uno de los fundadores de las bases de lo que con el tiempo se transformo en una escuela única y reconocida mundialmente.

«Es que don Arturo era realmente un ser excepcional. Sabía muy bien qué repertorio era el que a ti te gustaba, el que te fascinaba, y siempre te dejaba elegir entre dos o tres piezas y las había pensado alrededor tuyo, por supuesto que en la parte técnica, pero también en lo que a ti te cautivaba. Eso fue un apoyo muy rico y muy grande. A mí me gustaba mucho, por ejemplo, todo lo que era la época renacentista, que eran generalmente transcripciones de laúd a guitarra. Y, por otro lado, él sabía que yo estaba tocando en un grupo mi guitarra eléctrica, y eso en vez de cuestionármelo, todo lo contrario, me decía ‘bueno, te va a ayudar mucho esto’. Ese tipo de visión tan positiva, además de ser una persona que tenía sentido del humor, siempre alegre, es un recuerdo que no se me va a olvidar nueva».

¿Esto fue en su adolescencia, cuando estaba en el colegio, y ese grupo era The Clouds?

«Claro, teníamos The Clouds. Tocábamos en las kermesses, y cosas así. Estaba en el colegio, tenía 16, 17».

¿Con Arturo González estudió unos cinco años en esa época, más o menos hasta salir del colegio?

«Sí, fue prácticamente toda la adolescencia. Salí del colegio y seguí un poquito con él. Pero sucedió que cuando salí del colegio, con un grupo que teníamos que se llamaba The Apparition, inmediatamente firmamos con el sello EMI. Éramos muy jóvenes, muy cabros. Y ahí empezó todo, porque yo de ahí seguí, seguí, seguí: se acabó ese grupo, me integré a Los Blops y después seguí como solista».

Con The Apparition grabaron cuatro singles, que eran versiones de grandes éxitos del momento, y fueron muy bien recibidos.

«Sí. Tuvimos un hit en realidad porque tradujimos una canción que no había llegado a Chile, que después se hizo muy famosa acá, que se llama When a man loves a woman. Hicimos una traducción como pudimos y le pusimos Cuando un hombre se enamora. Fue un hit, tuvimos los primeros lugares y todo. Y muy cabros».

Usted también entró al Conservatorio de la Universidad de Chile, en 1971, ¿no?

«Sí, ahí con Los Blops entramos todos y nos tocó un curso muy interesante, porque estaba parte de Inti Illimani y parte de Quilapayún en ese curso, y Los Blops. Teníamos algunos profesores muy, pero muy buenos: Sergio Ortega, Lucho Advis, Fernando García. Pero políticamente estaba todo muy enredado ahí, a veces había clases, a veces no, estaba tomada la escuela generalmente, así que finalmente nos retiramos. Yo no terminé la carrera de composición, ninguno de nosotros la terminamos».

Con Los Blops, su trabajo es muy impresionante, representan una mezcla única dentro de lo que se estaba haciendo en ese momento y que queda sembrado para el futuro, en un rock que tiene elementos del jazz, del folclor y de la música clásica. Es una música muy de su época, pero además muy única. ¿Cómo ve usted esa época con Los Blops hacia atrás?

«Fue una época muy experimental. Todos, tanto Los Blops, como yo en los Appariton, habíamos estado más en el lado anglo con letras en inglés, tocando covers de los Rolling Stones, de Los Beatles, qué sé yo, pero había llegado un punto en todos nosotros ya queríamos hacer lo nuestro, queríamos buscar un lenguaje propio, y aparecieron las primeras composiciones de cada uno. Y nos agarramos de eso, la verdad. Tuvimos suerte, porque se produjo un alquimia muy particular, obviamente que había raíces folclóricas, unos aportaban eso, yo aportaba la parte más roquera, entonces se produjo una amalgama muy interesante y que resultó ser muy original».

«Había gente que consideraba que la guitarra eléctrica era un instrumento imperialista, pero a Víctor Jara esas cosas sencillamente no le importaban nada»

Eduardo Gatti

Independiente del gran valor que tiene el trabajo propio de Los Blops, me gusta mucho lo que sucede con Víctor Jara y que da como resultado su canción más roquera. Me impresiona la apertura de Víctor Jara a todas las músicas y ese enamoramiento que sintió inmediatamente por lo que ustedes estaban haciendo. ¿Cómo fue ese encuentro y cómo fue el trabajo que hicieron para El derecho de vivir en paz, que es una obra que si hubiera sido hecha en Estados Unidos, habría sido un hit universal inmediato y hubiera catapultado a Víctor Jara a un nivel tipo Bob Dylan.

