Museo de la Solidaridad: Fugas de lo nuestro
Con curaduría de Cristian Vargas Paillahueque, la muestra reúne el trabajo de los artistas indígenas contemporáneos Marilyn Boror, Venuca Evanán y Pablo Lincura.
Registro de performance El futuro que nunca fue. Foto: Marilyn Boror.
El Museo de la Solidaridad Salvador Allende inaugurará a las 11:30 horas del sábado 13 de abril una exposición que fue curada por Cristian Vargas Paillahueque y se titula "Fugas de lo nuestro. Visualidades indígenas de sur a norte". Es un ejercicio colectivo que reflexiona sobre qué entendemos por “lo nuestro” y reúne a tres importantes artistas indígenas contemporáneos que desde distintas perspectivas y locaciones, abordan preguntas e historias de América Latina.
Se podrá visitar de martes a viernes, entre las 10:00 a 18:00 horas y sábado y domingo entre las 11:00 y 18:00 horas, en República 475, hasta el 1 de septiembre. Entada general por $1.000 y por $2.000 para turistas. Entrada liberada: Estudiantes, tercera edad, vecinos de barrio República, personas en situación de discapacidad, y para todos el día domingo
“El impulso de la exposición busca abrir preguntas que examinan críticamente la noción de lo nuestro y, para ello, se recurre a distintas propuestas estéticas que problematizan este ejercicio tanto desde el mundo indígena como desde lo latinoamericano”, explica Cristian Vargas Paillahueque.
A través de sus trabajos, Marilyn Boror (San Juan Sacatepéquez, territorio maya, Guatemala), Venuca Evanán (Ayacucho-Lima, Perú) y Pablo Lincura (Wallmapu, Chile) abordan la actualidad y potencia cuestionadora del arte indígena para reflexionar temáticas complejas desde una mirada descolonizadora, sin restringir sus propuestas artísticas únicamente a las diferencias culturales desde donde hablan, sino que estableciéndolas como contexto para pensar la contemporaneidad, los imaginarios y la política que atraviesan las visualidades de sur a norte.
Extractivismo y la lucha indígena
Marilyn Boror (Maya-Guatemala, 1984) es una artista Maya-Kaqchikel originaria de San Juan Sacatepequez, una localidad que desde hace casi dos décadas se ha visto afectada por las acciones de la cementera San Gabriel. A causa del extractivismo que ha ejercido esta industria, las comunidades de este territorio han sufrido consecuencias como la intervención del paisaje y el desabastecimiento de agua. Así, a través de su obra, la artista reivindica la resistencia de estas comunidades frente a las violencias ejercidas en sus territorios y re-sitúa el lugar de las mujeres indígenas como líderes de organizaciones y comunidades.
Estableciendo una relación crítica con las materialidades, la artista utiliza el cemento en sus distintas propuestas artísticas dotándolo de un significado político y simbólico. En su performance Monumento Vivo (2021), que se realizará el día de la inauguración en el MSSA, Marilyn Boror cubre sus tobillos de este material fundiéndose con él sobre un plinto, en un acto que busca conmemorar la lucha de los pueblos indígenas y defensores de la tierra. Asimismo, obras como El futuro que nunca fue, de la serie Nos quitaron la montaña, nos dieron cemento problematizan la presencia de este material, pero también todo aquello que se esconde bajo estas capas de concreto.
“Desde allí, la artista da visibilidad a aquello que el cemento, el progreso o la urbe esconde pero que en el fondo está siempre presente”, comenta el curador de la muestra.
Mediante otras piezas como Para no olvidar sus nombres, Peinar las raíces II o Diccionario de objetos olvidados, Marilyn Boror reivindica las resistencias indígenas a través de la pervivencia de objetos, conceptos y materiales textiles propios de la comunidad Maya-Kaqchikel.
Resignificando la tradición familiar
Declaradas como Patrimonio Nacional del Perú, las tablas de Sarhua son una tradición proveniente de la comunidad sarhuina de Ayacucho. Estas maderas, dibujadas con plumas y pintadas con pigmentos naturales, narran las historias familiares y se regalan entre sí en celebraciones comunitarias.
Parte de una familia sarhuina que se vio forzada a migrar a Lima escapando de la violencia, Venuca Evanán es heredera de esta tradición patrimonial la cual se retrata en su obra Tabla Apaykuy y las delicias de la villa (2019/2024). Sin embargo, desde su mirada como mujer, indígena y migrante, la artista resignifica la técnica y, a partir de textiles y maderas propone nuevas temáticas y problemas que hasta ahora habían sido poco explorados en la tradición
sarhuina de pintar las tablas.
En sus obras, la artista también reivindica el lugar del goce con piezas como Autorretrato erótico (2023/2024), en la cual aborda la sexualidad femenina como mujer sarhuina, criticando el conservadurismo con que estos temas se relegan.
En esa misma línea, cuestiona el rol femenino en su comunidad, donde se acostumbra a tener un sistema de gobernanza liderado por hombres. En Las varayuq (2019/2024), por medio de una pintura de acrílico sobre madera, Venuca plasma la esperanza de lograr disolver dicha disparidad, dotando de empoderamiento a las mujeres sahuinas en la conducción política de la comunidad.
Diversidades del imaginario mapuche
Desde una mirada disidente, el artista mapuche Pablo Lincura presenta una propuesta en la que mezcla gestos de la cultura indígena y la cultura pop mediante la realización de retratos y rostros al óleo, empleando colores vibrantes y elementos decorativos. Influenciado por sus estudios e interés por las visualidades asiáticas, se ha
dedicado a hacer reflexiones visuales sobre la relación entre género, sexualidad, marginalidad y belleza.
Ejemplo de aquello es su obra Guerrero Mapuche (2010), en la cual fusiona símbolos e iconografía mapuche con la reminiscencia a imaginarios y a la lengua china provenientes de su búsqueda por otras estéticas y referencias. Dicho vínculo de ambas culturas se ve reflejado en la postura del guerrero marcial que se ubica desde ambos mundos y gestos.
En sus pinturas el artista también trabaja aspectos de la historia mapuche, como lo fue el contacto con los españoles entre los siglos XVI y XIX. En Shiñura (2024), el artista retrata cómo mujeres españolas o chilenas fueron sumadas a las comunidades mapuche en el marco de las relaciones interétnicas, generando así distintos linajes con las autoridades
cacicales. Ese aspecto queda manifiesto en el mensaje del lienzo: "akulu shiñura lof mew" ("cuando la shiñeru llegó a la comunidad").
Este conjunto de obras se vinculan íntegramente con tres piezas audiovisuales que serán parte de la exposición, cuyo contenido cuestiona estereotipos, el rol de las diversidades sexuales y reivindica el protagonismo de la lengua indígena mediante covers en mapuzungun de canciones populares chilenas.
Información: Museo de la Solidaridad Salvador Allende.