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Don Patricio Bañados en los ojos de Sergio Díaz

junio 5, 2023

Sergio Díaz trabajó por casi cuarenta años estrechamente junto a la querida voz de Radio Beethoven, a quien recuerda como una persona de múltiples pasiones, fácil de relacionarse, motivado por valores y con una capacidad inaudita de conectar con sus audiencias.

Don Patricio Bañados en los ojos de Sergio Díaz

Comunicador nato 

“Voy a cumplir 39 años trabajando en la radio; don Patricio llegó el ‘86, dos años después que yo. Siempre le dije ‘don Patricio’, nunca, nunca lo tuteé. Lo que yo hacía en ese tiempo era controlador, o sea, estaba en la parte en que salía al aire, ponía los discos, avisos comerciales. Después, cuando se fue el jefe de audio, empezamos a grabar más con él. En ese tiempo, la radio tenía otro locutor ancla, don Carlos Wilson. Él se fue en el ‘92 o ‘91 y ahí don Patricio tomó su lugar y empezó con los programas largos, presentación de obras y de improvisación al micrófono, contar cuentos. 

Básicamente lo que hice fue ser el editor-grabador de sus locuciones diarias del programa ‘Contrapunto’, donde leía desde los cuentos del Metro, o seguía un gran libro por capítulos, como lo hizo con La Araucana y después con el Cid Campeador. O tomaba un libro de frases famosas o frases para el bronce, a él le encantaba eso, hasta libros con chistes. Bien fomes los chistes que hacía, pero en su voz eran siempre entretenidos. Otra labor que tuve con él fue en el programa ‘Recortes’, que hizo con libros, y que nació de él. 

Nunca le escribimos un libreto. Esa es una de las cosas que admiré siempre de él. A mí también me gusta mucho el tema de la locución; yo estudié Tecnología en Sonido en la Universidad de Chile, pero ahí aprendí de música y cosas técnicas, no locuciones. Yo aprendí viendo cómo lo hacían don Carlos Wilson y especialmente don Patricio Bañados, y lo que siempre admiré de él fue su capacidad de comunicar. Muchos locutores más jóvenes necesitaban, como también en el caso mío de repente, un libreto que dijera desde el ‘buenos días’ hasta el ‘hasta luego’. Todo lo que decían lo tenían que tener escrito. Don Patricio no, tomaba la pauta, que simplemente decía ‘Ludwig van Beethoven, Sinfonía n° 5, interpreta tal orquesta’. Ese era su texto. Y cuando él empezaba con un cuento, por ejemplo, o a contar alguna anécdota que le había pasado en algún momento de su vida, o hablando de temas un poco más profundos, cotidianos, que le habían afectado, yo ahí realmente admiraba su capacidad de interconectar ideas, de partir de un punto y llegar a un final de una manera asombrosa y clara y con la cual podías estar absolutamente de acuerdo. También llegaba con libros donde tenía la cita del día, el cuento que estaba leyendo, los microcuentos del Metro, que siempre le gustaron, le encantaba esta cosa de darle tribuna a aquellos que no tenían una muy amplia.  

Lo ideal sería poder llegar a ser un 1% de él en ‘Contrapunto’; yo actualmente estoy en ese programa, no lo estoy reemplazando, estoy haciendo la voz no más. Pero es toda una cosa de trabajo muy grande, de experiencia, y eso es lo que admiro de él, la experiencia que tenía. Era un comunicador nato”. 

Sus pasiones 

“Él siempre hablaba de muchas cosas. La música era una de sus pasiones, por supuesto, la disfrutaba mucho, la música clásica, desde el Barroco hasta comienzos del siglo XX, esa era su pasión. La lectura, como queda de manifiesto por su interés en compartir todo esto en ‘Contrapuntos’ y ‘Recortes’. También hablaba mucho del cine, en especial de las películas clásicas, hasta los años ‘70. Se conocía el nombre de los actores y siempre se acordaba de escenas de películas. La buena mesa también, por qué no. Seguramente viajar, él salió harto tanto en su papel de presentador del programa ‘El Mirador’ y trabajando en la radio afuera. El fútbol también, a don Patricio le encantaba el fútbol. El año pasado, con respecto al mundial, siempre me lo encontraba y comentaba algún partido y hablaba bastante, fue además locutor deportivo, así que sabía de lo que estaba hablando. 