«Sí. Fue Víctor el que se acercó a nosotros. Él escuchó el primer disco nuestro y fue a un ensayo nuestro. Fue muy respetuoso; nosotros estábamos muy nerviosos porque él ya era una figura importante. Cuando terminó de escuchar dos o tres canciones que le tocamos, nos dijo ‘ustedes tienen un verdadero tesoro, yo los voy a llamar en algún momento’. Y posteriormente nos llamó Víctor para ofrecernos justamente hacer El derecho de vivir en paz y otra canción más que se llama Abre la ventana, que es la que sigue en el disco. Hicimos esas dos canciones con él. Víctor fue muy criticado por esto que hizo; dentro del dogmatismo que había en ese tiempo había gente que consideraba que la guitarra eléctrica era un instrumento imperialista (ríe). Y a Víctor esas cosas sencillamente le importaban nada. Así que tuvo hartos conflictos, incluso tocamos una vez en la Unctad en ese tiempo, que es el Centro Cultural Gabriela Mistral hoy día, en un recital enorme. Salimos con Víctor y con nuestros instrumentos eléctricos y fue una pifiadera… ¡pero espantosa! Cuando terminamos de tocar la canción se vino abajo en aplausos el teatro. Víctor tenía esa cosa maravillosa de poder dar vuelta al público en una sola canción». 

Víctor Jara siempre tuvo esta mente muy abierta, una gran apertura en lo artístico, tanto en su trabajo teatral como en lo musical. Recuerdo que para el Segundo Festival de la Nueva Canción Chilena hay un debate intenso porque había voces que pedían que no participara la Cantata Santa María de Iquique porque no correspondía al formato de canción, y Víctor Jara defiende su participación, dice que debía estar porque era lo que estaba sucediendo con la música. Y él logró convencer a los demás. Esas acciones valientes y esa apertura son bien importantes para el propio desarrollo de la música chilena.

«Sí. En ese sentido, para nosotros también fue muy importante Víctor. El sello en el que grabábamos pertenecía a un partido político, y no porque nosotros perteneciéramos a eso, sino que fue el único sello que quiso grabarnos. Pero después, cuando escucharon las canciones, quisieron cancelar el álbum, o sea, sencillamente no publicarlo Más. Y nosotros le contamos esto a Víctor él fue al sello y los subió y los bajó y el disco se publicó. Así que, como dices tú, fue un gran defensor de todo lo que era apertura».

Claro, de la libertad creativa. Ese sello era Dicap.

«Dicap, claro. Justamente».

¿Cómo fue ese trabajo de Los Blops en esas dos canciones con Víctor Jara? Fue un trabajo realmente colaborativo?

«No fue tan, tan colaborativo. En ese tiempo te daban tan pocas horas para grabar, aunque fueras un artista conocido. Había muchas veces que había que grabar todo un LP en un día completo. Entonces no hubo mucho tiempo de pensar las cosas. Fue lo que habíamos nosotros construido, Víctor tomó eso y lo publicó».

La carrera solista de Eduardo Gatti es sumamente prolífica. Tiene una abundante discografía y un cuerpo de obra macizo. Muchas de sus canciones las escuchamos en la noche, con amistades cercanas y sólo cuando estamos compenetrados en el encuentro con el otro. También se escuchan en el último adiós, esa despedida íntima de los funerales. ¿Cuán significativo es eso?

Ha tenido, además, el reconocimiento del público y su cariño. Pero también ha sido reconocido por sus colegas. Fue el encargado de abrir el primer concierto en Chile de Paul McCartney. Colaboró con Mercedes Sosa y con León Gieco, grabó un disco con Nito Mestre. Trabajó en un taller con Robert Fripp de King Crinson.

«Es muy importante tomar la música como un oficio y no como una carrera al estrellato»

Eduardo Gatti

Usted, que ha colaborado con tantos artistas insignes, ¿diría que hay algo que distingue a estas figuras? ¿Tienen en común cierta libertad, capacidad de trabajo, esfuerzo o un talento innato?

«Creo que la gran diferencia es cuando uno realmente aborda la música como un espacio de libertad, como dices tú, que es muy importante: como un espacio de recogimiento, de introspección. Otra cosa que es muy importante es tomarlo como un oficio, y no como una carrera a un estrellado. Yo siempre traté de equilibrar eso, porque la fama es muy engañosa y no hay una retribución más rica para uno que haber dedicado a cada canción su espacio, su trabajo. Que la estructura esté bien, que te convenza, que te llegue primero a ti al corazón y a lo mejor si te llega a ti al corazón le llega al corazón de los demás. Pero no fabricar canciones, como lamentablemente se usa hace mucho tiempo ya en la música popular».

¿Usted sigue componiendo en forma permanente? Entiendo que tiene una agenda de conciertos bien intensa.

«Sí. En cuanto a la composición, compongo menos que antes. Pero toco mucho y tengo muchos recitales, estoy ocupado prácticamente todos los fines de semana y eso me tiene muy contento porque he podido ir incorporando también algunas canciones que no son conocidas o que no tuvieron una difusión radial. Porque esa difusión radial fue disminuyendo cada vez más, ya en los 90 era muy difícil que te tocaran canciones en la radio si no estabas apoyado por un tremendo sello multinacional, en fin. Esto de estar tocando permanentemente me ha permitido ir incorporando algunas de esas canciones. Incluso ha pasado algo curioso: a través de Spotify y todo esto, el público ha empezado a escuchar esos álbumes y estas canciones muchas veces me las piden, siendo que son canciones que algunas nunca se tocaron en radio».

Eso es fantástico. Imagino que el trabajo que hay detrás de cada canción es una forma de paternidad, que un cantautor quiere que cada canción tenga su propia vida, que la gente la vaya conociendo. Porque sólo necesitamos escuchar la música para amarla. Si no la escuchamos, ¿cómo la vamos a descubrir? Y me refiero a cualquier música.

«Así es».

«Escucho Radio Beethoven porque tiene un arco iris enorme, un tremendo abanico de manifestaciones, desde Siglo XXI hasta Puro Jazz»

Eduardo Gatti

Respecto de la música clásica, me comentaba usted que a los 9 años le impactó la Novena Sinfonía de Beethoven y que incluso decidió ser músico. ¿Cómo ve usted hoy día la Novena de Beethoven? ¿La ve muy distinta de cómo la percibió cuando era tan joven?

«No. La he escuchado tantas veces, que tengo que dejar pasar un período de un año para volver a escucharla. Porque a Beethoven, en términos bien chilenos, le di como caja. Tenía prácticamente toda la obra de Beethoven, y fue como mi gran guía espiritual, en el sentido de que era como mi ídolo, sobre todo cuando niño, porque me acompaño mucho en ratos de soledad. Yo soy hijo único, entonces vivía mucho solo, y en esa soledad Beethoven era mi compañero, mi amigo. Así que ha sido una relación muy linda. Yo la única radio que escucho en mi casa es la Radio Beethoven La tengo siempre ahí, y sigo los programas, a José Oplustil, a Sergio Diaz, a Daniela Müller, a Magdalena Amenábar, todos estos programas cuando puedo los sintonizo. Escucho Radio Beethoven porque tiene un arco iris enorme, un tremendo abanico de manifestaciones, desde Siglo XXI hasta Roberto Barahona con el programa de jazz. No puedo nombrarlos a todos, pero es tremendamente interesante lo que hacen y frente al hecho de que la Universidad Católica la haya tomado realmente yo le agradezco mucho al ex-rector, don Ignacio Sánchez lo que hizo. Se lo agradecí incluso personalmente porque nos conocemos., y la verdad es que rescató a la Radio Beethoven. Si Radio Beethoven hubiera dejado de existir, yo los sintonizadores de FM que tengo en la casa los hubiera vendido. Tal cual».

¿Cómo fue para usted cuando se cerró la radio en 2019?

«Fue un shock. Me vino una depresión. Dije ‘esta cuestión se fue a la cresta. ¿Qué vamos a escuchar ahora?´».

Le gusta que sea variado lo que se hace en Radio Beethoven, que estén todas las músicas, incluyendo la música contemporánea, es decir, que haya de todo para usted es importante.

«Sí, me encanta, porque uno va aprendiendo. El repertorio clásico típico, digamos, de todas las sinfonías de Schubert, o las más famosas, lo de Bach, lo de Mozart, ya de alguna forma uno lo tiene incorporado y tiene sus favoritos. Pero es muy interesante de repente escuchar música de autores que no son tan ejecutados. Por ejemplo, me he ido enamorando, pero en forma bastante rápida de los cuartetos de Shostakovich, que los encuentro maravillosos. También, ir conociendo manifestaciones nuevas a través de Siglo XXI, por ejemplo. A veces hay cosas que me hacen sentido, a veces hay cosa que no, pero qué bueno que esté todo ese material disponible, sobre todo pensando en la gente joven, que va a poder de alguna forma elegir cuál va a ser la manifestación que más le atrae». 

Los cuartetos de Shostakovich los programó todos José Oplustil en un especial de Archivo Maestro, el año pasado, y le llamaron la atención a harta gente, porque escucharlos todos día a día genera una sensación monumental.

«Fue fantástico. Además que hizo dos temporadas, porque yo los escuché completos y los hizo con dos cuartetos distintos. Y los dos grupos eran sensacionales».

¿Qué lo motivó a integrarse al Club de Amigos y Amigas de Radio Beethoven? ¿Cuándo ldecidió hacerlo?

«Justamente cuando supe la noticia de que la Universidad Católica compraba la radio. Yo dije ‘voy a cooperar como sea’, y apenas se pudo, me inscribí como amigo. La verdad es que me siento feliz de poder hacerlo e incluso tengo ganas de subir un poco mi contribución».

Hay momentos en que han llegado a ser mil personas y ahí financiaban la mitad de las operaciones de la radio, lo que es bien significativo.

«Qué buena noticia».

¿Le gustaría invitar a más auditores a sumarse al Club de Amigos y Amigas de Radio Beethoven?

«Claro. Los invito a todos a ser parte miembros de este club, apoyemos Radio Beethoven porque ella nos sostiene, de alguna forma, espiritualmente a todos. Para mí, apoyar a Radio Beethoven es algo muy, muy importante. Es la única que presenta música docta, pero no solamente eso, sino que muchas otras manifestaciones. Es una tremenda compañía, sobre todo para las personas que nos gusta el arte, la poesía, la música. Es una tremenda contribución y creo que todos los que podamos, debiéramos apoyarla en todo momento».

Por Romina de la Sotta Donoso | 27-04-2025.

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