También le atraía teatro. Le gustaba mucho hacer el monólogo de Hamlet en el inglés británico. Tú estabas conversando con él y de repente empezaba ‘to be or not to be’. Lo hizo un par de veces en los programas, pero le encantaba hacerlo, le salía solo. Todas esas cosas eran muy entretenidas. Estábamos tomando un café, o llegando, y empezaba a hacerlo. Era muy creativo en ese sentido, siempre tenía algo que podía entretener, sorprender. Le gustaba imitar; imitaba a Jimmy Brown, le encantaba imitarlo en la radio y en la vida diaria; a Julio Martínez también. 

Lo que no se ha mencionado mucho es que le gustaban las comedias musicales. En ‘Recortes’ hicimos un programa especial de ‘My fair lady’ y también pusimos a Abba. Algunas veces me pedía que le grabara cosas de esa índole, porque era un tipo que no estaba encasillado en la música clásica. Le gustaba mucho el programa que hace Erik Rojas de música folclórica. Siempre le comentaba que había escuchado unas cosas fantásticas que no había oído hace mucho tiempo y que de dónde sacaba esas cosas”. 

Guiado por valores 

“En su libro ‘Memorias de un iluso’ -y lo dijo muchas veces en la radio- señaló que se sintió abandonado por la clase política. Muchos pensábamos que podría haber sido el primer director de Televisión Nacional apenas llegó la democracia. Hubiera sido un paso extraordinario. El problema era que la televisión a esas alturas era comercial, y las ideas de don Patricio estaban muy ligadas a la televisión original, cuando se inició por los años ‘60, y que la tomaron las universidades por algo. Él pensaba que siempre se podía educar, darle cultura a la gente, no necesariamente de concierto y grandes cosas, sino lo que era la vida diaria. Él iba a esa parte, hacía pequeñas campañas en el programa. Por ejemplo, lo comenzó con las bicicletas. Parece que él alguna vez iba caminando hacia la radio y pasó un ciclista por el lado de él en la vereda, rajado, y se sintió amenazado en su integridad. Y empezó con esa campaña: ‘Por favor, los señores ciclistas, si van por la vereda, transiten a una velocidad baja, ojalá avisando que vienen’. Después, cuando salieron estos scooters, decía ‘la gente deja estos scooters atravesados en la vereda y no se preocupan si va a pasar alguien de edad y no puede pasar’. La convivencia cívica le preocupaba, y él iba a eso, que por la televisión se podían dar muchas cosas en ese sentido. Muchas veces se hablaba de que tenía una posición política acá o allá, pero en todas las conversaciones nos dejó muy claro que no tenía posición política, que precisamente atacaba lo que consideraba injusto desde donde viniera.  

Era un hombre guiado por valores, y eso encuentro que fue notable. En su tiempo, yo no escuché esos comentarios que hacía en la Radio Chilena en los ‘80, pero eran realmente temerarios, hablar en ese tiempo de esas cosas que pasaban, y con la fuerza y convicción que lo decía, realmente fue una persona muy trascendente en ese sentido, y que lamentablemente no fue muy reconocida a ese nivel”. 

«Él pensaba que siempre se podía educar, darle cultura a la gente, no necesariamente de un concierto y grandes cosas, sino lo que era la vida diaria. Él iba a esa parte».

Sergio Díaz.

Un hombre que dejó huella 

“Era super fácil trabajar con él, diría yo. Era una persona que entendía cuál era la posición de cada uno en esto, él sabía que nosotros estábamos en la parte técnica. Nunca tuvimos problemas, jamás; si yo me equivocaba, bueno, lo hacemos de nuevo; si él se equivocaba, también teníamos que pinchar, pero nunca fue un tipo complicado para nada. Él hacía su trabajo, sus locuciones, y ahí nos dejaba con esa pega, que básicamente era editar, ni siquiera había que cortarle mucho de sus historias, porque eran sus historias, uno como que no se atrevía mucho a quitarle cosas. 

Yo creo que los auditores lo querían tanto porque él le imprimió una personalidad a la radio con su participación en esta franja matinal, con sus libros que leía. Todas esas cosas son muy personales, desde presentar un libro, porque era el que le gustaba y no otro; la música que le gustaba, la forma en que lo decía, muy cercano a la gente. Era como estar hablando con un amigo; quizás los más jóvenes lo escuchaban como un abuelo que le contaba cosas. Decía estos chistes muy antiguos, y se reía, los disfrutaba. Sobre todo en estos últimos tiempos estaba mucho más abierto; recibía a la gente, conversaba con ella. En los últimos años estaba muy abierto a todo y no tenía ninguna traba al respecto. Él era muy importante para nosotros, era como el pilar, era precisamente la persona que atraía a la gente, con su forma de hablar, sus historias”. 

Por Sergio Díaz, recopilado por Marisol Silva  

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